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Poco podía imaginar esta inquieta e hiperactiva profesional de la sala y sumiller que le iba a llegar la oportunidad de capitanear Zalacaín, restaurante madrileño con 46 años de trayectoria y que fue la primera casa de comidas española en alcanzar, allá por el año 1987, tres estrellas Michelín. Pero, tras sus dudas iniciales, Carmen González (Valencia, 1979) aceptó suceder a un clásico de la casa como Carmelo Pérez y ejercer como “directora de Operaciones” de este santuario gastronómico que, desde siempre muy vinculado al mundo de la política y los negocios, había decaído bastante, mostrando, además, un perfil demasiado “masculino”.

Texto: Luis Ramírez. Fotos: Zalacaín

Formada en grandes restaurantes suizos, británicos y españoles,  Carmen asegura que “ha recibido un abrazo profesional enorme tanto por parte de los clientes como del equipo de Zalacaín al asumir este reto tan fascinante. Gracias a ello puedo luchar por la dignificación del mágico oficio de la sala. Pero nadie debe olvidar que aquí he llegado como profesional, no como mujer”. Su objetivo: “Aportar esa frescura que quizá estaba un poco oculta en los últimos años de Zalacaín. Como el factor humano es el gran motor de una empresa, quiero hacer partícipe a todo el equipo de una nueva energía”. Justo al final de un servicio, le planteamos directamente a Carmen nuestro cuestionario alternativo. 

¿Cuál es su personaje histórico favorito? Leonardo da Vinci

¿Y de ficción? Ironman y los Transformers

Recomiéndonos un libro. Zalacaín el Aventurero (ríe). Mejor, “La sombra del viento”, de Carlos Ruiz Zafón, que me marcó mucho en su día y lo reelería constantemente.

¿Cuál es su viaje favorito? México

¿Y su viaje pendiente? El África negra

¿Su comida favorita? La paella valenciana

¿Qué receta le gusta preparar? A las recetas clásicas siempre les pongo mi toque creativo. Me gusta preparar guisos y, sobre todo, zarzuelas. Lo último, un arroz marinado.

¿Qué pasión ha descubierto recientemente? El boxeo, que me permite desahogarme y no pensar en nada. Salgo con más energía.

¿Qué le pide a un vino? Que me enamore, me sorprenda y me apasione.

¿Y qué tipo de vino le emociona? Los Champagnes y, sobre todo, los del Marco de Jerez, que me tienen enamorada.

Sugiéranos una buena armonía entre vino y comida… He descubierto que con un buen steak tartare, como el de Zalacain, van fenomenal los vinos blancos sobre lías o con un toque de madera.

¿Qué ve en televisión? Series como “Juego de tronos”, igual que el resto del mundo. Me ha atrapado.

¿Cuál es su prioridad cuando recibe a un cliente? Emocionarle, conquistarle, sorprenderle, fidelizarle… Que un adiós se convierta en un hasta luego. Quiero volver a verle.

¿Qué representa para usted una sonrisa? La magia de todo.

¿Qué era Zalacain para usted antes de dirigirlo? Un referente, un imposible. Hoy sigue pareciéndome que el valor de la casa está por encima de todo, gracias a ese respeto hacia el cliente y ese saber hacer bien las cosas. Restaurantes como Zalacaín han de existir siempre.

¿Cómo vive los días de malhumor? Como soy muy optimista, no me gusta tener malos días y si llegan, reflexiono para cambiar el talante.

¿Dónde le gustaría vivir? A veces en una isla rodeada de cocos, pero como soy muy social, no sabría estar sola. Como buena valenciana, el mar me tira mucho y también necesito la energía del sol.

¿Su ocupación favorita? Aparte del boxeo, ahora me apetece pintar, aunque me da mucho miedo porque no sé hacerlo. Espero desarrollar nuevos hobbies que me diviertan, porque me gusta mucho divertirme.

¿Cuál es su posesión más preciada? Un estuche muy pequeño donde mi padre guardaba cosas de aseo. Parece algo insignificante pero si lo perdiera me moriría. Y un amuleto, un dios maya: siempre me aferro a él, porque me da muy buena suerte.

¿Cuál ha sido su mayor logro? Pensar que todavía me queda mucho por aprender. Ser curiosa me hace seguir hacia adelante.

¿Qué talento le hubiera gustado tener? Puede parecer insólito, pero me gustaría, una vez en la vida, doblar unos dibujos animados. Siempre lo he tenido en la cabeza.

¿Cuál será la meta de su próxima carrera? Con los años he aprendido a vivir el presente. Lo cual no quiere decir que no tenga respeto al futuro.

¿Cuál sería el rasgo principal de su carácter? Soy muy pasional

¿Cuándo derramó la última lágrima? Hace mucho tiempo que no lloro y me preocupa a veces. Ahora, más bien, se me eriza la piel, pero he sido muy llorona.

¿Qué cualidad valora especialmente en una persona? La actitud positiva, las ganas de crecer, de mejorar…

¿Y cuál sería su principal cualidad? Creo que sé motivar a la gente

¿Qué es lo que más detesta? Que nadie escuche, aunque aparentemente lo hagan.

¿Qué le inspira indulgencia? Casi todo lo perdono, porque no soy nada rencorosa. Incluso la falta de respeto, aunque me duela.

¿Qué le parte el corazón? Que no seamos capaces de ver que estamos estropeando el planeta. También me entristece no ser conscientes de lo afortunados que somos de vivir en España.

¿Qué le alegra la vida? La felicidad de todos.

Si pudiera cambiar una sola cosa del mundo, ¿qué elegiría? Me encantaría que mi padre siguiera viéndome.

¿Qué música escucha? Toda, sobre todo la que perdura en el tiempo. Y Queen se lleva algunos de mis mejores recuerdos.

¿Cuál es su lema? La curva de la felicidad es la sonrisa

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