La bodeguera ribereña María Luisa Cuevas añade el término “Origen” a su vino emblema con el fin de que el consumidor pueda captar “las raíces” de este vino y diferenciarlo de los demás de su coqueta bodega boutique de la Ribera del Duero. Y es que con este nombre se denomina a partir de ahora el Ferratus, que ha evolucionado en su estilo, adaptándose aún más a los gustos de los consumidores actuales: sigue predominando esa fruta madura tan típica de Ferratus, pero con una muy agradable frescura que invita a beber una copa tras otra. La nueva denominación se consolida con la salida al mercado del Ferratus Origen 2017 (22 euros. 13.600 botellas) un vino cosmopolita, frutado, fresco y ágil de beber.
Ferratus Origen 2017 sobresale por la potente presencia de fruta negra (grosella negra, arándanos y mora) que, unida a un tanino puro terciopelo y a su frescura, lo convierte en fascinantes. Aunque la cosecha 2017 estuvo marcada en la Ribera del Duero por la ya histórica helada del 27 al 28 de abril (-6ºC), que supuso una importante merma productiva, eso no impidió la elaboración de vinos de una extraordinaria calidad, del cual este Ferratus Origen es claro exponente.
El Ferratus Origen 2017 se vendimió como siempre a mano, en cajas de 14 kilos y con doble selección en mesa. Está elaborado 100% con la variedad Tempranillo de cepas de 60 a 70 años, ubicadas a 860 metros de altitud. Su crianza de 14 meses en barricas nuevas de roble francés y sus actuales 3 años de botella permiten considerarle un reserva de corte muy moderno, frutal y lleno de viveza, con estructura y fuerza, a pesar de salir etiquetado como es habitual como cosecha.
Notas de Cata
Armonías ideales para Ferratus Origen 2017
La frescura y potencial frutal de Ferratus Origen marida perfectamente con tahini (Pasta de semillas de sésamo tostado característica del Humus) o su aceite. Pimiento rojo asado, pimentón, remolacha roja, landjäger, y no dejéis de probarlo cocina asiática como gyozas o dumplings, o los fideos fritos o el arroz salteado.
Es perfecto para productos de la tierra, como la morcilla de Burgos, el lechazo “churro” asado en horno de leña de Aranda de Duero o el cochinillo asado de Segovia. También con animales medianos (novilla-añojo, vaca, cerdo, cebón o ciervo, tanto asados (barbacoas o hornos) como guisados, así como aves: pularda, pintada, ganso, paloma o un pato laqueado.
En pescados, recomendamos los grasos rojos o azules: atún de almadraba, salmón salvaje, trucha, rey, virrey, salmonete, palometa roja, pulpo, cabracho, mero, sardinas, boquerón, caballa, palometa, jurel (chicharro) y el emperador. Y en mariscos, carabineros, langosta o bogavante azul.
La amplia gama de matices de este vino le hace muy interesante cuando se acompaña con hongos y setas con sabor: hongos matsutake, colmenillas, boletus, trufas blancas y negras. Y también con pan de Chocolate y/o chocolate de alto porcentaje de cacao tanto sólo como con especias, menta, eucalipto, o frutos rojos.
Por supuesto, no pueden faltar los quesos viejos y añejos de vaca, oveja o mixtos, con buena maduración y sabor.
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