El restaurante Ambivium (perteneciente a Alma Carraovejas, el consorcio que lidera Pedro Ruiz) celebra media década de vida con la apertura de una nueva bodega dentro de sus propias instalaciones. Un espacio único que permitirá a quienes visiten el restaurante transitar por el mundo del vino a través de una colección de referencias únicas. La Bodega, que está concebida para formar parte de la propia experiencia de Ambivium, tiene una capacidad para 7.500 botellas y esconde tesoros enológicos de los productores más prestigiosos del mundo.
Se trata de un nuevo “cruce de caminos” entre el vino, la arquitectura y el arte. Un viaje que pone a disposición de los sentidos de quienes la visiten las miles de referencias que se han ido sumando a la carta de vinos durante estos cinco años. Un templo que atesora elaboraciones únicas que, con mimo, el equipo de sumillería ha ido seleccionando a lo largo y ancho de la geografía vitivinícola mundial. Todo el espacio ha sido ideado para que cada botella sea conservada en condiciones óptimas de temperatura, luz y humedad, a la vez que puedan ser admiradas por todo aquel que cruza sus puertas.
“Con la apertura de la nueva bodega de Ambivium conseguimos cerrar el círculo de una experiencia inmersiva total en torno al vino y a su cultura. En este espacio recogemos y compartimos una parte del alma de todos esos productores que han conseguido emocionarnos a través de botellas irrepetibles, e incluso disfrutaremos de algunas elaboraciones que solo podremos probar aquí”, ha destacado Pedro Ruiz.
Cada uno de los proyectos de Alma Carraovejas
La planta baja de la nueva bodega acerca el universo de Alma Carraovejas a través de una representación cronológica de cada uno de sus proyectos vitivinícolas. Comenzando por su origen, Pago de Carraovejas, con una muestra singular de todas sus referencias, primeras añadas y botellas únicas. El recorrido continúa por la segoviana Ossian; Milsetentayseis en Fuentenebro (Burgos); Viña Meín y Emilio Rojo en Ribeiro; Aiurri en la Rioja Alavesa; los vinos de la importadora SV Wines, y el último en incorporarse, Bodega Marañones, situada en la Sierra de Gredos.
Separada por una escalera de caracol, la primera planta alberga una selección de botellas de todo el mundo. Auténticos iconos del universo vitivinícola que nos permiten viajar por todas las principales regiones y en el que, además, se rinde un especial tributo a ocho zonas concretas: Ribera del Duero, Rioja, Jerez, Burdeos, California, Piamonte, Borgoña y Alemania. Además, Champagne cuenta con su propio espacio destacado y, buceando entre los tesoros de este lugar, podemos encontrar una recopilación inimitable de sakes, así como una de las principales colecciones de vinos de Jerez en el que encontramos verdaderas joyas.
Espacio único a nivel artístico
Un espacio único a nivel arquitectónico que lo es, también, a nivel artístico: Ambivium solicitó al artista Julio Galán que plasmara alguna de las regiones vitivinícolas más representativas del mundo a través de una serie exclusiva de esculturas que acompañan al visitante durante su recorrido. Una colección en la que también se representa Alma a través de diferentes obras. Lo temático, lo estético y lo humano se funden con su particular simbología y morfología plástica.
La construcción y el diseño de esta singular bodega con capacidad para 7.500 botellas ha estado liderada por la directora de Proyectos de Alma, Elena Arranz, junto a “Escribano Design” y los diseñadores “Creaciones El Pollo”. La Bodega homenajea a su entorno y toma un emblema de Peñafiel para formar parte de su mobiliario. Se trata de una mesa elaborada con madera del Pino Macareno, un pino histórico y centenario cargado de simbología y que fue derribado durante una tormenta en diciembre del 2019. Tras haber sido tratado y cuidado, hoy sigue en el recuerdo de todos sus vecinos con una nueva vida.
El restaurante remata de esta manera el círculo de una experiencia completa en torno al vino; complementando con este espacio único la propuesta de cocina y de sala, reflejando así la singularidad de Ambivium y de su menú degustación. Ahora, en sus más de 100 metros cuadrados de extensión, se refleja y se consigue transmitir al público la importancia de una carta de vinos que, día a día, continúa creciendo y que partir de ahora puede tocarse, sentirse y verse desde dentro.
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