Por Óscar Checa
Aunque es lo primero que pensaríamos, la Albilla de La Manchuela no es de la familia de los albillos. Con esas otras variedades comparte solo el nombre. El tema de la confusión entre castas no es nuevo, aunque poco a poco, gracias a la genética, se va aclarando el lío. En este caso, la comparación de los datos registrados en el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA) y el Instituto de la Vid y el Vino de Castilla-La Mancha (IVICAM) fue providencial para determinar que el material que uno y otro tenían (recogido con nombres distintos) era el mismo. A eso se sumaron nuevos estudios en Castilla-La Mancha, recogidos en la tesis de Adela Mena Morales, en los que se identificó un nuevo perfil genético, no descrito anteriormente, y que acabó siendo diferente al de los otros albillos de la región. Se trataba de la Albillo Dorado, que se cultiva en la parte oriental de La Manchuela y que se conoce también como Albilla.
Albilla es como la han llamado siempre en esta comarca que extiende su territorio entre el sureste de Cuenca y el noreste de Albacete. Lo del apellido que la identifica de forma clara, Manchuela, todavía no está aprobado de manera oficial, pues, en teoría una casta no puede llevar el apelativo de una localidad, región o Denominación de Origen… Pero eso, de momento, casi es una cuestión menor ya que lo importante es que esta variedad, que ha estado en grave riesgo de desaparecer, está siendo recuperada.
Un triángulo geográfico
Villamalea, Ledaña y El Herrumblar conforman el triángulo geográfico donde pervive la Albilla. No se ha encontrado en ningún otro lugar de España. Y lo curioso es que en estos pueblos, los viñedos de Albilla suelen ser monovarietales, a pesar de su edad; no se trata de viñedos de mezcla, lo que puede dar pistas del
asentamiento de esta casta en otra época. Pero, ¿de dónde viene? Los estudios genéticos la han identificado como hija de la Tempranillo y de la Moravia Dulce, pero la Albilla también tiene su leyenda: los más viejos cuentan que la trajo un veterinario que acabó destinado a Villamalea en los primeros años del siglo XX. Aquel hombre compró una finca y plantó la variedad. Tuvo éxito y se extendió antes de que comenzara el boom de las cooperativas.
Y este es un detalle importante porque con el tiempo se vería que la Albilla y las cooperativas no acabaron de llevarse bien del todo. La razón estriba en el propio ciclo de la Albilla. Es una uva muy temprana. Así, antes de la llegada de las cooperativas, se vendimiaba cuando tocaba (en agosto) sin plantearse mayores diatribas; pero cuando el fenómeno cooperativista se fue imponiendo todo cambió: por lo general, las cooperativas seguían cerradas en el momento en que la Albilla estaba lista para vendimiar, por lo que era frecuente que, al final, se quedara en el campo. Los tipos de vino que se empezaron a producir, siguiendo los nuevos modelos comerciales, también la dejaban fuera. Y para colmo, no es una variedad muy productiva. Así que, en las últimas décadas del siglo XX y en las primeras del XIX, muchos viticultores acabaron arrancando sus parcelas. El éxodo acentuado del campo no ha hecho más que agravar esa situación, pues los agricultores que habían mantenido las parcelas no encuentran relevo generacional.
Con todo, en Villamalea se ha mantenido y, de hecho, es una cooperativa la que elabora un monovarietal de Albilla (Providencia), un vino joven que no recibe más que halagos. Junto a él, hoy solo encontramos otros dos vinos de Albilla 100%, Orovelo y Reto, de La Niña de Cuenca y Bodegas y Viñedos Ponce, dos de las bodegas claves en la nueva etapa de La Manchuela. Además de su exclusividad geográfica, la Albilla llama la atención en la propia cepa, pues lle
Por ese color se la conoce también como Albillo Dorado. Su mosto es igualmente dorado y da unos vinos claros, limpios, sin mucha carga cromática, pero bastante expresivos y delicados. Las tres elaboraciones mencionadas son distintas pues Providencia es un vino joven, Orovelo está criado en tinaja de barro (con una producción de 2.500 botellas) y Reto en barrica (17.000 botellas). Estas dos bodegas, La Niña de Cuenca (Ledaña) y Bodegas y Viñedos Ponce (Villanueva de la Jara), ambas ubicadas en la parte conquense de la comarca, están plantando nuevos viñedos de Albilla y trabajan desde hace unos años con los viticultores de las viejas viñas de esta variedad. Todo parece indicar que ha empezado una nueva etapa para ella. Le deseamos larga vida.
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LOS BODEGUEROS
LORENZO LÓPEZ OROZCO
La Niña de Cuenca (Cuenca) Bodegas Ponce (Cuenca)
¿Cómo es esta variedad?
LORENZO: Su característica principal es que es muy temprana. Se vendimia en agosto. Por lo demás, podemos decir que no es superproductiva pero tampoco da muchos problemas de enfermedades.
JUAN ANTONIO: Sí, exacto. Es muy temprana. Se recogía antes que la Bobal, que es la otra variedad propia de la zona. Se vendía a negociantes y eso permitía tener ingresos ya antes de la época general de la vendimia.
El hecho de ser una variedad tan temprana ha acabado por jugar en su contra…
LORENZO: Exactamente. Por eso se fue quitando. Estaba lista incluso antes de que abrieran las cooperativas pero si te esperabas a vendimiarla con el resto te arriesgabas a que no quedara nada en la viña!
JUAN ANTONIO: Fíjate que nosotros, el primer año que decidimos elaborar, ya llegamos tarde con la vendimia, ¡y la hicimos el 17 de agosto! En los últimos años, los agricultores mayores optaron por el arranque.
Vosotros habéis decidido apostar por ella, y eso, posiblemente, también la haya salvado …
JUAN ANTONIO: Hay muy pocos viñedos, sí. La mayoría están en Villamalea. Pero a nosotros nos gustó mucho ya desde el primer momento, aunque, como digo, llegamos tarde en esa primera elaboración.
LORENZO: Es que es algo único, exclusiva de esta zona; es una uva nuestra que nos aporta diferenciación. Para mí tiene un gran potencial y creo que uno de los aspectos del futuro en La Manchuela pasa por aquí, por los vinos de albilla. Además da buenos vinos.
Vamos con ellos, con los vinos: la elaboráis de manera distinta, uno en tinaja y otro en barrica…
LORENZO: Sí. Nosotros lo entendemos como vino de guarda. Hacemos un prensado directo, sin contacto con pieles. Lo tenemos seis meses en tinaja, hacemos batonage y luego pasa un año en botella. Son vinos con muy buena estructura.
JUAN ANTONIO: Nosotros también creemos que es un vino de recorrido. Fermenta en barrica, con levaduras autóctonas, sin maloláctica, y después lo pasamos a otras de 600 litros donde lo dejamos siete u ocho meses con lías, pero sin hacer batonage. Además, en cada vinificación, utilizamos la misma barrica para cada una de las siete parcelas de las que la recolectamos.
Y de ahí salen Orovelo (La Niña de Cuenca) y Reto (Bodegas y Viñedos Ponce). ¿Qué destacaríais de vuestros vinos?
LORENZO: Orovelo es un vino con muy buena estructura. Es untuoso, con buena acidez, largo. La tinaja le aporta toques achampanados y de brioche. Va perfecto con pato o con un pescado graso, por ejemplo.
JUAN ANTONIO: Reto es un vino en el que se ve claramente la mineralidad de los suelos donde están plantadas las viñas. Yo creo que sorprende. Es fresco, muy equilibrado y con buena acidez. Tiene muchos matices, pero destacan los aromas cítricos delicados.
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