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La Albufera recibe a los grandes de la alta cocina valenciana

Cerca de cuarenta de los mejores cocineros de la Comunidad Valenciana, que suman 24 estrellas Michelin y 44 soles Repsol, se han adentrado en la Albufera en un encuentro organizado por la Denominación de Origen Arroz de Valencia y Turisme Comunitat Valenciana para sumergirse en la cultura, el territorio y el folclore en torno al arroz más famoso de España. Al atardecer, se han embarcado en albuferencas, las embarcaciones típicas del humedal valenciano, y han podido degustar algunos de los platos típicos de la zona en una de las últimas barracas que siguen en pie.

Bajo los últimos rayos de sol que iluminan la Albufera, este paraje natural de Valencia se convierte en el escenario de un evento que celebra la profunda herencia arrocera de la región. Durante más de mil años, estas tierras han dado vida al arroz más apreciado de España, y hoy, cerca de cuarenta chefs de renombre, —que suman 24 estrellas Michelin y 44 Soles Repsol— acompañados por gastrónomos y expertos, han llegado hasta sus campos para vivir la primera jornada del Aplec. Esta experiencia les permite sumergirse en las profundas raíces que este cereal ha dejado en la historia, las tradiciones y el folclore de la Comunidad Valenciana.

Atardecer en La Albufera

Organizado por la D.O. Arròs de València y Turisme Comunitat Valenciana, el evento comenzó en uno de los pintorescos embarcaderos del parque natural al caer la tarde. Allí, los asistentes fueron recibidos por varias albuferencas —barcas típicas de la zona, capaces de surcar las aguas poco profundas del lago— desde las cuales pudieron disfrutar de una impresionante puesta de sol, acompañada de una interpretación de la muixeranga.

La Albufera es un claro ejemplo de cómo la interacción humana ha sido fundamental para mantener el equilibrio de este ecosistema. La intervención del hombre ha asegurado la conservación de su lámina de agua, hábitat de numerosas especies animales y vegetales durante todo el año. Debido a su riqueza biológica y su singularidad, este espacio de 15.000 hectáreas fue declarado Parque Natural en 1986.

El día concluyó en la barraca de la D.O., una de las pocas que se mantienen en pie tal y como fueron construidas en su origen. Estas edificaciones, hechas con materiales autóctonos como cañas, barro y paja, destacan por su característico tejado a dos aguas. En sus jardines, rodeados por los arrozales y el agua que definen el paisaje, los asistentes disfrutaron de una teatralización del ciclo de vida del arroz; se alternaron relatos sobre los distintos procesos del cereal con una degustación de vinos y canciones de Tres Fan Ball —popular grupo folclórico valenciano—, evocando los diferentes momentos por los que pasa el arroz a lo largo de su vida, desde la siembra hasta la cosecha.

Cena a base de platos típicos

Tras esto, los asistentes disfrutaron de una suculenta cena a base de platos típicos que cocinaron especialmente para ellos. Ente los aperitivos, a cargo del Grupo Alto, destacaron el montadito de pimiento del piquillo con anchoa y esfera de oliva negra, el taco de salmón ahumado con crema de queso y alcaparra frita, y la coca de lomo de orza con emulsión de ajos tiernos. La cena degustación, elaborada por miembros de la Comunidad de Pescadores de Catarroja, incluyó el «All i pebre d’anguila», guiso tradicional de la Albufera a base de anguilas y ajo; «Llisa» marinada y a la brasa con su aliño; y el «Arròs en perol», otro guiso clásico. Para cerrar la velada, se ofreció una variedad de postres, entre los que destacaron el tiramisú de horchata y la tartaleta de merengue y limón. Las bodegas valencianas Celler del Roure, Bodegas Hispano Suizas y Pepe Mendoza acompañaron la velada con vinos especiales y de pequeña producción.

Por su parte, el gerente de la D.O, Santos Ruiz, en sus palabras tras la celebración de la primera jornada del Aplec, ha recalcado que esta tercera edición quiere poner en valor el arroz como símbolo de la identidad valenciana a nivel gastronómico, económico y cultural. «Ha sido muy bonito el ambiente entre los cocineros, que tienen pocas oportunidades de verse, pero sobre todo, la manera en la que hemos conseguido que ellos entiendan que el arroz no es solo una actividad económica, sino que, fundamentalmente, es una actividad cultural que forma parte del paisaje de la Albufera de Valencia».

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