Hay pequeños refugios en los que el invierno es menos invierno. La estación fría sabe muchísimo mejor al calor -y sabor- de las brasas de CASTRU EL GAITERU (Celorio, Llanes, Asturias. 985 40 20 25 www.castrugaiteru.es), en las que se preparan carnes, pescados y mariscos extraordinarios: chuletón de vaca gallega, merluza, pez San Martín, ostras, oricios… Además, la pasión del joven chef asturiano Pedro Noriega por la cocina y su impecable labor al frente del restaurante le llevan a optar en Madrid Fusión a convertirse en Cocinero Revelación y, además, competir en el concurso internacional Mejor Croqueta del Mundo.
¿Y cuál es el secreto para hacer la mejor croqueta del mundo? “Tener ganas y hacer muchas, así cada vez salen mejor”-confiesa “Pello”. Constancia, amor infinito por el oficio… y los mejores ingredientes: jamón Joselito y leche de pasteurización baja de un productor local que aporta mucho más sabor y cremosidad a la mezcla. Además, la cocción es muy larga, truco definitivo para que su corteza sea tan crujiente y fina y su interior tan cremoso.
Esta croqueta digna de premio es un perfecto ejemplo de la cocina de Pello Noriega, en la que el producto es el protagonista absoluto. “Cada vez está más desnudo, cuando la calidad es tan buena no necesita artificios”- afirma Noriega, cuya máxima es que sus creaciones no lleven más de tres ingredientes. Y al probar estos exquisitos platos no hay más remedio que darle la razón…
Las excepcionales materias primas de la zona (apuesta por los productores locales) brillan con luz propia en la sólida carta del restaurante, que tiene tres apartados diferenciados: sus ya famosos pescados y carnes a la brasa, platos tradicionales asturianos con un toque muy personal y originales tapas.
Como novedad, esta temporada cuenta con una parrilla más grande que potenciará todavía más la jugosidad y ese aroma a madera que impregna sus pequeñas obras de arte: presa ibérica, carne de vacas viejas gallegas y fresquísimos pescados y mariscos de las rulas de Llanes y Ribadesella (salmonetes, merluza, lubina, pez San Martín, ostras, oricios… siempre en función del mercado). La técnica, eso sí, es la misma de siempre: prepararlos despacio y con mucho mimo para que su sabor sea insuperable.
Exactamente la misma que se aplica al resto de platos que completan la carta. Entre ellos destacan algunos como el Cogote de merluza del pinchu o la Trancha de rodaballo, ambos a la brasa o el Pixín (rape) negro a la brasa con callos de bacalao. Además, cuenta con platos de caza como el Lomo de jabalí a la brasa con boniato y boletus o el Pichón asado a la brasa, su jugo y tosta de sus interiores y, por supuesto, platos de cuchara como la Fabada asturiana o “Nuestros callos guisaos”. En el apartado dulce sobresalen algunos como el delicioso Requesón de Abredo con sopa de frutos rojos.
La experiencia se completa con una selección de bebidas muy personal en la que destacan las cervezas artesanas asturianas y singulares vinos de la zona. Todo en este cálido restaurante (hasta la decoración de inspiración marinera, obra de Marisa, su mujer) respira localismo; deliciosa cocina de sentido común que aúna de forma magistral sencillez y creatividad.
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