La fórmula principal, que reunirá a amigos y compañeros de trabajo al salir de la oficina, está pensada para un mínimo de 4 personas e incluye 8 platos y 8 bebidas (cerveza o vino) por tan solo 14€/pax. Puede elegirse cualquier plato del menú de barra, con creaciones tan apetecibles como la conserva Poncelet de mejillón con kimchi y cremoso de Arzua Ulloa; el maki sushi de salmón noruego y mozzarella de búfala campana; el hummus de queso majorero con torta de pan de pita; el gua Bao de roastbeef con queso ragusano, mayonesa picante y encurtidos; la brocheta de pollo de corral teriyaki con streussel de queso gouda de 3 años de maduración; o las croquetas de quesos variados y mini hamburguesas (con o sin queso, porque a todas las recetas se les puede retirar si el cliente lo desea).
Cervezas artesanas y combinados
Si la tarde se alarga, que sea con un buen “gin tonic” o con cualquier combinado de su carta “premium” a partir de 8€. O bien con una de sus variadas cervezas artesanas, difíciles de conseguir, realizadas principalmente por pequeños productores españoles (Málaga, Toledo, Badajoz, Valencia, Madrid, Logroño, Valladolid…) pero también de EEUU o Bélgica. Maridadas con sus excelentes tablas de queso son una delicia.
Nuevos platos en sala y jardín interior
¿La hora de la cena se aproxima? Perfecto. La sala de Poncelet Cheese Bar, todo un referente en la capital por su cocina de pinceladas creativas y utilización de centenares de quesos como ingrediente de los platos, cuenta desde ya con nuevas opciones para paladares inquietos, ideadas por el chef Paco Pajares. Entre ellas están las piedras de queso ibores y presa ibérica con tierra de hongos especiados; la pechuga de pato del delta de Ebro, esponjoso de perejil, queso de cabra de Botas y liquen de maíz; el lingote asado de costilla ibérica y queso ‘apentzeller’ con gnocchis de patata barbacoa; el montadito de brie de Meaux gratinado, hoja de ostra, pate de bonito y pan de algas crocante; el enrollado de burrata di Corato y tocino ibérico, pesto de albahaca, yema y hojas verdes; el salmón perfumado entre brasas de sarmientos, espuma de mozzarela negra, piparras, mojo rojo y yema empomada; o el lomo de bacalao confitado con guiso de sus callos al queso idiazábal de pastor ahumado y corteza de piel frita.
Como en el caso de la barra, pueden solicitarse sin queso si el comensal lo requiere. También se puede disfrutar contemplando el espectacular y refrescante jardín vertical del comedor, ahora que se avecina el calor es la perfecta “terraza interior” en la que refugiarse de las altas temperaturas estivales.
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