Reportajes

AlmaGastronomía: La importancia de alimentar el alma

Las palabras son esos sonidos con los que construimos nuestros pensamientos. Los verbos son esas palabras o sonidos con las que expresamos nuestras acciones. Nuestras acciones nos definen, hay cuatro verbos muy concretos: pensar, sentir, decir y hacer, verbos que fijan rumbos, viajes, experiencias y sensación de sentido.

Las acciones de esos cuatro verbos están íntimamente relacionadas y se repercuten mutuamente. Quiere decir que nuestros pensamientos influyen directamente en nuestros sentimientos y éstos condicionan nuestras acciones, o sea, nuestras conductas. Dicho de otra forma, pensar es la creencia o pensamiento que genera la actitud o predisposición con la que afrontamos las cosas; sentir es la emoción agradable o desagradable que impulsa en nosotros unas conductas u otras; y hacer es la conducta que elegimos.

Una experiencia sensorial

En estas líneas desarrollamos y hablamos de la gran importancia de la Neurogastronomía  que vincula el comer con la creación de una experiencia sensorial donde cuerpo y pensamiento se unen, donde la comida juega un papel esencial. Los cinco sentidos tienen un papel importantísimo; el olor, la vista, el oído, el sabor y el tacto nos crean la percepción diferencial de cada uno de los platos; su aspecto, textura…Dada su importancia, los grandes Chefs se implican y diseñan cada detalle de la experiencia. Imaginemos por un momento que damos vuelta la cámara y nos observamos desde fuera, donde somos el Chef que elige cuidadosamente los ingredientes o pensamientos y que los cocina con nuestras emociones y actitudes para obtener el plato perfecto. 

 ¿Somos conscientes de nuestros pensamientos, sensaciones, palabras y acciones diariamente? Todo pensamiento nos alimenta y mi propuesta es hacer un ejercicio de auto-reflexión: el primer paso es muy sencillo: observarme y hacerlo sin juzgarme. Así podemos descubrir patrones interesantes, por ejemplo que cambiando algún ingrediente mejora notablemente el sabor.  

            Sabemos lo importante que es alimentarnos adecuadamente para que nuestro cuerpo esté lleno de energía. Pero, ¿alguna vez pensamos en alimentar el alma? Sobre todo en estos tiempos, donde el día a día nos obliga a lidiar con distintas circunstancias retadoras. 

         Para ello, es importante que nos alimentemos con nuestros cinco sentidos, que la comida nos haga sentir bien. Esto implica reconocer nuestras emociones, respetarlas y trabajar en ellas para aprender a vivir en armonía con nosotros mismos.

         Otro ingrediente esencial es llenarnos de emociones positivas y vivir rodeados de amor. Así como elegimos los alimentos que le hacen bien a nuestro cuerpo, hay que seleccionar todo aquello que nutra nuestra alma, como cultivar vínculos saludables, escuchar nuestro interior, abrazar, tomarnos una taza de té y todo lo que nos conecte con el corazón.

¿Por qué es importante evitar los pensamientos que no nos “hacen bien”?

         Es importante identificar los pensamientos que condicionan nuestras conductas negativamente; aunque parezca obvio, se nos olvida a menudo. De hecho, los pensamientos se automatizan, se convierten en hábitos y saltan como resortes sin que podamos controlarlos, a no ser que tomemos conciencia de ellos. Y además de los pensamientos propios, están los colectivos, casi tan potentes condicionando nuestras conductas como los primeros: “los lunes son horribles”, “ya se acabó lo bueno con el verano”, “sin dinero no puedes hacer nada”, “la cosa está muy mala”… ¿Te suenan? Lo malo de todo esto es que no hay actitudes neutras: o son positivas o son negativas. De hecho, en cuestión de pensamientos, o estás a favor o estás en contra, y eso provoca en ti emociones agradables o desagradables que condicionan tus conductas. Así que todos los pensamientos te afectan.

        Las emociones (positivas o negativas) nos permiten reflejar nuestro interior, es decir, conocernos mejor, entender nuestras conductas, saber qué pensamientos o acciones necesitamos cambiar. Son nuestra brújula interior. 

Tomar consciencia de nuestros pensamientos

        Uno de los aspectos más importantes de cuidarse a sí mismo es tomar consciencia de nuestros pensamientos, una necesidad psicoemocional y de supervivencia corporal primordial, y la forma habitual de relacionarnos con el cuerpo que se halla arraigado en los estratos más rudimentarios de nuestra psique. También es un ritual social fundamental, cargado de significado cultural y una práctica sana muy importante que tiene efectos profundos en nuestra energía y en nuestro bienestar. Ser coherente entre lo que siento-pienso y digo-hago influye muy positivamente en todas las dimensiones de nuestra vida y requiere de un compromiso serio y continuo. 

           Resulta especialmente difícil mantener una relación disciplinada entre pensamientos y emociones. La filosofía de la vida plena es una Práctica Integral de Vida y parte del hecho de que no existe ninguna fórmula que sea adecuada para cada momento, persona, y lugar. Dicha práctica es individual y exige autoconocimiento y responsabilidad.

 

«Nuestros pensamientos gobiernan nuestra vida. Lo que una persona cree de sí mismo influye poderosamente, para bien y para mal, en lo que logra y alcanza. Somos nuestros pensamientos» David Henry Thoreau

Efa Rimoldi

Descubrí el Zazen, practica meditativa del Budismo Zen, en un momento clave y de gran transformación personal. Inquieta y curiosa uruguaya, decidí estudiar Economía con el deseo de ser parte del Bienestar de las Personas. En 1991 me vine a España para hacer prácticas en diferentes empresas, un MBA y encontrar un buen trabajo. Trabajé en Santander Investment, Bertelsmann y Springer Nature. En el año Xacobeo 1999, con mi hermana hicimos parte del Camino de Santiago, que me conectó nuevamente con La Gran Armonía y decidí realizar algunos cambios en mi vida. Así comienza mi incursión de estudio y práctica, en el mundo del Zen, Coaching Ontológico, Psicoanálisis, Bioenergética, Tao Yin, Chi Kung, Mindfulness…. Herramientas todas que me ayudaron a atravesar diferentes desiertos, re-conectar con mi esencia, y retomar mi propósito vital: trabajar en el bienestar (Economía) y búsqueda de la Armonía propia y de otras personas.

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