Familia Torres avanza en la recuperación de variedades ancestrales catalanas, un proyecto que inició la bodega del Penedès hace cuarenta años, con la vista puesta en el cambio climático para crear los vinos del futuro. Mireia Torres, directora de Innovación y conocimiento de Familia Torres, y el sommelier Sergi Castro, han presentado en la Barcelona Wine Week seis variedades que se encuentran en diferentes fases de experimentación, tres de ellas inéditas, durante una cata frente a más de cincuenta personas.
Mireia Torres ha iniciado la cata con un dato revelador: según estudios del 2017, en el mundo existen 10.000 variedades de uva aunque solo 1.500 se siguen manteniendo en el viñedo y tan solo 16 de estas representan el 50% de los viñedos que están en producción. También en 2017, en España, el Registro de variedades comerciales recogía 235 variedades de las cuales se cultivan 155, aunque con tan solo 10 variedades se cubre el 78% de la superficie vitivinícola plantada. La pérdida progresiva de variedades locales de interés se ha debido a diversas circunstancias como la llegada a España del oídio en 1852 (afectando las cepas más sensibles), la filoxera en 1900 y también los cambios de clima y de criterios cualitativos de producción.
Para Mireia Torres, a pesar de que la superficie dedicada a la viña se ha reducido considerablemente en comparación con la que había antes de la devastación causada por la filoxera, la existencia de variedades minoritarias y cepas que crecen en estado silvestre indica que en España existe un gran potencial vitícola por descubrir y potenciar y por eso ha reivindicado la importancia de la investigación.
Un proyecto de Miguel A. Torres
Fue Miguel A. Torres, padre de Mireia y cuarta generación de Familia Torres, quien inició el proyecto de recuperación de variedades prefiloxéricas a mediados de los años ochenta, una idea que sembró en su cabeza el profesor de la Universidad de Montpellier, Denis Boubals. De ser una iniciativa romántica y filantrópica para recuperar el patrimonio vitícola ha pasado a convertirse, gracias al impulso de la quinta generación y la preocupación manifiesta de la bodega frente al cambio climático, en una solución para la viticultura del futuro y una oportunidad de crear vinos únicos.
De las más de 50 variedades recuperadas, Familia Torres se está focalizando en aquellas que, además de gran potencial enológico, están bien adaptadas a las altas temperaturas y a la sequía: son variedades, en su mayoría, de ciclo largo y maduración tardía, resistentes y que dan lugar a vinos de grado alcohólico moderado, marcada acidez y capacidad de envejecimiento.
Seis variedades con gran potencial adaptadas al cambio climático
La cata de variedades ancestrales recuperadas se ha iniciado con la Forcada 2018, la única variedad blanca de las seis presentadas y una de las pocas blancas recuperadas. Aprobada por la DO Penedès y plantada por Familia Torres en la finca Mas Palau, en Santa Maria de Miralles, Sergi Castro la ha descrito como “una variedad mediterránea con un perfil muy atlántico por su alta acidez e intensidad aromática”.
También del Penedès, concretamente de la finca Castell de la Bleda, es la Moneu Natural 2020, una variedad que se ha adaptado especialmente bien a esta zona y que presenta “una acidez natural muy buena, mucha fruta y taninos suaves”, según Mireia Torres. Además de experimentar con la variedad, en este caso se ha experimentado también con la vinificación, que se ha realizado con la mínima intervención, manteniendo el vino en contacto con sus pieles durante tres meses en una tinaja de barro de 700 litros. Mientras que la variedad Moneu forma parte del cupaje del vino ecológico Clos Ancestral, la variedad Forcada se destina a la alta restauración como vino monovarietal de producción muy limitada.
Pirene 2020 se ha presentado en primicia en el certamen vinícola, ya que no estará disponible en el mercado hasta dentro de unos meses, también como vino monovarietal para la restauración. Es una variedad que, según Mireia Torres, “recuerda a las variedades nobles procedentes de climas más fríos como la pinot noir, por su intensidad, frutosidad y elegancia”.
La cata se ha completado con tres variedades inéditas, presentadas por primera vez en público. Son variedades tintas plantadas de manera experimental en los viñedos de Familia Torres en Costers del Segre, que se encuentran todavía en una fase de estudio muy inicial pero que ya muestran un gran potencial enológico, aunque todavía queda mucho por descubrir.
De las tres, la más sorprendente, según Sergi Castro, es la variedad codificada temporalmente como V40 2021. “Es una variedad con un perfil aromático increíblemente complejo”, ha señalado. Está plantada en la finca Purgatori, en el corazón de Les Garrigues, como es el caso la V54 2021, una variedad tinta (vitis sylvestris) que Mireia Torres ha descrito como “fresca y elegante, con muy buena acidez, taninos sedosos y voluptuosidad”. Finalmente, Cua Negra 2021, plantada en la finca de Sant Miquel de Tremp, en el Prepirineo, es una variedad muy adaptada al cambio climático, según Mireia, “ya que madura muy tarde, a finales de octubre, y presenta una increíble acidez y gran intensidad de color”.
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