Tiene aspecto de caserío vasco, pero está en el margen derecho del río Duero, en el corazón de la DO Ribera del Duero y recibe el nombre de Dehesa de los Canónigos por haber sido el clero su primer propietario.
Pero pocos se imaginarían todo lo que ocurrió hasta llegar a ser una de las bodegas más emblemáticas de la región. Poner un pie en esta bodega te hace respirar historia, arte, cultura, ecología y solidaridad. Todo siempre vinculado al entorno, a la castellanidad, a la familia y al campo.
Un entorno magnífico con una oferta enoturística interesante y que se ajusta a las necesidades de cualquier visitante.
Grandes vinos en un entorno idílico
Además de conocer la historia de la finca, de la familia Sanz Cid y la elaboración de sus vinos de calidad incuestionable, los enoturistas tienen la oportunidad de interactuar con un entorno idílico, en el que destaca un frondoso pinar de más de 200 años.
Una de las actividades es Camino a Solideo, el recorrido que siguen las uvas desde la vendimia hasta crear el vino calificado como Reserva. Comienza en los viñedos, con certificado de agricultura ecológica, donde la diversidad de suelos y el terroir de la Ribera del Duero se manifiestan a cada paso. Para acabar catando dos de los vinos más representativos: Dehesa de los Canónigos 15 meses y Solideo, acompañados de un aperitivo con productos de cercanía.
Si se busca algo más exclusivo, la propuesta es La Selección de Luis, donde además se puede catar Dehesa de los Canónigos Gran Reserva Luis Sanz Busto 2010, un vino que solo se ha elaborado en dos ocasiones en la historia de la bodega, añadas únicas y excepcionales. Dedicado al fundador de Dehesa de los Canónigos, es un homenaje de sus hijos y de su esposa Mª Luz, por su entusiasmo y sacrificio para poner en marcha esta bodega y mantenerla en lo más alto.
El pulmón verde de la Milla de Oro
Encinas, sabinas, pino resinero, quejigos y, sobre todo, pino piñonero. Todas estas especies de árboles forman una gran masa forestal, que ocupa un tercio de las 600 hectáreas que abarca la finca donde se erige Dehesa de los Canónigos, y que contribuye a la reducción de la huella de carbono gracias a su efecto sumidero.
En este entorno, en la linde del río, transcurre la senda G-14: también es posible alquilar bicis eléctricas y recorrerla en Dehesa al natural, desde Castilla Termal Monasterio de Valbuena hasta la bodega, donde se termina con visita y degustación.
Y para los más atrevidos, Del cielo a la viña, una posibilidad insuperable de tener la Milla de Oro a tus pies y poder contemplar este pulmón verde desde un globo. Fiel reflejo de una gran historia de amor, la de Luis Sanz y Mª Luz Cid, que supuso el inicio de la historia vinícola de la familia.
De los monjes Canónigos a la familia Sanz Cid
En 1842, adquirió Dehesa de los Canónigos un empresario vasco, Toribio Lecanda y del Campo. La heredó su hijo Teodosio, renombrado arquitecto, que construyó su casa a imagen de un caserío vasco para recordar sus orígenes.
En 1931, los antepasados de Mª Luz Cid compraron la finca, pero la tuvieron que vender en los años 60. Ella, sin consuelo, grabó en uno de los árboles del pinar: “Dehesa, querida, ¿cuándo te volveré a ver?”.
Y se reencontraron pocas semanas después, cuando su esposo, Luis Sanz Bustos, decidió hacerse con Dehesa de los Canónigos y convertirla en una de las bodegas icónicas de la Ribera del Duero.
Aprovecharon las naves en forma de U que albergaron los antiguos silos para ubicar la actual bodega. Los muros de adobe son ideales para mantener la temperatura adecuada en la elaboración y crianza de los vinos.
Luis abandonó sus estudios de Medicina y comenzó una nueva etapa en su vida. Con esfuerzo, trabajo y amor, sobre todo a su familia, nació la primera añada de Dehesa de los Canónigos en 1989. Para ello contó con la ayuda y el apoyo de dos enólogos (también amigos) de gran prestigio en Castilla y León, hasta la incorporación de su hija Belén como enóloga diez años después.
De los cuatro hijos del matrimonio Sanz Cid, son Belén e Iván quienes han dado continuidad a este proyecto y lo han llevado más allá de nuestras fronteras. Belén es la directora técnica y enóloga de Dehesa de los Canónigos, e Iván, el director general y responsable del viñedo.
Los dos con una buena formación y, sin duda, una pasión por la viticultura y por ese modo de vida que eligieron sus padres y que han sabido mantener, sin renunciar a los valores y la filosofía de la familia y de la bodega, que funcionan mediante una máxima indiscutible: “antes uvas que cubas”.
La Dehesa solidaria
Dehesa de los Canónigos nació con una gran sensibilidad y responsabilidad social. La familia Sanz Cid siempre ha querido apoyar la cultura, la gastronomía, el arte y colaborar en causas solidarias.
Uno de los hitos recientes más importantes es la puesta en marcha del proyecto ‘Viña solidaria’: una edición especial y limitada de Quinta Generación cuya recaudación de sus ventas va destinada cada año a una organización sin ánimo de lucro.
Y, por otro lado, desde 2011 organiza la subasta del vino Dehesa de los Canónigos Selección Especial Padrino de Vendimia, en la que el importe recaudado se destina a una ONG escogida por el propio Padrino.