“Aprender a comer y a vivir conscientemente es la clave para experimentar la salud y la paz; la alimentación consciente transforma una simple comida en una experiencia espiritual, ofreciéndonos una profunda comprensión de la relación entre la comida en nuestra mesa, nuestra propia salud y la salud del planeta”. (Thich Nhat Hanh y Lilian Cheung)
Neurogastronomía, por Efa Rimoldi
¿Por qué comemos un 35 % más cuando estamos acompañados de otra persona, y un 75 % más cuando somos tres? ¿Por qué el 27 % de las bebidas a base de zumo de tomate se consumen en los aviones?.
Charles Spencer, profesor de Oxford, nos introduce en el mundo de la Gastrofisica. Demuestra que nuestra percepción de los sabores está determinada por nuestra situación emocional, por todo lo que nos llega a través de los ojos, los oídos o lo que palpamos. Porque nuestro cerebro reacciona ante la idea de comer y mientras que en el gusto interviene el 1% del cerebro, explica Spencer, en la vista lo hace hasta el 50%. Esto hace que “comamos con los ojos”, pero también con “los oídos, la nariz, la memoria, la imaginación y el intestino”, asegura.
Una relación primordial para el ser humano
Comer es uno de los placeres más importantes de la humanidad, donde se implican nuestros cinco sentidos: el olfato, la vista, el tacto, el gusto y el oído. Nuestra relación con la comida es primordial y refleja nuestras actitudes hacia nuestro entorno y hacia nosotros mismos ¿Somos conscientes en cada bocado de la alquimia del momento? ¿Cuánta atención prestamos a los alimentos que comemos? ¿Hasta qué punto nos tomamos el tiempo necesario para disfrutar, saborear y compartir el ritual de comer?. Buenos ejemplos son también los estudios científicos que avalan que comer en familia con frecuencia aporta importantes beneficios para la salud, la calidad de la dieta y la calidad de vida de los participantes (Sobal & Nelson, 2003).
Vivimos en un mundo marcado por la incertidumbre, la volatilidad, la complejidad y el cambio. Un mundo VUCA (Volatility, Uncertainty, Complexity, Ambiguity), un escenario de cambios vertiginosos donde el estrés se transforma en un ingrediente más en nuestra mesa. Estar sometidos a altos niveles de estrés genera desequilibrios en la manera de alimentarnos. Por ejemplo, tendemos a olvidarnos de la necesidad de desayunar, cuando el desayuno no solo desempeña un papel fundamental en el metabolismo para activar el cerebro a primera hora, sino también para la regeneración de nuestras neuronas diariamente.
Desde Oriente, atravesando el “puente científico” de Estados Unidos, nos llegan diferentes prácticas novedosas para mejorar y entrenar nuestra atención y consciencia. Es el caso del “Mindfulness” (Atención Plena, Consciencia Plena). Jon Kabat Zinn (profesor Emérito de Medicina en la Massachusetts University Medical School y fundador de Stress Reduction Clinic) lo define como “la capacidad de estar presente con la experiencia directa e inmediata de lo que está ocurriendo en este momento, con una actitud de apertura y curiosidad, sin juicios”. Según esta idea, comer con consciencia plena, significa transformar el ¨piloto automático” y las prisas por simplemente saborear y disfrutar de la ingesta con curiosidad y aceptación en el momento presente.
Regenerar y entrenar las neuronas
Hoy, la neurociencia demuestra que podemos regenerar y entrenar las neuronas. También podemos aprender a transformar nuestros patrones alimenticios. Saborear viene del latín “sapere” (tener inteligencia), y como dice el refrán, “quien bien come y mejor digiere, sólo de viejo se muere” ¿por qué no aprovechar el momento de comer para saborear con placer!
Para aquellos curiosos con ganas de practicar Mindful Eating, una posible experiencia es, elegir un desayuno, comida o cena y durante los primeros 10 minutos interpretar las diferentes percepciones, sensaciones y emociones, poniendo los cinco sentidos en acción. Es importante tomar consciencia de ¿qué estamos comiendo y cómo lo estamos saboreando?. Seguiremos profundizando es estas apasionantes experiencias a través de las páginas de ORIGEN.