San Martín de Valdeiglesias es un bullicioso pueblo de la Comunidad de Madrid. En sus alrededores se han cultivado desde el siglo XII Garnachas centenarias que son la base de los vinos de Las Moradas de San Martín (DOP Vinos de Madrid), un cuidado proyecto ecológico en el corazón de la vertiente madrileña de la Sierra de Gredos, en un entorno paisajístico de gran valor mediambiental, que se puso en marcha en 1999. Aseguran que en el Pago de los Castillejos, donde crecen las uvas más viejas a 870 metros de altura, “escuchan” a la Garnacha para trabajarla como ella misma dicta. Y también están recuperando otra uva tradicional de la zona,y hoy apenas cultivada, la Albillo Real.
Arraigadas en suelos pobres de composición arenosa granítica, las vides, de muy bajo rendimiento por hectárea, soportan abruptos cambios de temperatura, lo que propicia la alta calidad de la Garnacha. No olvidemos que esta uva plasma como ninguna otra la esencia de los suelos donde se cultiva, por lo que está considerada como la variedad más polifacética.
Los vinos de Las Moradas de San Martín (el nombre de la bodega es un guiño literario que hace referencia al último libro de Santa Teresa de Jesús y que da un juego extraordinario en las etiquetas, que muestran las aportaciones de escritores contemporáneos) tienen un perfil único, al que ayuda el clima mediterráneo continental asentado en este altiplano, en el que abundan los vientos del noroeste y la media de las precipitaciones oscila entre 470 y 540 milímetros. El resultado son vinos de mucha calidad y gran personalidad, ideales para su envejecimiento en botella: vinos de guarda, que ganan con el tiempo. Resultan largos, estructurados, sutiles y elegantes, para beber sin priesas. “Vinos con alma”, como le gusta decir al equipo de la casa.
Las Moradas de San Martín tiene capacidad para producir unas 80.000 botellas por añada a partir de pequeños depósitos de acero inoxidable que les permiten vinificar cada parcela por separado. También cuentan con “foudres” de 1.450 litros que utilizan para los “coupages” y afinamiento de los vinos.
“Buque-insignia” del “nuevo Gredos”, Las Moradas de San Martín siempre ha apostado por conferir todo el protagonismo a la Garnacha, responsable indiscutible del singular perfil sensorial de sus vinos.
Cuatro tintos y un blanco
La bodega comercializa en la actualidad cinco vinos, cuatro de ellos tintos de Garnacha y el Albillo Real blanco, que ofrece recuerdos al propio mosto y a los hollejos de la uva, con prevalencia de peras, orejones y piel de pomelo dulce. Untuoso en boca, tiene un final ligeramente amargo característico de la variedad.
Senda procede de diversas parcelas y resulta fresco y aromático. De color cereza, se aprecia en él una Garnacha muy varietal con aromas florales, ciruela, monte bajo y un fondo muy mineral, característico del suelo granítico.
Initio es limpio, brillante y de color rojo picota de alta capa con ribetes granates. En nariz muestra una gran complejidad, presencia de plantas aromáticas silvestres y fondo mineral. En boca se muestra vivo, elegante, amplio y estructurado, con prolongada y profunda persistencia.
Las Luces se elabora con Garnachas procedentes de la parcela Centenera, de 1916. Es un vino brillante y limpio, de color rojo picota de alta capa. En nariz resaltan las confituras de moras, ciruelas, regalices y cacaos, con gran variedad de balsámicos y fondo mineral. En boca se muestra elegante, amplio y estructurado.
La Sabina es un Garnacha de color cereza picota de capa media. Sus aromas transmiten lo más característico de la variedad: ciruelas, plantas aromáticas, regalices… En boca resulta poderoso y pleno: destacan los sabores frutales y el chocolate amargo. Muy mineral, finaliza con una excelente acidez.
Enoturismo: Esplendor de la Naturaleza
Aunque la propuesta de enoturismo (abierta a diversas posibilidades en función de la época del año) muestra el proceso de elaboración de los vinos en su conjunto y termina con una cata, el máximo disfrute de Las Moradas radica seguramente en su fusión con la naturaleza. Pasear por los viñedos del Pago de los Castillejos permite disfrutar de un enclave único, presidido por encinas, enebros, sabinas, olivos, pinos piñoneros y un sinfín de plantas aromáticas. Por los caminos proliferan especies animales, algunas de ellas protegidas, como el buitre negro, la cigüeña negra, el águila imperial o el búho real, que también forman parte del respeto por la Garnacha y por el territorio de Gredos que está escrito a fuego en la trayectoria de Las Moradas de San Martín.