Decía Mario Benedetti que “Después de todo, la muerte es sólo síntoma de que hubo vida”, y ésta es la idea que se festeja en todo México los días 1 y 2 de noviembre: la muerte es parte de la vida y debemos celebrarla. En el Día de Muertos la Gastronomía Mexicana juega un papel muy importante, no en vano ambas han sido declaradas por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por lo que Iztac (Plaza del Ecuador, 4. Madrid, convertido en todo un referente de la auténtica cocina mexicana en la capital) conmemora esta fecha tan significativa en México incorporando a la propuesta diseñada por Juan Matías, chef ejecutivo del restaurante, algunos platillos típicos de dicha festividad, como fuera de carta, que se podrán degustar los días 29,30 y 31 de octubre en servicio de comida y cena. En la imagen, el pan de muerto.
Así, este año, los asistentes en esas fechas a Iztac podrán degustar el tradicional pozole rojo (sopa prehispánica que cuenta la leyenda que primitivamente se elaboraba con carne humana), el mukbil pollo yucateco (en la cultura maya mukbil significa “algo que debe enterrarse”) y el imprescindible “pan de muerto” (acompañado de chocolate artesano de metate).
La creencia popular prehispánica dice que las almas de los seres queridos que se fueron regresan durante el Día de Muertos, por ello, se les recibe con su comida y bebida favorita. Y así proceden en Iztac, honrando el alma de todos los muertos y de los amantes que dan nombre al restaurante: Una historia de amor ambientada en el esplendor del Imperio Azteca que relata la tragedia de Iztaccíhuatl y Popocatépetl en la que la joven y bella Iztaccíhuatl muere de tristeza tras creer, erróneamente, que su prometido había fallecido en la batalla.