El programa Enjoy European Quality Food (EEQF) ha celebrado la que será su última mesa redonda en España dentro de la campaña de información y revalorización del vino, aceite y quesos con Denominación de Origen, Indicación Geográfica y Especialidad Tradicional Garantizada. El evento, que tuvo lugar en el Ateneo de Madrid, culminó con un excepcional cóctel elaborado por el chef Paolo Casagrande, que acumula cuatro estrellas Michelin entre los restaurantes Lasarte y Orobianco.
El proyecto de la Unión Europea para la información y valorización de los productos certificados de calidad, Enjoy European Quality Food (EEQF) (https://www.eeqf.eu/es/), difunde desde 2019 la riqueza de los productos italianos con DOP, IGP y ETG a través de diferentes actos como ruedas de prensa, mesas redondas, degustaciones, study tours y otros eventos en Italia, Alemania, Reino Unido (en este país solo en 2019, antes del Brexit), Polonia y España. Precisamente en nuestro país se acaba de celebrar una nueva mesa redonda para ensalzar la calidad y la tradición de productos como el vino, el aceite y los quesos con Denominación de Origen, Indicación Geográfica y Especialidad Tradicional Garantizada del país de la bota, que cada vez están más introducidos en nuestra gastronomía por su autenticidad, sabor, y por ser parte ineludible de la Dieta Mediterránea que compartimos.
Encuentro de expertos
En este encuentro de expertos en el Ateneo de Madrid moderado por el periodista Alberto Luchini participaron Giovanni Guarneri, líder del proyecto EEQF y presidente del Consorcio de Tutela del Provolone Valpadana; Rogelio Enríquez, presidente de la Academia Madrileña de Gastronomía; Juan José Burgos, presidente de Slow Food Madrid; y Paolo Casagrande, jefe de cocina del restaurante Lasarte (Barcelona), con 3 estrellas Michelin, y director gastronómico de Orobianco (Calpe), con 1 estrella. Paolo fue el encargado además de ponerle sabor a la jornada con un broche de oro: un cóctel de lujo en La Cantina del Ateneo basado en recetas italianas con ingredientes como la mozzarella STG, aceite de oliva Toscano IGP, Provolone Valpadana DOP o Moscato d’Asti DOCG.
En esta ocasión, el tema central ha sido ‘Certificación, calidad y tradición: una identidad común entre Italia y España’, puesto que ambos países comparten una fuerte tradición enológica y gastronómica que hacen de la calidad de sus productos su punto fuerte. De hecho, entre los dos, suman más del 35% de los productos agrícolas y alimentarios de calidad certificados de la Unión Europea. 1.214 concretamente, de los cuales 855 tienen etiqueta italiana y 359, española. Durante el encuentro, el chef Paolo Casagrande expresó lo afortunado que se siente “al hacer la compra y desarrollar su trabajo en países del Mediterráneo” y la importancia “de saber quién está detrás del producto, cómo se elabora”, asumiendo la responsabilidad como cocinero de hacer de “filtro entre el producto y el cliente”.
La gastronomía, en el corazón de los viajes
Giovanni Guarneri explicó que “la Denominación de Origen cumple los tres tipos de sostenibilidad: la económica, la social y la medioambiental” y que además “protege a los territorios”, incluso aporta riqueza, porque “cuando una persona decide viajar lo hace para conocer la cultura y la historia de la zona, pero también sus hábitos alimentarios”. Rogelio Enríquez puntualizó precisamente sobre este tema, que “la gastronomía es el segundo motivo que mueve el turismo”. De ahí la importancia de cuidarla y poner en valor “los productos de ambos países, puesto que forman parte de nuestras culturas”. Los sellos de las diferentes denominaciones de origen que atesoran los ingredientes bajo el abrigo de EEQF son sin duda una garantía y “el consumidor tiene que saber que un producto es de calidad”, apuntó el presidente de la Academia Madrileña de Gastronomía.
Se habló por tanto de las certificaciones como modelo de desarrollo rural sostenible basado en los territorios y la calidad, y en su capacidad para dar un valor mayor a las materias primas, así como de la utilización de productos italianos certificados en la cocina española como sinergia y no tanto como ‘competencia’. Además, se destacó el vínculo que crea con el consumidor el hecho de que los productos que consume tengan un territorio de origen concreto y destacado. Juan José Burgos, presidente de Slow Food Madrid, destacó la importancia de que “seamos consumidores activos, es decir, coproductores, capaces de transmitir qué hay detrás de cada certificación” y convertir la etiqueta IGP en un valor añadido, porque el producto en el plato “es solo la punta del iceberg, y habría que centrarse en su origen, su elaboración…”.
En este proyecto cofinanciado por la Unión Europea que finaliza en febrero de este año participan el Consorzio per la Tutela dell’Asti DOCG, el Consorzio di Tutela Conegliano Valdobbiadene Prosecco Superiore DOCG, el Consorzio Vino Nobile Montepulciano DOCG, el Consorzio Tutela Provolone Valpadana, la Associazione Produttori Olivicoli Toscani – APOT, y Latteria Soligo.