Jorge Rodríguez, enólogo de El Grifo, reflexiona: “La Naturaleza nos marca señales y hay que adaptarse al cambio climático en el viñedo. En Europa se está elaborando vino en altitudes cada vez mayores y en Lanzarote tenemos un territorio muy limitado. Era urgente pensar en otras soluciones y creemos que elaborar vinos en invierno es un buen punto de partida. Algunos nos han tomado por locos y más en un territorio donde se practica una viticultura tan tradicional, pero creo que vamos por el buen camino”.
Texto: Luis Ramírez. Fotos: El Grifo y Origen
El Grifo, situada en el corazón de la isla de Lanzarote, es no solo la más antigua de las bodegas de Canarias, al haber elaborado vino de forma ininterrumpida desde 1775, sino una de las diez más antiguas de España. Pero se puede ser legendario y a la vez innovador, en búsqueda continua, como a ellos les gusta decir, de “vinos únicos, emocionales y profundamente ligados a la cultura de Lanzarote”.
Tierra volcánica, por lo demás, en donde solo es posible una viticultura totalmente “heroica” y artesanal, sin mecanización posible, cuya seña de identidad más reconocible son los “chabocos” u hoyos en la lava en los que se “esconde” la planta para poder preservar un poco de humedad. El paisaje de La Geria, en este sentido, salpicado de oquedades, ejerce como uno de los más espectaculares escenarios vitivinícolas del mundo.
Pero volvamos con El Grifo y su creatividad productiva, que ORIGEN ha tenido la oportunidad de descubrir durante un reciente viaje a la isla, además de comprobar que la histórica bodega ha sido capaz de crear una gama de vinos espléndidos, de pequeñas producciones y totalmente diferentes en variedades y elaboración a lo que se hace en la Península. No olvidemos que a Canarias no llegó la filoxera en el siglo XIX lo que permitió preservar un viñedo único.
El último guiño de la bodega de San Bartolomé (muy vinculada desde siempre al mundo del arte y la literatura, por su cercanía a creadores como la gloria local César Manrique, autor del emblema de la bodega, El Grifo, ser mitológico, o el Premio Nobel José Saramago, otro enamorado de la isla “conejera”, a quien ha dedicado un vino con su nombre en su centenario), en busca permanente de proyectos sostenibles, es la que han llamado “vendimia de invierno” (en realidad, la cosecha se recolectó a principios de abril) la primera que se desarrolla en toda Europa.
Jorge Rodríguez y su equipo de enólogos, con el asesoramiento del “gurú” vasco Xabier Kamio, se han unido al intrépido viticultor Francisco García Reyes, para poner en marcha el proyecto (hablan de “vendimia de invierno” porque el ciclo de la vid, al contrario de lo habitual, se ha desarrollado en los meses más fríos a partir de una poda que, por el contrario, tiene lugar en septiembre) con unos interesantes resultados por el momento. En efecto, el vino obtenido ha mostrado, en sus primeras semanas en acero inoxidable y hormigón, una gran frescura, menor grado alcohólico y un mayor nivel de acidez que la alcanzada en la misma finca en el verano de 2021, además de reafirmar su carácter salino.
Una finca en uno de los puntos más cálidos de la isla
García Reyes es el propietario de una finca de dos hectáreas situada a menos de dos kilómetros del Atlántico, apenas a 140 metros de altitud, en el término de Playa Quemada (que, como su nombre sugiere, es uno de los puntos más cálidos de la isla y donde las variaciones de temperatura son muy escasas a lo largo del año) de la que se han recogido, fuera de fecha, 5.000 kilos de Malvasía Volcánica, la “uva insignia” de la isla, complementada, en la mayor parte de las parcelas, con algo de Listán Blanco y de Listán Negro.
