La historia de Fontclara es la de un flechazo. La de Roland Zanotelli con el Empordà, con su paisaje, su flora, su tradición, su tierra, su gastronomía, y, por supuesto, sus campos de olivos.
Arbequina y Argudell
Apasionado de la botánica, la gastronomía y el arte, y cautivado por la zona, Zanotelli decidió convertir su sueño en un proyecto real creando raíces con gente del territorio en este hermoso lugar que, a sus ojos, recogía como ningún otro en el mundo todos los valores del espíritu mediterráneo. De esta historia de amor con los olivos centenarios que encontró plantados en la finca del municipio de Palau Sator, nació el aceite de oliva virgen extra Fontclara, de variedades Arbequina y Argudell.
Intrépido hasta la médula y emprendedor incansable, enseguida empezó a comercializar el Aceite Fontclara alrededor del mundo. Una colección singular, única y limitada por añadas que ha sido acogida y alabada por gourmets internacionales, además de recibir el reconocimiento de la crítica. En efecto, Aceite Fontclara cuenta ya con numerosos premios de certámenes internacionales y, lo que es más importante, con el apoyo de un público fiel ávido de sentir en su paladar la esencia del Empordà.
Una extensión de terreno, que aumenta año tras año, permitirá en los próximos años incrementar la producción de litros de aceite, y en un futuro también se
prevé la integración de productos complementarios en el catálogo de Fontclara.
En el corazón del Baix Empordà
La Finca Zanotelli de Fontclara, situada en el corazón del Baix Empordà, entre los encantadores pueblos medievales de Peratallada, Palau-Sator y Ullastret y
Pals (conocido popularmente como el triángulo de oro del Empordà), dispone de diversos campos repartidos por la zona entre arrozales y árboles frutales. Es
un lugar privilegiado de la Costa Brava, bendecido por un microclima sobre un terreno de alto poder de producción: es una especie de milla de oro arquitectónica
y natural de donde nace el mejor tesoro líquido, el aceite de oliva Virgen Extra Fontclara.
El enfoque sostenible de la finca es una seña de identidad de Fontclara. Se produce de forma respetuosa y ecológica, bajo la supervisión del Consell Català
de la Producció Agrària Ecològica, que garantiza el cumplimiento de las normativas exigidas. Todo ello supone, por ejemplo, que en todos los campos se favorezca
la floración espontánea de hierbas y flores bajo los olivos, para promover el equilibrio de flora y fauna y crear ecosistemas vivos que favorecen el control
de plagas. Esta biodiversidad se mantiene gracias a las aguas subterráneas que, a partir de la construcción de pozos impulsados por energía solar, riegan
el subsuelo mediante canalizaciones que se encuentran bajo tierra, aportando el agua justa que necesitan las raíces de los olivos, a la vez que se mantiene el
campo siempre verde y en flor.
Actualmente se cultivan unos 6.000 olivos en 35 hectáreas de terreno, muchos de ellos árboles centenarios. Las aceitunas de las variedades Arbequina y Argudell se recogen verdes a finales de septiembre o principios de octubre. Solo se conservan los mejores ejemplares, tras un minucioso proceso de selección manual, para evitar cualquier alteración en los matices de sabores y aromas del aceite.
Se procesan inmediatamente en la misma almazara de la finca con el molino Mori, procedente de Italia, última tecnología para optimizar la calidad del aceite, donde también se almacena en depósitos de acero inoxidable con temperatura controlada, y se embotella solo según demanda el aceite de oliva conseguido antes de su distribución internacional.
Una embajadora de lujo: Iolanda Bustos
El entorno natural del Empordà, una gastronomía que ensalza la materia prima local, una oda a las flores y las plantas, una pasión por la tierra. Todos estos
son los valores que ha tenido en cuenta Roland Zanotelli a la hora de nombrar a la mejor embajadora que podía tener su preciado aceite de oliva Virgen Extra: Iolanda Bustos, más conocida como la Chef de las Flores.
Una cocinera de renombre en cuyo recetario la botánica cobra otra dimensión, ya que las flores y plantas no son simples aderezos, sino protagonistas en sí mismas de los más elegantes y creativos platos. Qué mejor embajadora, pues, que una cocinera nacida en Palau-Sator, conocedora como nadie de los ingredientes, particularidades y talante de la zona, cuya cocina aúna como pocas sofisticación, sensibilidad y delicadeza, valores que casan a la perfección con los de Fontclara.
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