Texto. Luis Ramírez. Fotos: Abadía San Quirce y Origen
Visitamos Gumiel de Izán pocos días antes del confinamiento
La esencia de la Ribera del Duero
Como asegura Daniel Aguirre, “desde el principio la propiedad apostó por la excelencia, por las peculiaridades del suelo de esta comarca, y tuvimos claro que queríamos mantener la esencia de la Ribera del Duero, con plantaciones en vaso y pequeñas producciones, a partir de los viñedos viejos de uva Tinta Fina, lo que es la Ribera burgalesa y que va mucho más allá de las modas. Ello es posible gracias no solo al viñedo propio sino a las tierras de otros viticultores, que son los de siempre
y podemos trabajar con ellos como si el terreno fuera nuestro”.
Abadía San Quirce comercializa una completa gama de vinos que van desde el “roble” 6Meses Barrica (fresco y frutal, cuya edición 2019 han lanzado con una nueva presentación tipo Borgoña y que apuesta por la diferenciación en la “jungla” de grandes vinos de la Denominación de Origen) hasta el Gran Reserva pasando por el Crianza y el Reserva.
Pero tienen también otras joyas, vinos realmente complejos y ambiciosos, ambos de alta gama, para seducir a los buenos aficionados, como el singular M9, que se empezó a elaborar en 2014 procedente de uvas cultivadas a más de 900 metros de altitud en Gumiel de Izán, o el Finca Helena, un vino de pago del que apenas se comercializan 3.000 botellas al año (frente a las 150.000 de 6Meses), procedente de un viñedo prefiloxérico del año 1900. A ellos habría que añadir el blanco Verdejo, que elaboran en Rueda justo antes de que empieza la vendimia en la Ribera del Duero. Excelentes alternativas sobre todo para el mercado nacional porque, antes de la llegada de la pandemia, la exportación, en suave ascenso, tan solo representaba en torno al 15 por 100 de las ventas.
Suelos que dan un juego extraordinario
Diana Moreno asegura que “buscamos en Abadía San Quirce que se nos identifique en cada uno de los vinos, que el consumidor tenga la gama muy definida. Tenemos viñedo con muy diferentes tipos de suelo, ya sean arenosos o calizos, lo que nos permite obtener uvas, que aun tratándose de la misma variedad, son totalmente diferentes y nos dan un juego extraordinario. Tanto las tareas de poda como las de vendimia son totalmente manuales y ya en el campo realizamos la selección de las uvas”. El parque de barricas está formado por unas 400 de roble francés de diversas procedencias y 500 de roble americano.
En suma, Abadía San Quirce es, en la vorágine de una de las Denominaciones de Origen más activas y prestigiosas del mundo vinícola nacional, un proyecto diferenciado por esa visión romántica de seguir reivindicando una forma tradicional de hacer las cosas que es precisamente la verdadera responsable de las glorias que durante los últimos años ha vivido la comarca.
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