Contribuir a la protección del medio ambiente puede resultar algo nutritivo y sabroso. Afortunadamente para el planeta, hay actos que ayudan a la preservación de la naturaleza que se pueden hacer sin prácticamente esfuerzo, tan solo eligiendo entre las opciones que habitualmente se encuentran al alcance de cualquier consumidor, cuando se dirige a su punto de venta habitual.
A la hora de comprar carne de lechal, cordero o cabrito, estás colaborando en mantener activo y en funcionamiento un sector que habitualmente cría las cabañas en régimen extensivo. Un producto que, gracias a su sistema de producción, está acreditado en la lucha contra el cambio climático así como en fomentar la economía de las zonas rurales, construyendo el futuro de los colectivos que las integran.
Un sistema avalado por los siglos
Aunque el calentamiento global sea una preocupación de primer orden en la actualidad, los incendios forestales han sido desde siempre una fuente de preocupación para la sociedad. El bosque es una fuente de riqueza que ha contribuido a la subsistencia de muchos oficios rurales, muchos de los cuales se encuentran hoy en vías de desaparición. La falta de relevo generacional y la dureza de las condiciones suponen un hándicap a la hora de su renovación.
La ganadería de ovino y caprino ha sido, tradicionalmente, una aliada en las labores de prevención de incendios forestales. Durante su trasiego a las órdenes de los pastores, los rebaños de ovejas y cabras han limpiado el campo, los bosques y los caminos de las amenazas a la flora. El buen manejo de los ganaderos ha convertido en un preciado recurso elementos peligrosos como los hierbajos, los restos generados por las labores agrícolas o los rastrojos. Estas especies vegetales suponen una amenaza cuando se desarrollan en exceso.
Hasta tres kilos por día
Con la llegada de las altas temperaturas y la estación seca, estas especies no pueden subsistir y se secan al sol. Forman, de esta forma, una alfombra que cubre el suelo y que está lista para arder al contacto con la primera chispa. Cuando se genera esta cubierta, se multiplican la rapidez y el alcance de las llamas cuando se presenta el incendio. Su presencia dificulta las labores de extinción por la multiplicación exponencial de la superficie del fuego activo.
Frente a las labores de extinción, que ponen en riesgo vidas humanas, las labores de prevención permiten recudir el riesgo potencial de los incendios como se ha hecho siempre: trasegando cabezas de ganado ovino y caprino ahí donde son necesarias. Estos animales ayudan ingiriendo, en un solo día, entre 1,5 y 2,5 kg diarios de materia vegetal seca (350 a 1500 g de hojas y brotes de matorrales) cuando hablamos de las cabras adultas. En el caso de las cabezas de ovino, esta cantidad oscila entre los 2 y los 3 kg de materia seca diaria (matorral y especies leñosas).
Apoyar al sector ovino y caprino consumiendo sus carnes es una forma sencilla de consolidar los beneficios que esta actividad aporta de manera global. Además del futuro de las comunidades rurales, esta opción de consumo consciente ayuda a limpiar y fomentar la biodiversidad vegetal, gracias a la dispersión de semillas que se realiza a través de la lana y las heces de los animales. Junto a esta labor polinizadora, los pastizales de este ganado permiten, también, fijar el carbono al suelo de una forma estable y segura. Disfrutar de un alimento mientras nos cuidamos a nosotros y al planeta. Cualquiera de los cortes de carnes de lechal, cordero y cabrito lo hace posible.
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