Inmensos acantilados, evocadores sabores, preciosas playas (para pasear en invierno y bañarse y tomar el sol en verano) que pasan de la calma a la furia, misteriosas cuevas, rutas salvajes, grandiosas huellas de dinosaurio… Ribadesella es un territorio absolutamente singular que hay que disfrutar con los cinco sentidos. La preciosa villa asturiana cuenta con una magia ancestral que se multiplica en cada plan para descubrirla, saborearla y sentirla: rutas gastronómicas con aroma marinero, festivales de música muy especiales, paseos llenos de historia, etc.
El Ayuntamiento de Ribadesella realiza un gran trabajo para potenciar el turismo de calidad, buscando siempre esos planes originales que potencian todavía más el encanto de la villa. Allí donde se entremezclan el presente y el pasado se encuentra un territorio lleno de matices que ofrece infinitas posibilidades. Ribadesella es mar y también monte; Asturias en estado puro. Desde la Ermita de Guía se puede observar su encanto urbano, deteniendo la vista en el Paseo de la Grúa, la Ruta Histórica del Puerto, el Paseo Princesa Letizia, el de los Vencedores del Sella…
Si hacemos un pequeño recorrido por sus playas es inevitable destacar la espectacular Santa Marina, cuyo inicio coincide con la desembocadura del río Sella. Pero hay muchas más: la acogedora y salvaje Atalaya, la de Vega -declarada Monumento Natural de Asturias-, la peculiar de Cuerres, la bella cala del pedral de Arra…El Cantábrico despliega toda su fuerza estrellándose contra los inmensos acantilados riosellanos, e irrumpe por los bufones, que marcan el ritmo de la banda sonora del territorio.
Mención aparte para sus impresionantes cuevas: la de Tito Bustillo, Patrimonio Mundial de la Unesco, es uno de los santuarios prehistóricos más importantes del mundo; la de Ardines, sirve como escenario para el veraniego Festival de Música de Cámara Ribadesella; o la de Cueves, rodeada de espectaculares estalactitas y estalagmitas. Pero en Ribadesella
se pueden encontrar vestigios de un pasado incluso más lejano…El litoral de Ribadesella, Colunga y Villaviciosa es conocido como la Costa de los Dinosaurios, porque los tres municipios albergan algunos de los restos más importantes del jurásico español en forma de majestuosas huellas.
Coloridas construcciones indianas, joyas arquitectónicas como el Palacio de la Atalaya o la Iglesia de San Salvador… en cada rincón de la villa se respira arte de siglos muy dispares. Y a su enorme interés cultural se suma una extraordinaria tradición gastronómica, basada en la variedad y riqueza de la materia prima de la zona, y con marcadísimo acento marinero: sargos, pixines (rapes), lubinas, bonitos, bocartes (boquerones), oricios (erizos de mar), etc.
La cocina riosellana se caracteriza por una fascinante mezcla entre innovación y tradición, y por esa forma tan personal de tratar los productos que les brinda el mar; suculenta esencia cantábrica. La villa norteña cuenta con un restaurante con estrella Michelin, Arbidel, y con otros excelentes espacios para probar esta cocina tan peculiar y deliciosa: Güeyu Mar, Quince Nudos, El Cenador de Villa Rosario, La Huertona, La Parrilla… son solo algunos de ellos.
Ribadesella sabe a sal y también a río dulce, permite tocar el pasado, suena a mar salvaje, huele a monte y océano y deja ver siglos de historia a cada paso. Sin duda, merece la pena disfrutarla con los cinco sentidos.
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