La asociación denuncia la desaparición de 53 bodegas y de casi 3.000 viticultores en la última década en Rioja por un modelo que prima más la cantidad que la calidad. «Vamos a seguir defendiendo a la pequeña bodega pese al nulo apoyo institucional», afirma Hernáiz.
Bodegas Familiares de Rioja ha denunciado la desaparición de 53 bodegas y de casi 3.000 viticultores dentro de la DOCa Rioja durante los últimos diez años por una política basada más en la producción de cantidad en lugar de calidad, las complicaciones burocráticas y la falta de apoyo institucional para el modelo de negocio familiar. Rioja ha pasado de contar con 526 bodegas con actividad comercial en el 2011 a 473 en la actualidad (más del 10% de bajas), de la misma forma que el número de titulares de viñedo se ha reducido de 17.296 a 14.455 (más del 16%) según datos oficiales del Consejo Regulador. De las 473 bodegas activas en el mercado el año pasado, 27 de ellas son cooperativas y tampoco se reflejan en la estadística los efectos de la pandemia, ya que el primer trimestre fue de actividad normal, por lo que el año próximo podría contabilizarse además un número de cierres importante y adicional.
Nueva junta directiva
La asamblea renovó por unanimidad la presidencia de Eduardo Hernáiz (Hermanos Hernáiz) por cuatro años, a quien acompañarán en la directiva Juan Carlos Sancha, como vicepresidente, María José Nestares, de bodegas Nestares Eguizábal como secretaria y Pedro Torrecilla, de Bodegas Martínez Alesanco como tesorero. Asimismo, la asamblea eligió vocales a Juan Bautista García (Paco García), Marta Besga (Castillo de Mendoza), Pedro Salguero (Viña Ijalba), Ricardo Fernández (Abeica), Javier Salcedo (Tobelos), Eva Cantera (JER) y Sonia Martínez (Ramírez de la Piscina).
Las bodegas familiares reiteraron su apoyo a la gestión realizada por Eduardo Hernáiz en los últimos cuatro años, en los que la asociación ha duplicado su número de asociados, quien se comprometió a seguir defendiendo ante las instituciones este modelo de negocio, enraizado al territorio y generador de empleo en el mundo rural: «Lamentablemente, las instituciones nos han dejado solos, pandemia incluida, con el reparto de ayudas públicas para grandes compañías, que luego se vuelven competencia nuestra, y un funcionamiento del Consejo Regulador, en el que, a pesar de contar con la delegación de voto de 150 pequeñas bodegas, un tercio de las que quedan, únicamente nos asignan el 8% de la representación, lo que pone claramente de manifiesto la necesaria reforma estatutaria bloqueada por las organizaciones mayoritarias para reconocer un peso específico a la representación social».
Hernáiz explica que «los datos de bodegas y viticultores están ahí: hemos perdido más de un 10% de las bodegas, todas o casi todas familiares, en la última década y han desaparecido también casi 3.000 titulares de viñedo, el 16% de los que había, lo que pone de manifiesto que el modelo que seguimos no funciona». Un dato, este último, que todavía es más dramático, puesto que realmente son unos pocos miles de viticultores los que continúan en activo con cartillas agrupadas por explotación pero todavía a nombre de familiares que ya no se dedican a la viticultura.
Trabas y complicaciones burocráticas
En este sentido, el presidente de Bodegas Familiares, como ha hecho públicamente durante estos cuatro años, cuestiona que las decisiones que se están tomando en Rioja, que continúan primando más un modelo de cantidad que de calidad, y denuncia asimismo las importantísimas y crecientes trabas y complicaciones burocráticas que animan a cerrar la persiana, así como la pérdida de rentabilidad por hectárea y botella: «En este sistema únicamente se sobrevive creciendo en hectáreas o en volumen de producción, con el control de grandes compañías y multinacionales para las que Rioja es sólo una parte de su negocio y que, ante la ceguera de las instituciones, hace mucho daño a quienes apostamos por esta tierra y a quienes invertimos aquí nuestro patrimonio en exclusiva».