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Castillo de Canena o la vuelta al olivar de los hermanos Vañó

Resulta sumamente gratificante para el periodista recorrer la trayectoria profesional de Rosa y Paco Vañó, Paco y Rosa, mientras disfrutamos del “mar de olivos” de Jaén desde el indescriptible escenario de La Logia del Castillo de Canena, un edificio erigido por los árabes sobre un asentamiento romano, reformado en el siglo XVI por el prestigioso arquitecto Andrés de Vandelvira para convertirlo en palacio. Entonces era propiedad de Francisco de los Cobos, secretario de Carlos I.

Por Luis Ramírez. Fotos: Castillo de Canena y ORIGEN

Solo este espectacular Castillo de planta cuadrada (Monumento Nacional castillo-de-canena-y-canela-en-rama-003-fileminimizerdesde 1931) daría para uno de nuestros reportajes, pero los protagonistas son hoy sus propietarios, los hermanos Vañó, junto con su padre Luis, quien les inoculó el “virus” del olivar y la almazara y provocó que, para sorpresa del progenitor y cuando ya rebasada la cuarentena estaban triunfando respectivamente en el Grupo Santander (Paco) y en Coca Cola (Rosa), decidieran volver a los orígenes de una familia dedicada al olivar desde 1780 y convertir a la empresa Castillo de Canena en sinónimo de calidad e innovación en el complejo universo oleícola nacional.

En busca del alma de esta sólida empresa, espejo en el que se miran desde hace años buena parte de sus competidores, hemos recorrido, mientras el calor apretaba por estas tierras jienenses, cercanas a Linares y también a las históricas Úbeda y Baeza (Ciudades Patrimonio de la Humanidad), no solo el Castillo que le da nombre, sino sus almazaras (una más industrial, la otra absolutamente Premium)  y sus extensas fincas (1.500 hectáreas de olivar más 300 de montes, sotos y vegas), en donde, como fin de fiesta, hemos disfrutado de un arroz campero preparado por Emilio Moreno, el jefe de campo, uno de los principales colaboradores de los Vañó.

Obsesión por la calidad y la innovación

En todos estos escenarios hemos podido comprobar la obsesión por la calidad, por la mejora del producto, por la sostenibilidad, la trazabilidad y la biodiversidad (recientemente han plantado en la finca nogales y cipreses) y por aportar constantes novedades a un sector que es el pilar sobre el que sebodegon-2016 sostiene la economía provincial.  Todo ello implica inversión, no solo es el reconocido y espectacular “packaging” que diferencia a los productos de Castillo de Canena sino también y sobre todo en maquinaria de última generación o en sofisticadas tecnologías del frío (una pintura cerámica de origen japonés llamada gaina que permite rebajar la temperatura hasta 20 grados de manera natural es la última sensación), además de las que se destinan al campo, incluyendo las que facilitan la recolección nocturna o sofisticados medidores de turgencia de las hojas. Tienen también obsesión por un más razonable uso de los recursos hídricos, todo un tesoro en la comarca.

Todo para mejorar los resultados de unas campañas que se inician a primeros de octubre (fueron los primeros en adelantar la fecha, pero en busca de la calidad no por capricho, como algunas carreras que se emprenden ahora para lanzar el primer Virgen Extra en septiembre) y terminan a finales de noviembre en el caso de Castillo de Canena pero pueden prolongarse hasta el mes de abril con otros aceites, de corte más industrial, que comercializan bajo otras marcas.

Como dice Paco Vañó, “el calor, el oxígeno y la luz son los tres grandes enemigos del Virgen Extra y del aceite de oliva en general. Invertimos para controlar su influencia y nos hemos convertido en la almazara con más certificaciones de España. Tenemos, por ejemplo, dos centrifugadoras verticales, que son caríscastillo-de-canena-y-canela-en-rama-030-fileminimizerimas, pero no por capricho sino para cumplir con los protocolos de limpieza. Y cualquiera que busque innovación en el mundo del aceite sabe que tiene que darse una vuelta por aquí. Tampoco conviene olvidar que, detrás de un aceite de alta gama, hay mucho esfuerzo y mucha inversión para muy escaso rendimiento, la mitad del que se obtiene con un aceite convencional en en el caso de nuestro Arbequina o nuestro Picual y apenas un tercio con la Royal. Funcionamos con 27 parámetros de calidad, algunos estratégicos, como el tiempo que trascurre del árbol a la almazara, los índices de madurez, la humedad del fruto o el índice cromático. Además, envasamos normalmente sobre pedido para que la calidad del aceite se preserve en los depósitos. Y así somos capaces de dar de comer a ochenta familias, con las que compartimos la maravillosa cultura del aceite”.

