La bodega vallisoletana Cepa 21, de estilo boutique y ubicada en la localidad de Castrillo de Duero, en el corazón de la Ribera del Duero, apuesta por vinos de pura cepa, fieles al terroir del que proceden pero preparados para sorprender al consumidor del siglo XXI. Tradición y tendencia se dan la mano en vinos como Malabrigo, una de sus referencias más emblemáticas. Este tinto 100 % Tempranillo procede del pago del mismo nombre, uno de los más representativos de la bodega: una parcela de características singulares que presenta un suelo areno-arcilloso y unas duras condiciones climatológicas –con contrastes térmicos extremos entre el día y la noche– que permiten maduraciones prolongadas del hollejo y aportan cuerpo, fruta y carácter al vino.
MALABRIGO 2018: PERFUMADO E INTENSO
Estamos ante un vino redondo, especial y rico en matices, que aúna la personalidad de la marca y de la finca de la que procede, alcanzando un perfecto equilibrio entre fruta y madera y entre potencia, calidez y complejidad. El ciclo vegetativo de 2018 comenzó con unos meses de abril y mayo extraordinariamente lluviosos. En los meses de verano la pluviometría se situó por debajo de los valores históricos, lo que ayudó a equilibrar el ciclo. Las temperaturas estuvieron muy próximas a las habituales en la zona, salvo en el último tramo de maduración, cuando se situaron por encima de lo habitual. Esto ayudó a rematar el año con niveles óptimos de madurez y un gran equilibrio en la uva. La fermentación alcohólica de Malabrigo se realiza en depósitos de acero inoxidable durante 26 días, a temperatura controlada. Hace la fermentación maloláctica en barrica de roble francés durante 30 días, y su crianza, también en barrica de roble francés.
A la vista, el vino presenta un color rojo cereza con ribetes granates, limpio y profundo. En nariz es muy intenso y elegante, con matices de fruta negra y notas especiadas bien ensambladas con el envejecimiento en madera, con lo que se obtiene un conjunto muy equilibrado y redondo. Esta añada tiene, quizá, un punto más especiado. La boca es de paso intenso, voluminoso y con un postgusto largo y persistente: «Es un vino muy inmediato, que recién echado en la copa es expresivo, con una evolución muy interesante. Un verdadero ganador que destaca por su complejidad y sus múltiples matices. Un vino en el que la palabra elegancia cobra otra dimensión», explica José Moro, presidente de Bodegas Cepa 21 y Bodegas Emilio Moro. En definitiva, un Ribera de extraordinaria calidad y presencia que merece disfrutarse sin prisa.
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