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Ganadería apícola, un ejemplo de sostenibilidad

Tras aprovechar los recursos naturales necesarios, la ganadería apícola los devuelve a la naturaleza con beneficios medioambientales. Esto se debe a que las abejas son responsables de la existencia del 84% de las especies vegetales.

En estos días en los que la sostenibilidad de la ganadería está en boca de todos, España y la Unión Europea tienen la fortuna de contar con la más sostenible entre las mayoritarias. Se trata de la ganadería apícola que, como actividad medioambiental y económica, desempeña un papel crucial en el ecosistema, el entorno rural y sus habitantes.

Y es que la apicultura es uno de los pilares de la biodiversidad natural, puesto que las abejas, al alimentarse de néctar, trasladan el polen de una flor a otra contribuyendo a su reproducción; acto que las convierte en el agente polinizador más eficiente. De hecho, son las responsables de la existencia del 84% de las especies vegetales, aparte del 76% de la producción de alimentos.

Por ello, ninguna otra ganadería aprovecha los recursos naturales y devuelve los beneficios medioambientales a la naturaleza como la apícola. También hace lo propio con la sociedad, al colaborar en el desarrollo de las zonas rurales, ya que el sector está integrado por empresas familiares, donde cada una ejerce una labor fundamental: cría, extracción, comercialización, etc.

Para ejemplificarlo con datos, solo en España, el sector de la miel genera un valor estimado de 62 millones de euros anuales, cifra que representa alrededor del 0,44% de la Producción Final Ganadera, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Mientras, en el total de la Unión Europea su valor asciende a 14.200 millones de euros y emplea a unos 620.000 europeos.

En consecuencia, España ha incrementado un 50% el número de colmenas durante los últimos cinco años, hasta situarse en casi tres millones a finales de 2020. Tal situación ha permitido que nuestro país se encuentre por encima de la media europea en cuanto a profesionalización, tras concentrar el 80% del censo nacional bajo este criterio, y sea el segundo productor por volumen.

Consumo de miel estancado

A todo lo comentado anteriormente, hay que sumarle que la miel es un producto natural al que no se le puede añadir ni sustraer ninguna sustancia. De igual modo, actúa como edulcorante sustitutivo de otros azúcares y, por ejemplo, puede utilizarse para endulzar alimentos como lácteos, bebidas o frutos secos, y para preparar ensaladas, guisos, vegetales y carnes glaseadas.

Sin embargo, y pese a que el consumidor cada vez está más preocupado por su salud y el futuro del planeta, el consumo de miel en España continúa estancado en poco más de 0,8 kilos por persona al año, dato inferior al kilo de media que ingieren en Alemania -país que más consume en la Unión Europea- o de los 2,6 kilos anuales que se consumen en algunos países occidentales.

Además, según el estudio ‘Análisis del consumo de miel en familias jóvenes con niños’ elaborado por el Instituto de Investigaciones de Mercado y Marketing Estratégico Ikerfel, solo el 42% de la población española consume miel al menos una vez a la semana. En tanto, el 59% de los niños españoles desde los 6 hasta los 12 años no consume miel y un 14% lo hace de manera ocasional.

Ante dicho escenario, la Asociación de Comerciantes y Envasadores de Miel ASEMIEL-ANIMPA reta a los españoles a convertirse en Mielenials, familias jóvenes y modernas que desayunan con miel para afrontar con energía la clase de gimnasia en el colegio o la reunión matinal en el trabajo. El reto consiste en desayunar al menos un día con miel de Europa durante 15 semanas.

Por esta razón, ha incorporado a su página web www.desayunaconmiel.eu una planificación de 15 semanas con vídeorecetas para incluir este edulcorante natural en la primera comida del día.

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