Su pasión por la calidad les ha permitido conseguir todos los galardones en los certámenes más prestigiosos de repercusión mundial. Por ejemplo, fueron considerados “Mejor compañía oleícola del mundo” en los Flos Olei 2016. También han obtenido varios premios Mario Solinas, que concede el Consejo Oleícola Internacional; y su Biodinámico fue calificado como “el Mejor Aove Ecológico del Mundo” en los Sol d´Oro italianos. En nuestro país, su Reserva Familiar Picual obtuvo el Premio Alimentos de España 2016 al Mejor Verde Frutado Intenso. Aunque ahora Rosa Vañó amenace con no volver a presentarse a unos concursos “cada vez más prostituidos y contaminados, que faltan el respeto al consumidor. Hay otros grandes productores italianos y españoles que piensan lo mismo”.

“No somos una empresa familiar al uso”

Rosa Vañó, que lleva ya tres lustros recorriendo el mundo con sus excelentes Virgen Extra bajo el brazo, asegura que “no somos una empresa familiar al uso, porque empezamos con la base construida por mi padre en el sector pero el afán de empezar un proyecto desde cero. Porque hasta que nos incorporamos Paco y yo nadie había pensado más allá de vender graneles. Mi padre había preparado todo para que Castillo de Canena sea hoy todo lo que es y, castillo-de-canena-y-canela-en-rama-035-fileminimizercon una base enfocada hacia los grandes volúmenes, él nos apoyó para crear de la nada una compañía basada en calidades y no en cantidades. Y que pudieran seguir trabajando en paralelo dos mundos tan alejados entre sí. Para mí resultaba importantísimo que el precio no fuera la clave sino que existieran otras motivaciones por crear valor diferencial, la esencia del marketing. Es decir, queríamos comercializar un gran producto envuelto, a la vez, en un bonito estuche. Yo tenía experiencia en crear ese valor diferencial y eso es lo que hemos hecho”.

“La locura de una pareja de ilusos”

Casi trece años después, Rosa hace un balance de urgencia: “Creo que acertamos con esta decisión vital, a pesar de las dificultades de la tarea que entonces no imaginábamos, porque la ignorancia es muy osada. Yo pensé que construir una marca era relativamente fácil y ahora con la madurez de esta trayectoria, creo que fue la locura de una pareja de ilusos. Hoy mantenemos el compromiso de seguir innovando año tras año, aunque sea realmente complicado”.

En efecto, han dido los primeros con  Primer Día de Cosecha, Reserva Familiar, el aceite ahumado, la Cata Horizontal, el Picual Biodinámica y, más recientemente, Arbequina & Co, una colección de Virgen Extra Arbequina Castillo de Canena en un 99,5 por 100 con aceites esenciales naturales procedentes de flores, plantas y frutas. Como dice Rosa, “casi no nos da tiempo a poner en el mercado todos los proyectos que tenemos. Y no se trata de ser originales porque sí, sino de hacer  productos distintos, seguir construyendo, enriquecer el mercado y llegar a otros lineales, no solo a los del aceite de oliva. A veces conviene dar un golpe en la mesa para recordar que, en calidad e innovación, seguimos siendo los primeros, porque están en nuestro ADN, no son modas pasajeras. Y lo hacemos en producto, en marca, en packaging, en investigación… cuando sospechas que todo el mundo te copia, lo mejor es no mirar hacia los lados sino solo hacia adelante”.

Paco Vañó coincide con su hermana: “La decisión de apostar por Castillo de Canena fue acertada, desde el momento en que cada generación debe dejar su impronta y su sello. El gran problema que tienen las empresas familiares dedicadas a la agricultura es que son normalmente continuistas y las nuevas generaciones se limitan a seguir la senda que el padre o el abuelo trazó. Nosotros creo que tenemos una ventaja respecto a  otras empresas familiares competidoras. Veníamos de experiencias profesionales enriquecedoras y muy formativas, pero estábamos vírgenes en este sector. Teníamos una base afectiva, espiritual y sentimental muy intensa y muy arraigada en el olivar, Jaén y su provincia, pero la ventaja de que no teníamos ideas preconcebidas. Así fuimos capaces de ser pioneros en la tarea de aplicar al mundo del aceite experiencias propias del mundo del vino. Los Premium del aceite son una categoría que ha venido para quedarse y está enganchando al resto. Y nosotros algo hemos aportado. Incluso en campañas terribles, como la de hace dos años, sacamos grandes productos, casi recogiendo aceitunas árbol a árbol, porque pagos extraordinarios que habían dado aceites excelsos ese año no servían para nada”.

