La riqueza gastronómica de España es extraordinaria. Al norte o al sur, al este o al oeste, no importa dónde se ponga la lupa, cualquier pueblo de la geografía nacional esconde magníficos productos y particulares tesoros dignos de mención. Viajamos hasta la provincia de Toledo para conocer a fondo la localidad de Madridejos, estratégicamente situada en la mitad de la Autovía del Sur, lo que ha convertido desde siempre a este pueblo en el lugar perfecto para hacer parada y fonda. En la imagen, el Museo del Azafrán y Etnográfico.
Texto y fotos: Patricia Magaña
Aún hoy son muchos los que siguen pernoctando en la localidad, en alojamientos rurales como La Posada del Herrero, el “sueño hecho realidad” de María Luisa, la dueña de este establecimiento de 9 habitaciones y piscina en la azotea, donde todo está pensado para que el viajante pueda descansar, al tiempo que desayuna algunas de las exquisiteces de la zona.
Exquisiteces como las rosquillas o la mermelada de azafrán, que elabora con esmero Isabel Almansa en la empresa familiar Azafrán 1994, compañía que gira en torno a este producto “naturalmente bueno para las digestiones, relajante e incluso antidepresivo”, explica.
Ahora ella y su marido le han dado un giro al negocio, certificando su producto como Kosher y ecológico, innovando en packaging y aventurándose en una nueva línea de negocio gourmet en la que comercializan miel de azafrán, trufas elaboradas con aceite de azafrán, escamas de sal con azafrán y un delicioso y adictivo licor de esta especia.
La rosa del azafrán
Castilla-La Mancha es, el mayor productor de azafrán de España. Solo en Madridejos podemos encontrar cuatro potentes productores de esta especie, que nace de un bulbo que ha de sembrarse entre finales de agosto y principios de septiembre.
Coincidiendo con la festividad de Santa Teresa (“para Santa Teresa, rosa en mesa”), los bulbos producen entre 4 y 6 flores, que se recolectan a finales de octubre para poder “mondarlas”, es decir, extraer los tres estigmas que posee cada flor para, posteriormente, tostarlos y así conseguir la especia tal y como la conocemos.
En este proceso se implica toda la comunidad, los hombres actuando de “cogenderos” y las mujeres realizando “la velá” en torno a una mesa. Un trabajo ingente y muy intenso que tiene una duración de entre 15 y 20 días.
Toda esta información la encontramos en el Museo del Azafrán y Etnográfico de Madridejos, ubicado en el bellísimo antiguo convento de franciscanos renovadores del siglo XVI que, desde 2005, alberga esta joya museística promovida, con un cariño que se respira en cada estancia, por la Asociación local El Carpio.
Esta asociación también ha colaborado en la recuperación de otra de las joyas de Madridejos, los silos, asombrosas viviendas bajo el nivel del suelo que los novios escasos de recursos construían con sus propias manos entre mediados del siglo XIX y principios del XX. Merece la pena la vista al Silo del Tío Colorao, que permanece intacto y en el que se pueden recorrer la cuadra, la leñera, las alcobas o la cocina. Un maravilloso viaje al pasado.
Vino y aceite madridejense
No muy lejos de este curioso silo se encuentra la bodega Bogarve 1915, donde Carmen García de la Cruz honra a sus antepasados creando vinos sorprendentes a precios extremadamente asequibles.
Fundada por su bisabuelo para producir vinos y mistelas a granel, Bogarve 1915 inicia la plantación de sus propios viñedos en 1996 y entra en el negocio de los embotellados en 2006. Actualmente producen unas 300.000 botellas de vinos inscritos tanto en la DO La Mancha como en Tierra de Castilla.
Destaca su línea Alma de Vega, un delicado y emotivo homenaje a la madre de la bodeguera, y los vinos de consagrar que preparan tanto para las ceremonias de la Iglesia Ortodoxa como para las de la Iglesia Católica. Como recomendación: su vermut elaborado con Airén madurado durante tres meses en una mezcla secreta de hierbas que dará que hablar.
De unos familiares de Carmen es la almazara García de la Cruz, que elabora aceites que viajan desde Madridejos a lugares tan remotos como Estados Unidos, Japón, África o Australia, en formatos que van desde la lata hasta el vidrio pasando por la botella de PET. Por eso, acaba de ser galardonada con el Premio Alimentos de España a la Internacionalización Alimentaria. “Normalmente a los extranjeros no les gustan los aceites demasiado fuertes”, explica Almudena Vila, responsable de calidad de la almazara.
La empresa, que en estas fechas cumple 150 años, fue fundada en 1872 por una mujer, y durante las dos siguientes generaciones fue una mano femenina la que guió el negocio, que todavía hoy sigue teniendo carácter familiar.
La Meseta, cocinando el territorio
Azafrán, aceite, vino… Todos estos productos típicos de la zona encuentran buen fin en un gastrobar que está revolucionando Madridejos y alrededores: La Meseta. En él Enrique García, un jovencísimo chef, sorprende a sus paisanos con una cocina manchega impregnada de toques internacionales que da lugar a interesantes platos.
“La idea de La Meseta es que puedas viajar a Perú, a China o a Singapur, pero siempre con productos manchegos y manteniendo nuestra propia identidad de esta zona de La Mancha”, explica el chef. Eso es lo que le ha llevado a crear elaboraciones como el Baba Ganoush de berenjena ahumada, el Hummus de asadillo, la Pluma de cerdo ibérico con un marinado japonés o el Lomo de ciervo adobado con salsa tailandesa de espinacas, entre otros muchos platos.
Platos que forman parte de un menú degustación que puede ser corto (8 pases por 40 euros) o más largo (13 pases por 70 euros). Todo ello acompañado por los vinos de la zona que Enrique Tendero, compañero de infatigable del joven chef, propone a los comensales.
Sobran razones para visitar Madridejos ¿o no?