Aunque no siempre se tiene presente, la extensa comarca natural de Tierra de Campos, que se extiende por las provincias de Palencia, Valladolid y León, alcanza también a la de Zamora en su cuadrante nororiental, con capital en la localidad de Villalpando.
Texto y fotos: ADRI Palomares y Origen
En este entorno singular, escasamente poblado, sobresale la suave orografía del paisaje y unas peculiares características geológicas, que son responsables de la formación de las lagunas salinas que se engloban en la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila.
El turismo de naturaleza que se mueve a lo largo del mundo para ver, por ejemplo, los orangutanes en Uganda o las grullas japonesas, tiene también en su agenda los viajes a Tierra de Campos zamorana, pues acoge uno de los mejores espectáculos de la Naturaleza, la rueda de las avutardas, el ave voladora más pesada del mundo, que tiene en Villafáfila su mayor concentración mundial.
En este espacio natural se encuentra también el primer campo público de golf de la provincia de Zamora, situado en Villarrín de Campos. Se trata de un campo de nueve hoyos, diseñado por Manuel Rivero, que hace posible la utilización racional de los espacios naturales con fines recreativos, educativos y científicos, simultaneando conservación y desarrollo, siendo relativamente fácil observar bandas de avutardas en su entorno favorito, mientras se practica el golf.
Los palomares, estandartes de la cultura castellana
En este paisaje de formas llanas se elevan en el horizonte los palomares tradicionales, que forman parte de la riqueza patrimonial. Son estandartes de la cultura castellana que, lejos de ser construcciones figurativas, están llenas de vida, de cultura y de tradición en sus muros. En Tierra de Campos se construyeron con los materiales que más a mano se tenían, exclusivamente con barro, bien mediante adobe o tapial, mientras que en otras zonas zamoranas, como las comarcas del Pan y Tierra del Vino, se incorpora a los vanos y remates el uso de ladrillo o piedra.
Los palomares tuvieron gran importancia y distinción en tiempos pretéritos, destacando la Ley de Protección de los Palomares, promulgada por Enrique IV en la Cortes de León y Castilla allá por el año 1465.
Pero la historia de la paloma y los palomares es tan antigua como la del propio ser humano y su civilización. En la Cuarta Dinastía Egipcia, datada con más de 3.000 años Antes de Cristo, ya es conocido el gran valor gastronómico de la paloma, que tiene en esta zona zamorana a un gran maestro de los fogones, Luis Alberto Lera, al frente del restaurante Lera, protagonista de un amplio reportaje en este mismo número de ORIGEN.
Especies cinegéticas como la liebre y la perdiz roja son también muy abundantes y apreciadas en Tierra de Campos, especialmente cuando llega el otoño.
En el establecimiento de Castroverde de Campos no solo se ensalzan, desde el punto de vista culinario, la paloma, el pichón y otras piezas de caza, sino también las legumbres de la tierra, entre las que destacan las Lentejas de Tierra de Campos, que cuentan con su propia IGP, y que se benefician de un entorno agroclimático ideal, que permite una lenta maduración de estas joyas humildes, de excelente calidad, que enriquecen todos los guisos de los que forman parte.
Sin alejarnos mucho, en la localidad de Villalpando se encuentra el Consorcio de Promoción del Ovino, una cooperativa de primer grado, la mayor del sector a nivel europeo desde su propio centro de Villalpando. Es la primera Entidad Asociativa Nacional de Castilla y León, que aglutina a más de 700 explotaciones ganaderas. Su volumen de producción y comercialización sobrepasa el 20 por 100 de la producción total de Castilla y León (70.000.000 litros) y concentra el 80 por 100 de la producción de la Denominación de Origen Queso Zamorano (1.750.000 litros) con razas autóctonas como la Castellana y la Churra.
Los Feos de almendra
Sin salir de Villalpando y en la cercana localidad de Cerecinos de Campos, las confiterías La Concepción y Herederos de Ángel Burgos elaboran uno de los productos más típicos de la zona, los Feos, una pasta crujiente cuyo nombre se debe al feo aspecto que adquirió por un error cometido por el maestro pastelero en la elaboración de unos dulces de almendra. Elaborados con harina, huevo, azúcar y almendra, los Feos de Cerecinos de Campos cuentan con una receta secreta, que se ha transmitido de generación en generación y cuya fórmula dicen que se preserva bajo llave.
Para elaborar estos Feos, en Cerecinos de Campos se encuentra la fábrica de harinas que cuenta con un Molino de Piedras que, a través de silenciosas moliendas, elabora harinas de siempre, de sabores olvidados y ahora recuperados.
Ese molino de piedra produce harinas ecológicas y otras harinas especiales, además de estar integrado en Harina Tradicional Zamorana, que cuenta con su particular Marca de Garantía. Es precisamente ella la que aporta un claro matiz diferenciador: sabor y aroma similares a los de hace décadas, lo que influye en la textura del pan y permite que se consiga una miga más consistente y sabrosa.
Es una de las grandes señas de identidad de la inmensa comarca cerealista castellana, una de las principales de Europa, desde los tiempos en los que los panes artesanos no gozaban del prestigio adquirido con posterioridad
Los “Campos Galaicos”
A los terracampinos les gusta contar que su origen se sitúa en los “Campos Galaicos”, primer topónimo documentado de la comarca. Luego se convertirían en los “Campos Góticos” en los que los visigodos se asentaron, tras ser expulsados del sur de la Galia por los francos, allá por el siglo V. Después, esta población se dispersó por otros puntos de la antigua Hispania o se asentó en Toledo, la capital de su reino.