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My Fucking Restaurant: Cocina creativa en el Raval barcelonés

El proyecto de Matteo Bertozzi en el corazón del barrio barcelonés del Raval (Nou de la Rambla, 35) se basa en una cocina creativa de aquí y de allá en forma de tapas y platillos para compartir.

Cuando el chef Matteo Bertozzi, natural de Rímini (Italia) decidió abrir My Fucking Restaurant hace cuatro años, lo hizo con las cosas muy claras: quería poner en el mapa el sur del Raval, una zona considerada casi exclusivamente guiri en el imaginario colectivo de la población local, con una cocina comprometida y creativa de km 0. Todo ello, con una carta 100% sin gluten destinada a demostrar que celíacos e intolerantes también pueden disfrutar de una cocina de altos vuelos, original y sorprendente, en un entorno contemporáneo.
Y vaya si consiguió todo lo que se proponía. Poco a poco, como marcan los preceptos del Slow Food al que está adscrito My Fucking Restaurant, el chef fue creando platos de raíz mediterránea con destellos de su Italia natal y también de las cocinas del mundo que más le gustan. Platos que llegaron a oídos (y al paladar) de un público local que desde los inicios se ha mostrado fiel a la particular visión de la gastronomía de Bertozzi y Paolo Mangianti, con quien trabaja mano a mano.
En el bonito comedor de este local –de estética contemporánea y cuidado al detalle sin perder ese aire informal que ya nos anuncia su nombre– es un desfile de platillos y tapas ideados para compartir que, en todos los casos, tienen un punto creativo, un guiño al comensal, a quien se invita a participar en este gran divertimento que es y tiene que ser siempre la gastronomía. Porque en My Fucking Restaurant creen que no, que la gastronomía no es una cosa muy seria y nos invitan a brindar por ello con un buen cóctel entre las manos.
Las recetas de Matteo
Así, las icónicas bravas de My Fucking se preparan con harina de garbanzo y son una delicia que llega a la mesa acompañada de una salsa fina y equilibrada. Se pueden combinar con unas ostras Bloody Mary con kimchi, una combinación de sabores que constituye una buena muestra de ese pulso exclusivo de los grandes chefs, o con otro de los hits de su carta desde los inicios: las croquetas de ossobuco, que por sí solas gritan a los cuatro vientos que el chef se ha pasado la vida entre fogones.
A estas alturas de la película, ya habremos entrado de lleno en el imaginario de este lugar, que reivindica la buena mesa en una zona en que tradicionalmente se ha comido de fábula y estaremos en condiciones de hincar el diente a un ssäam de porchetta con cebolla braseada, una maravillosa fusión entre Corea e Italia. La lista de platillos es amplia y tentadora: desde el carpaccio de picanha al mollete de steak tartar, el boniato con praliné de ajo rustido y espuma de cilantro o los originales
tallarines Alfredo, otro clásico.
Las verduras de temporada y proximidad tienen un especial protagonismo en la carta del restaurante, como demuestran platos que van desde el boniato con praliné de ajo asado y chutney de cilantro (ganador del premio Desafío XChef by Cervezas 1906) o los tagliatelle de apionabo, espuma de Parmigiano Reggiano vacca bruna 46 meses, chips de ajo y clorofila de perejil, este último ganador del premio del Festival Parmiggiano Reggiano.
Si queda sitio, nada mejor que acabar el festín con un bocado de categoría: el black angus onglet ecológico con alioli suave. Un plato que, como todos los de My
Fucking Restaurant, demuestra el compromiso del equipo con el producto de proximidad, siempre tratado con respeto y de la máxima calidad, procedente, en su mayor parte, de proveedores seleccionados personalmente por Bertozzi.
Su propuesta de postres refleja también el talante lúdico de My Fucking Restaurant, como demuestra su dorayaki de tiramisú o el mini cheesecake de ricotta y boniato.
En cuanto a la carta de vinos, confeccionada mano a mano por Bertozzi y Mangianti junto a la somelier Valeria di Benedetto, es un recorrido por más de 140 vinos naturales y de mínima intervención de todo el planeta. Una propuesta que marida a la perfección con la carta del restaurante. Se puede comer o cenar de carta a un precio de unos 35-40 €/persona u optar por sus dos propuestas de menú degustación a 38 € y 45 € respectivamente.

Redacción

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