La gripe española, una guerra, su postguerra… ninguna crisis ha podido con el buen hacer de este restaurante que ha sido testigo de tantísimas celebraciones familiares, del paso de miles de personas de todo el mundo, de hitos como la celebración de la última reunión de la Generación del 27 en sus salones. Ahora llega una pandemia que nos impide viajar, deja de oírse el jolgorio en las calles, entre sus paredes… y su solidez se tambalea. Ocurre en la Plaza Mayor, y también en otra treintena de restaurantes centenarios que salpican la capital y a los que ahora, para proteger su legado y tratar de que su actividad continúe cuando todo esto termine, el Ayuntamiento de Madrid ha declarado espacios culturales y turísticos de interés general. En la imagen, el Salón Duque de Los Galayos.
En Los Galayos (C/ Botoneras, 5 – Plaza Mayor, 1. Madrid. Tel. 91 366 30 28. www.losgalayos.net) se han escrito cientos de pequeñas historias cada día: el cumpleaños del abuelo, las bodas de oro de papá y mamá, el reencuentro con los compañeros de Erasmus, flechazos a primera vista de un lado a otro de su majestuosa barra… Historias que importan a quienes las han vivido; y otras más grandes que han marcado la literatura o la política de este país. El valor de estos salones va más allá de lo material, y así lo ha reconocido también el Ayuntamiento madrileño, que acaba de aprobar una propuesta del Área de Cultura, Turismo y Deporte para declarar a este y al resto de restaurantes centenarios de Madrid “espacios culturales y turísticos de especial significación ciudadana e interés general para la ciudad”. Tal y como apuntan en nota de prensa, “tradición, cultura y gastronomía son los ingredientes que distinguen a estos establecimientos que acumulan siglos de vida. Con esta medida, el Consistorio quiere poner en valor este valioso patrimonio de la capital, cuya supervivencia se está viendo seriamente amenazada por la crisis sanitaria derivada de la pandemia de la COVID-19”.
Y es que, pese a las adversidades, en Los Galayos siguen poniendo cada día su mejor sonrisa tras la mascarilla y todas las medidas a su disposición para procurar un consumo seguro. Incluso se puede pedir prácticamente toda la carta para llevar por Just Eat o Glovo. En el restaurante, distancia suficiente entre comensales tanto en sus maravillosos salones -el Duque y el Ávila con los aforos permitidos- como en las dos terrazas acondicionadas, la de Botoneras y la de la majestuosa Plaza Mayor; desinfección constante y por supuesto, su buen hacer de siempre -y ya son años demostrándolo-, que bien merecen una visita ex profeso al centro. ¿No echáis de menos el olor de ese Cochinillo asado de Espirdo que sabe a tradición? ¿El crujir de esos Torreznos ibéricos acompañados de esas cañas tiradas con arte? Ahora más que nunca, su premiado Cocido madrileño en puchero de barro pide a gritos que los ‘gatos’ -de pedigrí o de adopción-, los que estamos cerca, nos acerquemos a calentar con él cuerpo y alma cualquier día de la semana, y a un precio de 21 €.