NOC Viognier 2022, monovarietal de esta variedad tan significativa para el proyecto de Carlos Galdón en los Montes de Toledo, es la segunda añada de este excelente blanco de carácter fresco y afrutado. Ha obtenido una Medalla de Oro en el Concurso Mundial de Bruselas.
Bodegas NOC (con viñedos situados en las localidades toledanas de Manzaneque y Los Yébenes) presenta la segunda añada de uno de sus vinos blancos más especiales: NOC Viognier 2022, un monovarietal de esta uva originaria del Ródano que se ha adaptado a la perfección a la idiosincrasia de los viñedos de NOC en Los Yébenes, en el corazón de los Montes de Toledo. Como en las anteriores añadas, mantiene su estilo, pero es ligeramente más aromático e intenso y con mayor volumen en boca. Dotado de un brillante color amarillo con reflejos verdosos, en nariz se presenta muy frutal, con recuerdos de albaricoque, melocotón y flores blancas. En boca, es fresco, goloso, complejo, largo y persistente, con una amabilidad que invita a seguir bebiendo. Es un vino perfecto para combinar con aperitivos, ensaladas, mariscos, pescados y carnes blancas. NOC Viognier 2022 se ha hecho con una Medalla de Oro en el Concurso Mundial de Bruselas, una de las competiciones más prestigiosas del sector.
La altitud de las fincas
Con una crianza sobre sus lías en depósitos de acero inoxidable durante cinco meses, fue elaborado con los frutos de una de las parcelas de los viñedos en Los Yébenes, de una superficie de 3,5 hectáreas, recolectados a mano. Uno de los rasgos más singulares de NOC es la altitud de sus fincas, a 850 metros sobre el nivel del mar, lo que aporta un extra de frescura que fue decisivo para la maduración óptima de la uva durante el verano de 2022. Tras unos meses de temperaturas muy altas y una gran exposición al sol, esta altitud fue decisiva para proteger la uva, de manera que se obtuvo un fruto de gran calidad.
Bodegas NOC continúa su senda como uno de los proyectos más disruptivos e innovadores de Castilla-La Mancha. Detrás de él, el empresario Carlos Galdón, que ha trabajado con denuedo para demostrar el potencial del terroir de los Montes de Toledo y engendrar vinos frescos, elegantes, sutiles y de una calidad soberbia. Junto a él, un equipo de primer nivel, con Ignacio de Miguel como director y Elena Rincón y Jaime Notó —este último, ‘padre’ de Anna de Codorníu, un cava rompedor— como enólogos.
