Las acciones puestas en marcha abren una ventana para que los urbanitas puedan conocer de primera mano esta actividad que reivindica nuestro patrimonio rural, medioambiental y social. La presencia de las administraciones públicas en la agenda de actuaciones plasma la importancia de esta tradición para toda la sociedad. Despertar el interés de las nuevas generaciones es el objetivo clave para lograr que este tipo de ganadería no termine en el olvido. La localidad vallisoletana de Mayorga ha servido de escenario para que los medios de comunicación y el gran público puedan ser testigos directos de cómo es la vida real de unos trashumantes en el siglo XXI. La convivencia de las nuevas tecnologías con la sabiduría de siempre es esencial a la hora de asegurar que los pastores trashumantes sigan entrando y saliendo de nuestros pueblos, ayudando de esta forma a conservar el patrimonio social, cultural y natural de Europa.
Existen formas de criar a las cabañas ganaderas que suponen, además de una fuente de alimento para la población en el presente, una forma de asegurar su futuro. Entre ellas, la Trashumancia se consolida como uno de los principales. Esto es por los aportes de la ganadería criada así al conjunto de la sociedad. Gracias a ello, este método, que implica un gran sacrificio para los pastores que lo practican, es reivindicado como imprescindible.
La Trashumancia es la respuesta de los pastores a la búsqueda del mayor bienestar animal. El largo recorrido que se realiza tiene como punto de destino final los lugares donde las temperaturas son las más adecuadas en función de la climatología del año. Se busca el frescor de las montañas en verano y la calidez de la meseta en invierno. Ese traslado para la buena salud de las cabañas es el responsable de que hagan ejercicio y pone a su disposición el recurso alimentario de los pastos naturales que se encuentran entre el punto de origen y el de destino.
La realización de esta práctica durante milenios ha ido forjando paulatinamente un vasto patrimonio cultural como son las cañadas reales, un recurso irrenunciable de nuestra tradición. Además, esta forma de cría ganadera se ha convertido en una aliada de excelencia del desarrollo sostenible. Sus aportaciones al medio ambiente radican en que el trasiego de las cabezas ayuda a limpiar los montes de biomasa, lo que ayuda a prevenir los incendios forestales, a la vez que contribuye a la biodiversidad por la acción polinizadora de los animales. Además, supone una fuente esencial de economía rural, ya que genera actividad en lugares donde no hay grandes alternativas de negocio.
Apoyo de Interovic a Ovinnova
El cambio de modelo de las sociedades europeas, marcado por el abandono de mundo rural y el auge de los núcleos urbanos, ha puesto en peligro los oficios rurales tradicionales. La perpetuación de la trashumancia es una necesidad para el conjunto de la sociedad, a tenor de los beneficios globales que asegura esta práctica.
La Organización Interprofesional del Ovino y Caprino presta su apoyo al Grupo Operativo Ovinnova por la labor que está llevando a cabo a la hora de visibilidad la necesidad de asegurar el futuro de la Trashumancia, como ha sido el caso del encuentro convocado en Mayorga. En declaraciones del presidente de Interovic, Raúl Muñiz: “Es fundamental que los que tienen en su mano la posibilidad de asegurar el futuro de la Trashumancia sean consciente de todo lo que hay detrás de esta práctica milenaria y modélica en todo el mundo. Los consumidores que metan en su cesta de la compra o en su pedido digital nuestras carnes de lechal, cordero y cabrito están ayudando a que esta labor sea rentable hoy y tenga futuro mañana”.
La directora general de Producciones y Mercados Agrarios del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Esperanza Orellana, presente en la localidad vallisoletana, ha destacado que “la importancia de la Trashumancia es mucha y por muchas razones. La primera, porque tenemos la oportunidad de asistir a una práctica tan milenaria y arraigada en nuestra ganadería desde hace siglos. Por otro lado, hablamos de animales de razas autóctonas, como la merina, que nos permite poner en valor este recurso y esta biodiversidad. Además, tiene un valor ambiental extraordinario, que se multiplica cuando se hace a pie, como en este caso. Esta producción nos da alimentos de una calidad extraordinaria que además son un aporte a la sostenibilidad y a la biodiversidad”.
Por su parte, el responsable del rebaño trashumante, el ganadero Francisco Morgado, ha recordado que “las cañadas reales son nuestras. Es un patrimonio de siglos y siglos que no hay que perder. La trashumancia nos da un producto sano a la vez que ayuda a conservar el terreno y prevenir incendios. Allá por donde pasan las ovejas, todo queda limpio. La sociedad desconoce por completo la labor que hacemos los trashumantes. El apoyo institucional podría servir para contribuir al asegurar el relevo generacional”. Por parte de la Fundación Mediterráneo, Ernestine Lüdeke ha valorado que las instituciones apoyen al Grupo Operativo Ovinnova. “La creación de sinergias entre los diferentes actores que pueden aportar, desde las universidades, investigadores… hasta el propio sector, es muy importante para poder construir la viabilidad de la Trashumancia. La co-operación es muy importante para lograr una actuación completa y eficaz, mucho más que las actuaciones a nivel individual”.
En nombre de la Junta de Extremadura, su director general de Agricultura y Ganadería, Antonio Cabezas García, se ha referido a la Trashumancia como “una de las prácticas historias de la ganadería en España, desde los tiempos de la mesta. Extremadura es terreno de asiento de trashumantes, donde van a pasar los inviernos en las dehesas. Supone una práctica de aprovechamiento de recursos muy importante. Aunque los tiempos van cambiando por las situaciones personales, que cada vez son menos los que lo hagan a pie, las administraciones tenemos que apoyar a estos ganaderos para que tengan los medios para seguir haciendo este trayecto a pie.