El camino que conduce a Arínzano es como la primera página de una historia milenaria que conserva, aún hoy, todo su misterio. Dos mugas de piedra marcadas por los siglos todavía llevan la inscripción original «Señorío de Arínzano». Aquí comienza la Finca que Sancho Fortuñones recibió en 1055 del rey García Sánchez VI por haber salvado su vida y restablecerlo en el trono de Navarra. Él a su vez la otorgó en heredades a una vecina comunidad de monjes para dedicarla al cultivo del vino, labor que ejecutaron durante cinco siglos. Como tantos otros grandes vinos, Arínzano lleva desde su origen la doble impronta de tiempo sagrado y tierra profana.
Arínzano cuenta en su historia la historia de España: tras la época de los monjes, llegó la de las grandes familias nobles con Lope de Eulate, primer consejero del último rey de Navarra, que le cedió esta finca en 1520. A partir de 1715, el marqués Zabalegui y sus sucesores dedicaron la Propiedad exclusivamente al cultivo del viñedo y a la revelación de su terruño. Tras la crisis de la filoxera que arruinó las plantaciones de vid, la familia Chivite confió a Denis Dubourdieu, reconocido enólogo y agrónomo francés, la replantación de la finca según un enfoque parcelario del terruño que reveló una expresión singular y extravagante de la Chardonnay, la Merlot y la Tempranillo.
Un paisaje salvaje y vivo
Arínzano es ante todo un paisaje magníficamente salvaje y vivo, un oasis en un entorno árido que ocupa 392 hectáreas de las que sólo una tercera parte está dedicada a la vid. Este milenario valle glaciar recoge una corriente de aire fresco procedente del Atlántico que atraviesa los últimos macizos de la Sierra de Urbasa, para precipitarse por el río hacia las laderas de la finca. En este vasto anfiteatro, las energías combinadas del viento Cierzo y el río Ega dan a cada parcela una inflexión particular. La tierra, la piedra y el agua otorgan al lugar su poder, energía y emoción.
No hay grandes vinos sin grandes terruños; y sólo los hombres pueden revelarlos: cada parcela de la finca es trabajada por separado por el enólogo y su equipo. Lejos de prejuicios del pasado, Arínzano practica una enología moderna, precisa y sostenible, dictada por la intuición y la experiencia, más que por recetas y técnicas.
El tiempo como dimensión del vino
En Arínzano todos están convencidos de que el tiempo es la dimensión profunda y última del vino. La fruta brillante no se concibe sin la intensidad y estructura de taninos sedosos esculpidos por el tiempo y la huella medida de las barricas de roble francés, esencialmente nuevas.
La denominación Vino de Pago recibida en 2007, que se aplica a toda la finca, consagra la búsqueda de la excelencia en un terruño milenario que se practica todos los días. Al igual que el descubrimiento de la propiedad, la cata de los vinos sugiere, sin revelar completamente, el misterio y la magia del lugar y su historia; sus mil años de misterio.
Experiencia “Visita el misterio”
En esta visita podrán adentrarse en los fascinantes secretos encerrados en Arínzano desde 1055.
La experiencia incluye:
• Visita al viñedo en 4×4
• Visita a bodega y edificios históricos
• Cata de 3 vinos de Arínzano en armonía con 3 tapas premium o tabla de quesos y embutidos.
• Duración: 2 horas
• Precio: 60€ por persona
Nota: para grupos de +8 personas, se ofrece una visita al viñedo andando por 40€ por persona.
arinzano.com
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