Bajo el título de «Carlos Serres. 125 años recuperando el recuerdo a través de añadas míticas», la bodega centenaria de Haro ha ofrecido un repaso a su trayectoria con una selección de cuatro vinos de vendimias emblemáticas: Carlos Serres Gran Reserva 1964, Onomástica Reserva 1981, Carlomagno 1970 Edición 125 aniversario y Onomástica Rosado Reserva 2016. La firma centenaria recupera su marca histórica e icónica de Rioja, Carlomagno, de la que lanzará una edición limitada y exclusiva, coincidiendo con la celebración de esta efeméride. Será la primera ocasión en la que se pueda catar este vino. Como novedad, se ha presentado su nuevo espumoso de calidad DOCa. Rioja, Carlos Serres Brut 2019, elaborado con Viura, Tempranillo Blanco y Chardonnay, y que supone, de nuevo, un regreso al pasado, ya que la bodega experimentó en los años 70 con esta categoría. En la imagen, Roberto de Carlos, enólogo de la bodega, durante la cata madrileña.
Bodegas Carlos Serres celebra en este 2022 el 125 aniversario de su creación. Fundada en 1896 por el comerciante francés, Carlos Serres, la pandemia obligó a aplazar un año esta fecha tan ilustre. Coincidiendo con esta efeméride, la bodega centenaria de Haro ha renovado su imagen mirando a sus valores históricos y al terruño de Rioja Alta como inspiración de todas sus iniciativas presentes y futuras.
Para conmemorar este más de un siglo de existencia, Bodegas Carlos Serres va a desarrollar diferentes actividades que se han iniciado este miércoles con una cata histórica dentro del congreso gastronómico Madrid Fusión.
Bajo el título de Carlos Serres. 125 años recuperando el recuerdo a través de añadas míticas, su enólogo Roberto de Carlos ha realizado un repaso de algunas de las añadas históricas de la bodega. Empezando por el mito de la cosecha de 1964 con el vino Carlos Serres Gran Reserva, y pasando por la poco reconocida vendimia 1981, con el Onomástica Reserva, la primera parte de la cata ha finalizado con Carlomagno 1970 edición especial 125 aniversario. Durante la segunda parte, se ha disfrutado de un vino único, el Onomástica Rosado Reserva 2016, primera añada de este proyecto de recuperación de vinos rosados con largas crianzas, tan habituales en el pasado de Rioja y de la bodega.
Este recorrido tan emblemático ha concluido con el nuevo espumoso de calidad: la reciente categoría impulsada por Rioja, Carlos Serres Brut 2019, elaborado con Tempranillo Blanco, Chardonnay y Viura, que vuelve la vista atrás a la tradición iniciada en los setenta con este tipo de vinos con la marca Delié, segundo apellido del fundador de la bodega.
Carlomagno, el regreso de un mito
Carlomagno fue la marca icónica de Bodegas Carlos Serres. Fue su vino emblema, el más premiado, una etiqueta histórica que acompañó el devenir de la bodega centenaria de Haro prácticamente desde sus inicios. Formada por un tinto y un blanco, ambos siempre embotellados como especiales (fino extra, como se denominaba en la época), Carlomagno era un coupage elaborado a partir de diferentes vinos procedentes de municipios de Rioja Alta, tales como Villalba o San Vicente de la Sonsierra, con una larga crianza en barricas de roble americano acompañado de su posterior afinamiento en el botellero de la bodega. Presentado en botella borgoña, representaba el lado más sutil y refinado de todo su portfolio de vinos, muy diferenciado del más potente Carlos Serres Gran Reserva, de estilo más bordelés. La marca fue vendida a finales de los setenta a otra bodega, coincidiendo con un cambio en el estilo de los vinos, y Carlomagno desapareció. Durante el proceso de investigación para el 125 aniversario, el equipo de Bodegas Carlos Serres encontró una partida sin etiquetar nacida para ser Carlomagno, pero que nunca salió al mercado. Con esta información, se propuso intentar recuperar esta etiqueta icónica y, después de diferentes negociaciones, consiguió su propiedad. Este 2022, coincidiendo con este 125 aniversario, Carlomagno volverá a ser la etiqueta mítica de Carlos Serres, con una edición limitada de una cosecha muy especial, la de 1970.
El francés que no abandonó Haro
Y es que a finales de 1896, Haro tomaba el pulso a una contradicción. La filoxera que arrasaba Francia y sus viñedos había posibilitado un movimiento empresarial hacia la villa jarrera donde enólogos, comerciantes y emprendedores franceses convertían a este municipio riojano en uno de los epicentros del vino a nivel mundial. Aquel terruño escondido dedicado a la vitivinicultura de forma artesanal veía como, en apenas una década, se elevaba, por su similitud a Burdeos y su cercanía, a una nueva milla de oro. Carlos Serres, Charles en francés, había aterrizado en Haro en 1885 en busca de una oportunidad. Su ferviente proyección comercial y su conocimiento del mercado, le permitió convertirse en una figura esencial durante aquellos años. Primero, colaborador, luego, accionista, hasta que en diciembre de 1896 se hacía cargo de una bodega que elevaría su nombre a la eternidad, Bodegas Carlos Serres. Carlos Serres ya no abandonaría Haro jamás. Se convirtió, así, en el único francés vinculado al vino que se quedó para siempre.
Fue en el Barrio de la Estación de Haro donde comenzó esta pequeña historia, concretamente en un pequeño edificio, en lo que luego sería Bodegas Lacort y, hoy, Bodegas Muga. Posteriormente vendría ese primer traslado al centro del municipio para acabar, en 1968, en su ubicación actual. Cambios de generaciones familiares, entradas de otros accionistas, idas y venidas, lastraron la proyección de su marca hasta que en el año 2002 la Familia Vivanco se hizo con la totalidad de la compañía con una única misión: recuperar el legado de Serres y el carácter de una de las bodegas históricas de Haro.