Esta joven cambió las tizas y las pizarras de Magisterio por varillas y hornos, y tras viajar por medio mundo aprendiendo repostería recaló en Madrid; en su despacho-obrador crea y prepara tartas y tartaletas artesanas de alma francesa con ingredientes totalmente naturales. Abierto en marzo de 2021, Fika (Costa Rica, 26. Madrid) es el primer proyecto de esta repostera; el nombre de su negocio proviene del concepto sueco fika: “un momento para un café y algo dulce con amigos y familia”. Entre sus greatest hits destacan la tartaleta de limón, albahaca y frambuesa, la de brownie con caramelo o la golosa tarta de chocolate al 70 % y almendras,
«Ya está Fran horneando, vamos a ver qué tiene». Esta es la frase que más se repite entre los vecinos que pasan por el número 26 de la calle Costa Rica, cerca del estadio Santiago Bernabéu. La causante de ese aroma es Francisca Bravo, una joven pastelera que ha cautivado a los residentes de la zona –y a su creciente clientela de otros barrios de Madrid, que compra online o la visita en su obrador de Chamartín—. Bravo echa mano del recetario francés para crear tartas, tartaletas y bizcochos en cuya confección solo emplea ingredientes de alta calidad y totalmente naturales. En la despensa de su tienda-obrador no hay lugar para conservantes, saborizantes o colorantes industriales: cualquiera que se asome por la puerta acristalada puede verla en acción y comprobar su compromiso con la calidad y el cuidado en cada preparación. Fika es su primer proyecto, y este término de origen sueco define el alma de este espacio: “un momento para un café y un dulce con amigos y familia”. Semana a semana, Fran imagina y prepara todos los dulces, los hornea y atiende con una sonrisa a quienes se acercan a comprar o a disfrutar de un café 100 % arábica en la zona de degustación, que en los meses de buen tiempo se extiende hasta la terraza exterior.
Un local coqueto para sucumbir a la tentación más dulce
En su bonito local de aires franceses, Fran trabaja desde temprano en la elaboración de sus pasteles. El horno y las batidoras acompañan su método de trabajo artesano y totalmente casero, como los maîtres patissiers de toda la vida. Harina, huevos, azúcar, cacao, nata y fruta fresca son los ingredientes básicos del catálogo de la chef. Las tartas y tartaletas —individuales, pero muy generosas— son el producto estrella de la casa. La emprendedora confecciona, con sus manos expertas, la base de masa sablé con azúcar glass y mantequilla de primera calidad. El resultado es una masa que, al hornearse, es crujiente y se deshace fácilmente, equilibrada y suave. Los rellenos hacen homenaje a la tradición con toques de autor: limón y merengue; limón, albahaca y frambuesa; maracuyá o banoffee, por citar solo algunos ejemplos. La querencia por lo francés es palpable en otras piezas, como los delicados financiers —pequeños bizcochos de almendra molida—, los lingotes o los jugosos bizcochos de plátano o zanahoria. Fran también piensa en los clientes con restricciones alimentarias, que celebran especialmente el bizcocho de pera y almendra –sin azúcar, gluten ni lactosa— y su tarta de chocolate al 70 %, sin gluten.
Fran también hace guiños a la tradición dulcera de otros países, como la estadounidense, que toma forma en su amplia gama de cheesecakes —pera y albahaca o mango y maracuyá—; la italiana —su tiramisú es todo un éxito— o la británica representada por la tarta bakewell de almedra y frutos rojos. Hay espacio, claro está, para elaboraciones latinas, como la tarta tres leches, y para los amantes del chocolate en todas sus formas: el jugoso brownie o los pasteles de chocolate con caramelo y pecanas son algunos ejemplos que desfilan, y tientan, por el mostrador de Fika. Todas estas creaciones están también disponibles en la página web, que dispone de tienda online con envío a domicilio o recogida en tienda.
Una repostera experimentada
La historia de amor de Fran con la repostería se remonta a su época universitaria, cuando horneaba dulces en sus ratos libres. En su Chile natal estudió para ser profesora de Primaria y, tras finalizar la carrera, se dio cuenta de que aquello que hacía como entretenimiento era su pasión. Por ello, tras graduarse, se formó en cocina y repostería e hizo las maletas. Su primer destino fue Sidney (Australia) y luego se trasladó a Liverpool (Reino Unido); en ambas ciudades trabajó en repostería en hoteles y restaurantes. 2018 fue el año de su llegada a Madrid. Aquí fue pastelera en dos de los hoteles más reconocidos de la capital: NH Collection Madrid Eurobuilding y The Westin Palace. La pandemia supuso para ella un punto de inflexión, y fue el empujón que necesitaba para lanzarse a abrir su negocio. Durante el encierro experimentó e ideó el catálogo para abrir este local al que se entrega siete días a la semana durante muchas, muchas horas. «Este proyecto ha sido una aventura de mucho esfuerzo e ilusión. Además de preparar todo en el obrador, me ocupo de encontrar a los mejores proveedores, de atender bien a nuestros clientes y también de gestionar el día a día del negocio. Es difícil pero el esfuerzo merece 100 % la pena.», señala la repostera.
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