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Bodegas López Cristóbal: 30 años en la Ribera burgalesa

Situados en Roa (Burgos), sus orígenes viticultores, que se remontan a hace más de 80 años, marcan la filosofía de esta bodega familiar en manos, actualmente, de Galo López Cristóbal, tercera generación de la familia. Los cimientos de esta bodega de la Ribera del Duero burgalesa son las 70 hectáreas de viñedo propio (en la imagen) con las que elaboran vinos de finca.

Bodegas López Cristóbal cumple 30 años y tres generaciones de historia. Todo comenzó a mediados del siglo pasado, cuando el abuelo de Galo López Cristóbal, actual gerente de la bodega, empezó a dar forma a un proyecto que haría realidad su hijo, Santiago. Así, en los años 80, coincidiendo con el nacimiento de la DO Ribera del Duero, Santiago López y su esposa Lola Cristóbal apostaron por plantar y cultivar sus propios viñedos. Toda una labor de transformación de la finca agrícola familiar que en 1994 se traduciría en la fundación de Bodegas López Cristóbal.

Galo, hijo de Santiago y Lola, continúa hoy con este legado, acompañado de su esposa Cristina Rodero. Con formación en ingeniería industrial, aporta una visión propia en la que su estirpe viñadora marca la diferencia. La base de Bodegas López Cristóbal son sus viñas: 70 hectáreas de viñedo propio que son la clave de la calidad e identidad de sus vinos amparados bajo la D.O. Ribera de Duero. Viticultores de corazón, sus vinos son fruto en exclusiva de las uvas de sus viñedos, situados en distintos pagos de Roa de Duero: La Linde, La Colorada, Manvirgo, Valera y Los Centenales, entre otros, a los que se fueron sumando viñedos viejos de Pedrosa de Duero, como Machín o El Carril.

El lenguaje del terruño

Así, los vinos de López Cristóbal hablan el lenguaje de sus fincas, de sus terruños, de una manera limpia, sin artificios, basándose en el respeto a la fruta y en una crianza que aporte longevidad y complejidad, pero de una manera equilibrada. Vinos que transmiten la discreción y cercanía de los López Cristóbal, creados para ser disfrutados.“En estos 30 años hemos entendido el vino como una forma de vida. Empezamos de cero, pasando por momentos difíciles y también buenos, pero hemos sido muy afortunados por poder consolidar este proyecto. Ahora nuestro futuro está en seguir posicionando la viña en un lugar primordial y conseguir cada vez vinos más auténticos y personales”, explica Galo López Cristóbal.

La bodega tiene el relevo generacional asegurado para continuar con este proyecto, ya que el hijo de Galo, Iván, está actualmente estudiando Enología y ha comenzado sus prácticas en la bodega.

Vinos de finca y riqueza clonal

López Cristóbal Albillo Mayor, La Linde, La Colorada, Parcela Uno, Bagús y Viracocha. Cada uno de sus vinos procede de un único viñedo, marcado y diferenciado por el carácter de los suelos en los que se asienta. Las viñas de la propiedad tienen edades diversas, alcanzando los 90 años las más longevas. Gran parte de ellas se encuentran junto a la bodega, en el Pago La Linde, en las inmediaciones de Roa y no muy lejos de la margen izquierda del río Duero, donde domina el suelo calizo. El resto de viñedos pertenecen a la margen derecha, un terruño en el que la caliza convive con la arcilla, lo que le aporta una frescura e identidad especiales. En todos ellos y desde sus comienzos se practica una agricultura ecológica y respetuosa con el entorno.

En este sentido, hay que destacar el profundo interés de López Cristóbal por preservar la diversidad y riqueza varietal, apostando desde sus inicios por la diversidad clonal, un hecho remarcable pues en su momento predominaba la homogeneidad genética. Ahora, esa diversidad se ha convertido en una herramienta estupenda para conocer y mitigar los efectos del cambio climático, especialmente en su viñedo de albillo mayor, compuesto por 14 clones diferentes y que se plantó hace 30 años como parte una investigación que se llevaba a cabo en la Estación Enológica de Castilla y León. El resultado es un viñedo único, que representa toda la riqueza clonal que encierra esta uva en la Ribera del Duero.Abiertos a los avances en la investigación y la tecnología, sus esfuerzos se focalizan en ayudar a que el viñedo se exprese en sus vinos, potenciando, con la mínima intervención posible, su conexión con el origen.

Redacción

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