La bodega Las Moradas de San Martín (DO Madrid), del Grupo ENATE, es hija de la historia y de la esencia de las Garnachas centenarias que se cultivaban en el municipio de San Martín de Valdeiglesias (en la vertiente madrileña de la sierra de Gredos, a menos de una hora de la capital), desde el siglo XII.
Su “kilómetro cero” es el paraje llamado Pago de los Castillejos, cerca del límite con las provincias de Toledo y Ávila. Un lugar muy singular que está en la base de la elaboración de vinos con una acusada personalidad. Porque el vino es, por encima de todo, origen y territorio. La de Las Moradas es una viticultura respetuosa con el medio y con los mensajes que lanza la naturaleza, lo que da como resultados vendimias manuales y prácticas ecológicas (desde la campaña 2017 poseen el certificado de Agricultura Ecológica) y también biodinámica. Han recibido asimismo el sello ECO-PROWINE como resultado de sus prácticas ecológicas y su compromiso con la sostenibilidad en todos los procesos de producción, dentro de los cuales se busca que la intervención externa sea mínima. Además, todos sus vinos son veganos.
Capaces de plasmar el alma de la Garnacha de este terreno, la bodega hace un guiño a nuestra cultura literaria a través de las etiquetas que visten sus vinos. Y es que lilteratura y vino van unidos para transmitir como nadie la esencia de sus vinos a través de escritores como Lorenzo Silva, Marta Rivera, Ramón Acín, Óscar Sipán, Ángeles Caso, Luz Gabás o Andrés Trapiello.
Gran valor medioambiental
Las Moradas se ubica en una ZEPA 56 (Zona Especial de Protección de Aves), en un entorno paisajístico de gran valor medioambiental gracias a su flora y su fauna autóctonas. Las instalaciones son sencillas, tradicionales y prácticas, con capacidad para producir unas 80.000 botellas por añada. También cuentan con pequeños depósitos de acero inoxidable que permiten vinificar cada parcela por separado. Las barricas son de roble francés y húngaro y cada año se renuevan en un 20%. También cuentan con foudres de 1.450 litros para los coupages y el afinamiento.
Dentro de la apuesta por lo autóctono, también están recuperando la variedad de blanco Albillo Real. Pero la Garnacha de Las Moradas deslumbra por su carácter polifacético, por la forma de interpretar cada terruño. Plasma como ninguna otra uva la esencia de los suelos en los que se cultiva. Y en el viñedo de Las Moradas, donde conviven vides jóvenes, otras casi centenarias y centenarias, se puede observar muy bien tan extraordinaria versatilidad.
Vinos “con alma”
En cada uno de sus vinos, la bodega busca que quien los disfrute se traslade a su origen; al pago y al entorno natural. En lo alto del monte, los suelos de composición arenosa granítica otorgan profundidad y mineralidad a los vinos que, unido a la acidez natural de la uva, forman el eje de Las Moradas de San Martín. Vinos largos, envolventes, sutiles, elegantes, a la vez que muy vivos y frescos, con una capacidad de envejecimiento muy sorprendente de la Garnacha tinta.
La gama actual de la bodega madrileña está integrada por el blanco Albillo Real 2020 Eco (la variedad se ha cultivado tradicionalmente en la comarca y apunta hacia su recuperación), Initio 2017 Eco (procedente de un terroir particular de Garnachas históricas, que proporciona la esencia de Las Moradas; es el primer tinto comercializado en España con certificación ecológica), Libro Once. Las Luces (un vino de pago único, procedente de Garnachas centenarias, con vocación de guarda que no se elabora todos los años, el primer Gran Bacchus de Oro 2022 de la DO Madrid, una distinción que la bodega ha recibido con orgullo), Senda 2018 (un vino más fresco,con Garnacha tinta procedente de las parcelas Boquerón, Los Corzos y La Coja en los que la edad de los viñedos oscila entre 40 y 85 años). Y La Sabina 2015 (un vino distinto, el primero de Las Moradas de San Martín al que no se le ha añadido sulfuroso en ninguno de los procesos: viñedo, elaboración, crianza ni embotellado).
Por tratarse de una bodega en simbiosis con el escenario en donde se ubica, el compromiso enoturístico es absoluto. Si se trata de “respirar” el vino, el Pago de los Castillejos es el mejor lugar para sentirlo desde la tierra. Pasear por los viñedos de Las Moradas es sinónimo de disfrutar de un enclave único, cuyo paisaje de encinas, enebros, sabinas, olivos, pinos piñoneros y un sinfín de plantas aromáticas es inspirador. También proliferan especies animales, algunas de ellas protegidas, como el buitre negro, la cigüeña negra, el águila imperial o el búho real. Les encanta mostrar el proceso de elaboración de los vinos desde el momento en el que la uva entra en la bodega hasta su crianza en barrica, terminando con una cata. Dependiendo de la época del año, el visitante puede participar en las diversas tareas que se realizan tanto en el viñedo como en la bodega: recogida de la uva durante la vendimia, cata en el viñedo, poda de invierno o poda en verde. También dan a conocer su filosofía de trabajo artesano a través de diferentes talleres.
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