El pasado 8 de marzo fue una jornada inolvidable. En muchas partes de Europa y del mundo se escuchó un verdadero clamor, una reivindicación colectiva que no va a permitir ninguna marcha atrás. Las mujeres, esa mitad de habitantes del planeta que siempre han superado a la otra mitad en inteligencia, sensibilidad y capacidad de organización, han pedido, con una fuerza desconocida hasta ahora, la definitiva igualdad de derechos laborales con los hombres, la eliminación de la brecha salarial. Entre otras demandas contra el machismo y los malos tratos.
Por Eugenio Occhialini
Aunque el grito de guerra fue internacional, España marcó la pauta, albergando no solo las manifestaciones más multitudinarias sino también un seguimiento masivo de la huelga parcial que acompañó todas las demandas. Y nos llevó a todos a la reflexión.
Desde el punto de vista agronómico, que es el mío, es evidente que siguen habiendo muchos “techos de cristal” que romper. En el medio rural muchas mujeres continúan ocupando lugares absolutamente secundarios en un escenario que ha sido siempre, por definición, demasiado “masculino”.
Persiste aún esa imagen, extendida durante demasiado tiempo, de una mujer que atiende la trastienda y la intendencia de un marido dedicado, a tiempo completo, a las labores del campo. Es obvio que las cosas han ido cambiando pero muchas veces el medio rural ha ejercido como santuario de viejas tendencias machistas que hoy nos resultan profundamente anacrónicas.
Por el contrario, desde Eumedia reivindicamos la hora de las mujeres (y también de los jóvenes, como decía en mi carta anterior) que se van poniendo al frente de interesantes proyectos de emprendimiento tanto agrícolas como ganaderos, en muchos casos con excelentes resultados. Y hemos decidido, como proyecto editorial, dar visibilidad a estas “damas de hierro”, muchas incluso verdaderas “madre coraje” capaces de sacar adelante en soledad, gracias a los tesoros que proporciona la tierra, a toda su prole. Merecen, sin duda, que contemos su historia y las homenajeemos de algún modo.
En el caso concreto de ORIGEN no se trata solo de sacar a la palestra a estas productoras de verdaderas joyas que, gracias a su calidad, han sabido hacerse un hueco en los muy competitivos lineales de algunos supermercados o mostradores de tiendas de “delicatesen”, sino también a cocineras, reposteras, bodegueras, enólogas o sumilleres, muchas de las cuales han protagonizado nuestras páginas durante estos casi tres lustros y las van a llenar más todavía en el inmediato futuro.
Llama mucho la atención la desigualdad existente en el mundo de la cocina, porque resulta gravemente injusta. El legado de la tradición gastronómica de un país ha estado siempre en manos femeninas, pues fueron esas bisabuelas, abuelas y madres las que crearon o perfeccionaron recetas ya existentes para dar salud y calidad de vida a las siguientes generaciones. Y las seguimos teniendo en nuestra memoria.
Hoy todos tenemos que luchar para que no se pierdan esos maravillosos archivos alimentarios, que son fuente de riqueza, de cultura y de diversidad y que están cada vez más en peligro a manos de una tendencia a uniformizar que lo que hace, sobre todo, es empequeñecer y empobrecer.
Entre las grandes estrellas de nuestra prestigiosa cocina de autor contemporánea, la relación de mujeres situadas en la élite apenas ocupa los dedos de una mano. Algunas son grandes seguidoras de ORIGEN, como Carme Ruscalleda o Susi Díaz. Y también me vienen a la mente los nombres de Yolanda León, Begoña Rodrigo, Elena Lucas, Macarena de Castro y alguna más. Muy pocas en medio de un “sanedrín” demasiado masculino donde hay una creciente exigencia de mayor igualdad. Porque realmente estos “chefs estrella” no lo serían tanto sin la presencia en sus equipos de la sutileza, la sensibilidad y la capacidad de trabajo de las mujeres.
Es cierto que las cosas han ido cambiando. Por ejemplo, en el mundo del vino, donde un libro de reciente edición (“Reinas de copas”, del cosmopolita Zoltan Nagy) me ha permitido comprobar cómo bodegueras y enólogas se han ido abriendo paso y hay también sumilleres con olfatos prodigiosos y sutileza sin fin que dirigen las bodegas de muchos de los grandes restaurantes,
Pero está todo por hacer y desde ORIGEN hemos decidido ponernos manos a la obra y contar a nuestros lectores lo bien que hacen las cosas las mujeres cuando gozan de las necesarias oportunidades. No será un chaparrón, porque la lluvia fina de esta primavera nos encanta y va calando la tierra. Pero las historias femeninas van a llenar muchos de nuestros reportajes a partir de ahora y tendrán también presencia equiparable en nuestra web y en las redes sociales.
Porque rechazamos cualquier discriminación por razón de sexo e insistimos en que, cuando al frente de un proyecto empresarial, sea el que sea, está una mente femenina, es muy probable que todo funcione mucho mejor. También en el mundo del vino y de la buena mesa. Una razón no solo ideológica sino casi empresarial para que rompamos definitivamente el “techo de cristal”.