Hace más de diez años, Viveros Hernandorena, una empresa de Benimodo (Valencia), ha estado llevando a cabo un proyecto de investigación y desarrollo en colaboración con la Asociación Empresas Innovadoras de la Garrofa (EiG). Este proyecto se enfoca en mejorar la calidad de las plantas de algarrobo y cambiar del cultivo tradicional a uno de regadío intensivo.
En pulpa y goma de garrofín, principalmente, España se posiciona como el principal fabricante y exportador global de algarroba, con un volumen anual de entre 60.000 y 80.000 toneladas de fruto entero y una superficie de 45.000 has. El cultivo se concentra, mayormente, en la Comunitat Valenciana, Baleares y Cataluña, donde el clima suave fomenta el bienestar de este cultivo rústico. Las antiguas plantaciones de secano están siendo reemplazadas por nuevas plantaciones más productivas y con densidades más eficientes, lo que conlleva un aumento en la rentabilidad.
En el mercado hay falta de algarroba debido a la disminución de áreas de producción, arranque de plantaciones, competencia de cultivos más lucrativos y avance constructivo en zonas costeras, en el contexto de una gran demanda por la valorización de productos y subproductos derivados del algarrobo durante las dos últimas décadas.
La apuesta de Viveros Hernandorena por el algarrobo es de larga trayectoria, anticipándose a las solicitudes de productores, industria y consumidores. En colaboración con la Asociación de Empresas Innovadoras de la «garrofa» (EiG), este vivero comenzó en 2011 un proyecto experimental de I+D enfocado en la mejora global de este cultivo. «Gracias a esta alianza y a nuestro conocimiento, hemos logrado avances significativos tanto en la multiplicación de árboles injertados en el vivero como en los rendimientos de las nuevas plantaciones. Estamos transformando la producción del algarrobo de secano tradicional a un sistema de riego intensivo más eficiente», asegura Rosa Hernandorena, directora comercial de la empresa valenciana.
Para empezar con el proyecto, la Asociación de Empresas Innovadoras de la Garrofa llevó a cabo una exploración de tipos en distintas áreas productoras del litoral mediterráneo con el fin de obtener una selección óptima de patrones y variedades tanto hembras como hermafroditas. Viveros Hernandorena ya tiene sus propios árboles matriz de esta selección.
En este aspecto, ha desarrollado este material vegetal utilizando novedosas técnicas de propagación de injertos y cultivo in vitro en su campo experimental de tres hectáreas, logrando la optimización y máxima eficacia en todos los procesos a nivel agrícola y tecnológico. El resultado de este esfuerzo técnico y financiero ha sido la obtención de un árbol de calidad superior y excelentes características que adelanta su entrada en producción al tercer año en algunas variedades.
En Viveros Hernandorena se encargan de la reproducción del algarrobo desde la excelencia, realizando una selección minuciosa de las mejores plantas en cada etapa de crecimiento y manejo del cultivo con el fin de asegurar los estándares más elevados del producto final. Cultivan las plantas en macetas de 1,5 litros, utilizando un patrón de semilla selección rojal, el cual es el más uniforme en vigor, implementando además el injerto y el tutorado para lograr la máxima productividad y eficiencia.
En el Levante español, las variedades Duraió y SDC son las más comunes y se caracterizan por su mayor energía y niveles elevados de producción a lo largo del tiempo. Por otro lado, las variedades hermafroditas adoptadas son la 13P, 14P y Turís, que, aunque tienen un vigor medio en su polinización, también son productivas y alcanzan un rendimiento del 14 al 18%. Para conseguir los mejores resultados en la plantación y el desarrollo de las raíces, es recomendable sembrar después del verano, específicamente entre los meses de septiembre y octubre.
Un hito destacable es el avance en la producción temprana de los árboles. Mientras que un árbol de algarrobo convencional tarda entre ocho y diez años en ser rentable, gracias a los nuevos materiales vegetales y técnicas de cultivo, Hernandorena ha logrado cultivar árboles que empiezan a dar frutos a los tres años. «Con estas mejoras, buscamos obtener al menos 15.000 kilos/ha, en comparación con los 3.000 y 4.000 kilos/ha previos», señalan desde el vivero, asegurando que «mayor productividad implicará una mayor rentabilidad en las plantaciones».
Una vez en el campo, la mayoría de las plantaciones de algarrobo se distinguen por su aspecto rústico, resaltando su capacidad de adaptarse fácilmente a diferentes tipos de suelos, una escasa presencia de plagas y costos reducidos.
Esta forma de cultivo rústico y sostenible presenta una ventaja competitiva en su baja demanda de agua, adaptándose eficazmente a la sequedad y a los cambios climáticos. De acuerdo con Viveros Hernandorena, «este tipo de cultivo posee un enorme potencial en áreas donde, ya sea debido a la sequía, la falta de rentabilidad en otros cultivos o la presencia de plagas, las opciones agronómicas se están agotando».
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