La campaña de información de Inlac “Teléfono Lácteo”, recala en La Revilla (Cantabria) para conocer el día a día de una histórica ganadera. Charo Arredondo lleva toda una vida al frente de una granja de vacuno de leche junto a su familia. Las jornadas son largas y el tiempo de descanso escaso. Pero esta ganadera, presidenta a su vez de Inlac, está firmemente comprometida con su tierra no se imagina otra forma de vida ni cambiaría por nada los bellos paisajes del Valle de Soba. Ni a sus vacas, a las que reconoce por su nombre y mima “para que no les falte de nada».
¿Alguien puede imaginar los verdes pueblos de Cantabria, especialmente las poblaciones de montaña, sin las vacas que jalonan su territorio? La Organización Interprofesional Láctea (Inlac) ha lanzado una campaña de información para poner en valor el trabajo del sector, dado su papel estratégico y esencial. No en vano, es una garantía de autoabastecimiento de leche de vaca, oveja y cabra, así como quesos y derivados lácteos -al tratarse de productos vitales para la nutrición y la seguridad alimentaria de los consumidores-, de vertebración del medio rural y protección del medio ambiente. Cantabria, gran epicentro productor no puede entenderse sin su vibrante sector lácteo.
“El día a día de un ganadero es muy duro: yo me levanto a las 5:50 de la mañana para empezar a ordeñar sobre las 06:05, paso dos horas ordeñando y ahí es cuando veo si las vacas están bien o están mal. Cuando acabo de ordeñar, tengo que lavar las salas, seguir dándoles de comer a los terneros, luego hay partos…”, recuerda Arredondo, a su vez presidenta de Inlac. “Continuamente estamos pendientes de las vacas, podemos parar para desayunar, a lo mejor media hora, otra hora para comer y continuamente todos los días del año así…”, subraya esta ganadera cántabra. Arredondo sabe bien que el sector lácteo es motor económico y de empleo, al tiempo que mantiene los pueblos vivos y los paisajes cuidados. No en vano, la cadena de producción y transformación genera en España alrededor de 13.000 millones de euros al año y da empleo a unas 60.000 personas.
Pese a la dureza del trabajo y la dedicación que exige, esta ganadera asegura que no cambiaría por nada su modo de vida. Ni mucho menos “se encerraría” en una ciudad porque se dedica “a la profesión más bonita del mundo”, al cuidado de sus vacas, a las que conoce como nadie -cada una tiene su carácter, asegura- e incluso por su nombre.
La campaña
El objetivo principal de la campaña es reconocer a los ganaderos, una figura no suficientemente valorada ni reconocida, y al sector lácteo en su conjunto, así como continuar recordando las alegaciones científicas que recomiendan el consumo de tres lácteos al día, como cantidad media aproximada, si bien dependiendo de las necesidades de cada colectivo de población puede oscilar entre 2 y 4.
La campaña de Inlac ha recurrido a un símbolo, el teléfono lácteo de color blanco -el mismo de la leche, que además simboliza transparencia-, situado en distintas localizaciones en las que trabaja el sector: en medio de un prado de Galicia, en la plaza de un pueblo del norte peninsular, en un establo, en una pequeña empresa artesanal, en una granja de ordeño, en un laboratorio de investigación científica….
Por supuesto, nada mejor que los profesionales del sector lácteo para convertirse en los interlocutores con los consumidores, especialmente urbanitas, que geográficamente suelen estar más alejados y tener menor conocimiento sobre el trabajo en el campo hoy en día.