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¿Cómo sabemos si estamos comiendo bien?

El reconocido divulgador de la alimentación Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología e los Alimentos y autor del blog Gominolas de Petróleo, con 13 millones de visitas, nos descubre en Que No Te Líen con la Comida (Editorial Destino) las claves esenciales para aprender qué es comer bien y, lo más importante, en qué tenemos que fijarnos cuando compramos para evitar engaños y elegir alimentos realmente saludables.

Plátanos «ecológicos», carne «libre de antibióticos», galletas «enriquecidas con vitaminas», yogures que «ayudan a nuestras defensas»… Para comer de forma segura y saludable no hace falta complicarse la vida. Tampoco es necesario contar calorías ni hacer malabares. El problema es que estamos muy despistados. No es de extrañar. A diario recibimos una enorme cantidad de información poco rigurosa e incluso contradictoria: ¿una copa de vino diaria es buena para el corazón o peligrosa para la salud? Y si nos fijamos en la publicidad, aún es peor: ¿qué significa que una salsa de tomate es «100 % natural»? Además no tenemos los conocimientos suficientes para interpretar adecuadamente las etiquetas de los alimentos y reconocer sus ingredientes. En definitiva, el mundo de la alimentación hoy en día se puede resumir con tres palabras: desinformación, desconocimiento y desconfianza. Dicho de otro modo, no nos fiamos de lo que comemos, no sabemos qué deberíamos comer y, además, comemos mal mientras pensamos que lo estamos haciendo bien.

¿QUÉ PODEMOS HACER?

1- Saber lo que es comer bien

Las guías dietéticas de referencia, como el plato saludable de la Universidad de Harvard, coinciden en que una dieta saludable debe estar basada principalmente en alimentos saludables poco procesados, especialmente de origen vegetal (hortalizas, verduras, legumbres…), a los que podemos añadir otros como huevos o pescado. Dicho de otro modo, consiste básicamente en evitar los alimentos insanos en la medida de lo posible: refrescos, galletas, bollería, embutidos, etc.

 

2– Saber lo que no es comer bien

Uno de los motivos que nos impide comer bien es la abundancia de dogmas y creencias infundadas, como las que dicen que una dieta sana es aburrida, que para comer bien hay que pasar hambre y contar calorías, que existe un peso ideal o que si sufres exceso de peso es porque tienes poca fuerza de voluntad.

 

3- Acudir a fuentes de información fiables

En el mundo de la alimentación hay mucha información, pero la mayoría no es veraz. Abundan los mensajes poco rigurosos o directamente falsos, como los que dicen que nos están envenenando con los aditivos, con los pesticidas de las frutas o con los antibióticos de la carne. Precisamente este tipo de información es la que más suele llamar la atención, así que es también la que tiene un mayor alcance a través de diferentes medios, especialmente en las redes sociales.

 

4- Leer las etiquetas

Muchas personas leen las etiquetas a la hora de la compra, pero solo se fijan en la cantidad de azúcar, la grasa y las calorías. Eso está bien, pero no es suficiente ni tampoco lo más importante. En realidad deberíamos empezar por leer la denominación del producto, que es la que nos informa del tipo de alimento que tenemos delante. Así sabremos por ejemplo si estamos ante un queso rallado o ante un preparado lácteo donde el queso brilla por su ausencia. También es fundamental leer la lista de ingredientes, que ofrece más información de la que puede parecer en un principio (por ejemplo, la cantidad de queso que contiene ese producto). Por último, la información nutricional sirve para complementar lo anterior.

 

5- Aprender a interpretar las etiquetas

¿Un Nutriscore B es garantía de que un producto es saludable? ¿Deberíamos priorizar los alimentos «ecológicos»? ¿Cuánta sal es mucha sal? ¿Realmente hay azúcar oculto en lo que comemos? ¿Por qué algunos alimentos tienen aditivos e ingredientes tan extraños y de códigos indescifrables? ¿Qué diferencia hay entre el jamón cocido y el fiambre de jamón cocido? No basta con leer las etiquetas, también es necesario saber lo que significan.

 

6- Estar alerta ante los mensajes publicitarios.

«El desayuno debe estar formado por lácteos, cereales y fruta», los alimentos «naturales» son sanos, los «caseros»  son más sabrosos… Todos esos mensajes publicitarios y muchos otros por el estilo nos forman una idea distorsionada de los alimentos y la alimentación. En muchos casos se aprovechan los agujeros y entresijos de la legislación para hacer afirmaciones o insinuaciones que nos dan a entender ciertas cosas que en realidad no son como pensamos. Ocurre por ejemplo con los yogures que «ayudan a nuestras defensas» o con los que «mejoran el tránsito intestinal», eso por no hablar del reclamo de moda: los alimentos «naturales».

 

7- Planificar un menú semanal

Una vez que sabemos lo que es comer bien, sería recomendable organizar un menú semanal, teniendo en cuenta algunas cosas importantes, como nuestros gustos, nuestro presupuesto, los alimentos de los que podemos disponer, la época del año, etc. Así podremos comer de forma variada y saludable.

 

8- Planificar la compra

Una vez planificado el menú, el siguiente paso es hacer la lista de la compra. Puede parecer una tontería, pero es algo fundamental porque de este modo evitaremos comprar productos insanos. Si no los tenemos en casa, será más fácil evitar o reducir su consumo.

 

Un especialista de sólida trayectoria

Miguel Ángel Lurueña (Béjar, 1978) es doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos. Trabajó como docente en la Universidad de Salamanca y como consultor independiente para empresas alimentarias. En la actualidad se dedica principalmente a la divulgación científica. Autor desde el año 2011 del blog Gominolas de petróleo, pionero y referente en español en la divulgación sobre alimentos, colabora en diferentes medios de comunicación, como El País, Consumer, Radio Nacional de España, Cadena SER y Radio del Principado de Asturias. Es profesor de varios cursos universitarios y de posgrado, editor en la Revista Española de Nutrición Humana y Dietética y miembro fundador de la Asociación de Divulgación Científica de Asturias.

 

 

Redacción

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