Proyectos muy ambiciosos en construcción

Castillo de Canena sigue fiel a su “mantra” innovador y por eso, actualmente manejan siete proyectos en ciernes. Entre los que pueden contar, alguno suena muy ambicioso, comocastillo-de-canena-y-canela-en-rama-042-fileminimizer el diseño de “Los aceites del mar” junto al cocinero gaditano Ángel León (con el malagueño Dani García también mantienen una estrecha colaboración, como con otros chefs españoles y también internacionales), lanzar pronto el Biodinámico Arbequino o seguir experimentando con el maravilloso jardín de varietales, del que pueden proceder nuevas sorpresas. Apuntan asimismo hacia el lanzamiento de aceites con un perfil organoléptico distinto, es decir, muy maduros, los “Ultimo Día de Cosecha” por seguir la exitosa terminología de la empresa. A lo que Paco Vañó añade que “hay un montón de proyectos en ciernes co
n universidades, organismos públicos o laboratorios y no solo como Castillo de Canena sino en colaboración con otros”.

Hoy exportan el 80 por 100 de su producción, con gran presencia en mercados como Estados Unidos, Alemania, Inglaterra y en países asiáticos como Japón, China, India o Corea del Sur. Y otro de los afanes de Castillo de Canena es seguir haciendo cultura del Virgen Extra a través de catas, conferencias o armonías, reivindicando, por supuesto, su faceta saludable y también su versatilidad gastronómica, “no solo en la tostada -dice Rosa sino en ceviches, tartares, salsas, bocadillos y todo tipo de recetas. Es muy necesario popularizar los buenos Virgen Extra porque hay un tremendo desconocimiento entre los consumidores que, en un 75 por 100 optan por aceite refinado de pésima calidad. El Virgen Extra es el aceite de la gastronomía, porque es cultura y aúna placer, salud y sorpresa. Quien disfruta de la buena mesa necesariamente ha de disfrutar también de nuestros aceites”.  Que no son, añadiríamos, sino la esencia de un paisaje, de un territorio, de una cultura agrícola y de una familia enamorada de su tierra con pasión.

RECUADRO

Belén de Pedro: la inspiración de una diseñadora gráfica

horizontal-fileminimizerBelén de Pedro (Belén de Peter) dice que es directora de arte desde 1995, “pero apasionada del diseño desde que mis padres me dieron un papel y un lápiz. Por eso, nunca he dejado de trabajar como diseñadora gráfica. Me encantan los retos. Siempre he intentado darle un toque artístico a todos los trabajos que hago. ¿Por qué? Porque me entusiasma mi profesión”. En 2009 le propusieron trabajar para Castillo de Canena y lo asumió como el reto de “plasmar emociones tan distintas como el esfuerzo, el trabajo, el sabor, e incluso el olor en un espacio verdaderamente reducido: la etiqueta de una botella”. El estreno fue con Primer Día de Cosecha, una botella que, en sus variedades Picual y Arbequina, se ha convertido en icónica para la empresa y cuya cosecha “firma” cada año,  envuelto en gran expectación, un personaje popular. El cantante Raphael, “paisano” de los Vañó por su origen “linarense” ha sido el último. Y, como dice Belén, “esta aventura continúa en la actualidad con la misma magia, el mismo espíritu, la misma esencia, pero sin dejar de evolucionar, de reinventarme y de sorprender en cada nueva propuesta, en cada nueva botella”. Solo contemplar los diferentes productos que se comercializan bajo la marca Castillo de Canena sirve para certificar la fructífera colaboración entre ambas partes durante estos siete años.

Porque, al final, como concluye Belén, “lo más importante es que cada etiqueta tenga su propia historia, una historia que merezca la pena ser contada. Y sí, puedo decir que ya estoy impaciente por contar la siguiente”.

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