Las patatas fritas Bonilla a la Vista acaban de conseguir el sello de calidad Gastro Quality Taste, lo que las convierte en el primer aperitivo que logra entrar en esta lista. Este certificado de Aenor garantiza la excelencia de los productos alimenticios elaborados desde un punto de vista sensorial.
Las patatas Bonilla a la Vista han superado una cata exhaustiva llevada a cabo por los propios consumidores, en la que han evaluado su calidad organoléptica: sabor, olor, textura, valoración global y packaging.
La base del sabor de las patatas Bonilla a la Vista se encuentra en unas patatas de excelente calidad que se fríen en aceite de oliva 100%. También destacan por su textura crujiente gracias a un corte perfectamente definido.
Una historia de pasión y empeño
César Bonilla Vázquez, actual responsable de Bonilla a la Vista, forma parte de la tercera generación de una familia dedicada al ramo de la gastronomía. Los primeros pasos de la empresa se dieron en Ferrol en 1932, donde Salvador Bonilla, padre del actual propietario, empezó con un puesto de feria con el que recorría los pueblos con churros y patatas fritas. Llegó a regentar un hotel y un café de verano.
En noviembre de 1949 se monta la primera churrería en la calle del Orzán; es a partir de este momento cuando César Bonilla pasa a dedicarse en cuerpo y alma a esta actividad. Con horario de 24 horas -una licencia posible al no servir alcohol- la churrería servía también para la elaboración de las primeras Patatas Bonilla. Fueron la bici y luego la moto Guzzi, que se conserva en la fábrica de Arteixo, los primeros vehículos de reparto de sus patatas fritas, que se envasaban en latas de 1 kg retornables y se repartían por las cafeterías de la ciudad.
En el año 1958 se trasladan a la calle Galera -local que todavía sigue en activo, siendo el más veterano de la marca en funcionamiento-, allí el trabajo les desborda y deciden dejar las patatas fritas, pues manualmente era imposible hacer todo el trabajo. César guardó la idea durante 30 años hasta conseguir hacerla realidad, algo que fue posible a finales de los años 80.
Desde el año 1988 fabrica sus patatas en el Polígono de Sabón (Arteixo) con la mejor materia prima (patata seleccionada y aceite de oliva) consiguiendo la calidad que las caracteriza.
Bonilla a la Vista en cifras
Bonilla a la vista es, aún hoy, una empresa familiar, que conserva la esencia de sus inicios. Pero sus dimensiones han aumentado de manera importante en los últimos años. Actualmente cuenta con 84 empleados: 44 dentro de Epagal y 40 dentro de Bonilla e Hijos.
Las cifras de facturación son también crecientes. Epagal facturaba en 2015 3.654.085€, y 4.164.705€ el pasado 2016, mientras que Bonilla e Hijos plantaba cifras de 2.629.863€ en 2015 y 2.803.446€ en 2016.
En total, en el último ejercicio Bonilla a la Vista facturó 6.968.151€. Un montante de facturación que corresponde a los 700.000 churros que se distrbuyen cada mes, y los más de 37.000 kg de patatas que se venden en el mismo periodo, no solo en España, sino también en Reino Unido, Francia, Italia, EEUU, Panamá e Corea del Sur, último país en sumarse a las exportaciones de la marca.
Además de sus productos propios, Bonilla a la Vista cuenta con 7 locales propios, todos ellos en A Coruña, donde puede degustarse el tradicional chocolate con churros marca de la casa que dio origen a lo que hoy es Bonilla a la Vista.