Las hijas de Carlos Moro refuerzan el órgano de gobierno de la compañía para dar continuidad a una tradición de siglos en la elaboración de vino y asegurar su futuro familiar.
Bodega Matarromera ha dado entrada este mes de julio a Beatriz y Paloma Moro, que han pasado a formar parte del órgano de gobierno de la compañía, asegurando así su futuro familiar. Beatriz y Paloma Moro darán continuidad a un legado construido generación tras generación e impulsado por su padre desde el año 1988. Sus nueve bodegas están presentes en seis de las denominaciones de origen más importantes de nuestro país y sus vinos llegan a más de 80 países.
La apuesta por la internacionalización que ha llevado a cabo la compañía desde sus inicios se verá potenciada por la visión exterior de Paloma y Beatriz quienes, en la actualidad, residen fuera de España. Esta visión global, unida a su juventud, ha favorecido en ambas una mayor conciencia sobre unos hábitos de vida saludables. Su sentido de la responsabilidad sobre los ingredientes que conforman nuestra dieta hace que aboguen por productos ecológicos, o sin alcohol, una tendencia en el mundo actual y en la que la compañía ha sido pionera a través de proyectos innovadores como la Bodega WIN Sin Alcohol. También apuestan de forma decidida por la sostenibilidad, un concepto ahora en auge, pero que ha sido desde el origen una seña de identidad de Bodega Matarromera.
“Viviendo fuera de España, Paloma y Beatriz siempre han estado involucradas en todo lo que acontece en la empresa”, apunta Carlos Moro. Paloma, es profesora de Economía de la Empresa en la Universidad de Copenhague y cuenta con una amplia trayectoria en puestos de dirección de grandes empresas internacionales, así como en la creación de empresas propias. Beatriz, vive en Georgia (Atlanta) y tanto su formación como experiencia profesional se ha centrado en la gestión de medios, relaciones públicas y marketing. Con su incorporación, se garantiza la sucesión como empresa familiar y se alcanza, además, la paridad de género en el máximo órgano de decisión de la compañía.
Lo mejor está por venir
“Lo mejor está por venir, como el mejor vino”, augura Carlos Moro, cuyo objetivo es convertir Matarromera en una compañía agroalimentaria de referencia. Esa visión llevó a Carlos Moro a conseguir con la primera cosecha de Matarromera de 1994 el Premio al Mejor Vino del Mundo y la Gran Medalla de Oro en la International Wine Competition. El bodeguero y empresario había alcanzado a sus 30 años el máximo nivel profesional en la Administración Pública y había decidido volver a su tierra natal para dar continuidad a esa saga de agricultores que durante siglos había cultivado viñas y abierto bodegas. Hijo, nieto, biznieto y tataranieto de viticultores no estaba dispuesto a interrumpir la cadena familiar, sino a potenciarlo y mejorarlo.
Tras Bodega Matarromera, decidió recuperar la antigua actividad vinícola de sus antepasados en la DO Cigales y creó Bodega Valdelosfrailes. Luego llegaría Bodega Emina. La primera década del S.XXI fue la de la gran expansión como empresa. Tras Emina Ribera (2004), se levantó Emina Rueda (2007). En ésta, se ubicaría la Almazara Oliduero, la primera ecológica de Castilla y León, en 2014. Después, se asentó en la DO Toro tras la compra de Bodega Cyan. También, en 2014 dio el salto a la DOCa Rioja con Bodega Carlos Moro, y en 2019 se instaló en la DO Ribeiro con Casar de Vide. En estos años, en concreto en el año 2000, Carlos Moro creó también Bodega Renacimiento, en una antigua e histórica casa familiar, en Olivares de Duero.