Por Eugenio Occhialini
La transición tiene diferentes vertientes y ha transformado nuestro modo de vida. Y no me refiero exclusivamente a aspectos económicos sino a comportamientos sociales. Ha cambiado nuestra forma de trabajar y, en buena parte, nuestra manera de comunicarnos, aunque echemos mucho de menos la cercanía y el contacto. Se ha modificado incluso parcialmente nuestra manera de comer o al menos la de acceder a la comida, muchas veces a distancia, a través de plataformas y aplicaciones, algo que antaño imaginábamos disparatado.
La transición es, en efecto, digital porque bajo este paraguas realizamos en este tiempo buena parte de nuestras actividades, pero también es cultural y es ecológica porque se está modificando por completo nuestra manera de vivir.
Aunque atravesamos, sin duda, una etapa de gran desconcierto, aprendemos, paso a paso, importantes lecciones. Por ejemplo, ya todos somos conscientes de que los recursos de nuestro planeta son limitados y que resulta muy urgente organizarnos para evitar el desperdicio y el despilfarro. Sabemos que no nos lo podemos permitir.
«Del campo a la mesa»
También hemos descubierto que no nos podemos quedar parados en nuestra complacencia. Por eso, necesitamos tener siempre presente la exigente de innovación, de mejora en los procesos productivos y culturales, para ser más sostenibles, más solidarios y, de paso, más rentables. Como nos recuerdan todos los mensajes de la nueva Política Agraria Común (PAC), esta exigencia ha de estar presente en todas las fases del proceso productivo, “Del campo a la mesa”.
La pandemia del coronavirus nos ha confirmado que, para lo bueno y para lo malo, somos absolutamente globales, que los centros de energía del mundo están totalmente interconectados y que nada de lo que ocurra en los puntos más alejados del planeta nos puede resultar ajeno. Las posibilidades son, por lo tanto, infinitas y los riesgos también, cuando fallan algunos de los eslabones de una cadena inmensa en donde la logística se convierte en herramienta fundamental.
Las lecciones de esta época de las grandes transiciones son, por lo tanto, muchas. Contamos, sin duda, con muchas fortalezas pero hemos de ser conscientes también de las debilidades, que afectan a nuestra línea de flotación.
En este escenario de inseguridades, ha de resonar cada vez más fuerte el discurso que repetimos machaconamente desde el año 2004 y que cada vez nos replican con más fuerza: es necesario permanecer cerca del origen, de las raíces, del territorio, de las esencias. Aunque a veces nos dé algunos disgustos, la Naturaleza nunca nos va a fallar y si todos somos respetuosos con lo que tenemos más cerca, nuestra civilización tendrá muchas más posibilidades de avanzar y de mejorar, aunque seamos quizá demasiados y muchas veces nos desborden las carencias.
Premios Raíz y Mejor Territorio
Por eso, en estos días que entregamos nuestros Premios 100 por 100 ORIGEN en su cuarta edición, hemos creado los Premios Raíz para los proyectos más ilusionantes emanados de mentes más jóvenes y la categoría de Mejor Territorio para una zona concreta de España en la que se trata con especial mimo a los productores, que son los guardianes de estas esencias que tanto nos gusta cuidar.
Y, finalmente, estamos muy contentos del lanzamiento por parte de La 2 de Televisión Española del programa “ORIGEN”, que subtitulan como “un viaje al origen del producto” y que está presidido por nuestra filosofía y nuestros valores. Es todo un lujo que la principal empresa pública española en el ámbito de la comunicación haya emprendido este proyecto, en asociación con la productora Interpool Media, emulando nuestra visión del mundo. Hubiera sido un bonito detalle que nos hubieran dejado también participar en el proyecto. Ojalá podamos hacerlo en el futuro.
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