Hasta ahora, todas sus vendimias se habían desarrollado a finales de julio o primeros de agosto, muchas veces con problemas de maduración, pero, animado por los enólogos de El Grifo y en busca de mejores condiciones para su compleja labor en el viñedo, que asusta a las nuevas generaciones, se ha convencido también de que la recogida de la uva al menos en Lanzarote se puede realizar en otros momentos del año en función de la altitud y el clima de diferentes zonas de la isla. Además, en el ciclo invernal, cuando el viñedo ha estado tradicionalmente en “parada vegetativa” se reduce el consumo de recursos hídricos y también de herramientas químicas contra plagas y enfermedades. El viticultor asegura que “teníamos que buscar herramientas para que esas parcelas pudieran tener futuro”.
Un continente vitivinícola
A sus apenas 30 años, Jorge Rodriguez, enólogo lanzaroteño profundamente comprometido con su isla, deslumbra por su pasión profesional. Reivindica la singularidad de un territorio único donde, “tras esta vendimia fuera de temporada, tenemos ya cuatro sistemas de cultivo diferentes, por lo que somos un verdadero continente vitivinícola, favorecido por la presencia de los alisios, que hacen que las temperaturas aquí sean muy inferiores a las del Sahara, apenas a 100 kilómetros de distancia. Los veranos resultan muy suaves, con olas de calor muy cortas y espaciadas en el tiempo, y los inviernos también son templados”.
El Grifo practica la viticultura ecológica en los viñedos propios y aspira a extender esta forma de cultivo a los 163 viticultores (distribuidos por toda la isla, a quienes compran la uva), tarea ingente si consideramos la elevada edad de la gran mayoría de los agricultores locales. Y Jorge está convencido de que “este tipo de proyectos abren nuevas posibilidades a la viticultura en Lanzarote, porque permiten además, elaborar vinos totalmente diferentes, cuyo potencial de envejecimiento tenemos que analizar”.
Insiste en que la viticultura “conejera” tiene un grave problema con la transición generacional, “a pesar de que está muy ligada al entorno familiar y hay muchos componentes sentimentales. Por eso, tenemos que buscar fórmulas para que el mundo del vino tenga un futuro prometedor para los más jóvenes. Y el modelo de la vendimia de invierno nos gustaría extenderlo a otras parcelas distribuidas por toda la isla. No debería haber problemas para reproducirlo y podríamos recuperar zonas degradadas a través de proyectos de este tipo. Además, elaborar vinos de verano y de invierno abre nuevas posibilidades comerciales a la bodega. Por el momento, todos son cábalas y hay que avanzar mucho en el desarrollo del proyecto”. Asegura que no descarta hacer alguna prueba también con la Listán Negra, “porque en verano cae mucho su acidez. A lo mejor llevándola al invierno, con menos temperatura, la maduración puede ser más progresiva”.
No paran aquí los proyectos en ciernes de El Grifo (propiedad actualmente de los hermanos Juan José y Fermín Otamendi), de la que proceden referencias siempre innovadoras como el espumoso Ancestral, el monovarietal Syrah Reserva de la Familia, su Listán Negro Grano a Grano, el Tinto Ariana, vinos dulces tan singulares como George Glas, Moscatel de Ana o Malvasía Canari, o su Orange Wine, “remedo de las elaboraciones que se hacían en el Cáucaso hace 7.000 años y que elaboramos con las plantas centenarias de Moscatel; es un vino totalmente atlántico, muy mineral y supersalino”.
En la histórica bodega tienen también muchas expectativas puestas en su monovarietal de Vijariego (uva también llamada Diego en la isla), “que genera vinos más ácidos y con gran capacidad de guarda: creo que junto a la Malvasia Volcánica, es la otra gran variedad de Lanzarote”.
Recuerdo a Saramago en el centenario de su nacimiento
El 16 de noviembre de 2022 se cumple un siglo del nacimiento del Premio Nobel portugués José Saramago, quien residió en Lanzarote, junto a su mujer, Pilar del Río, los últimos años de su vida, y la bodega lanzaroteña ha lanzado, en colaboración con la Fundación Saramago (lugar de imprescindible visita para quienes recorren la isla), un Syrah muy especial de la vendimia de 2019, al que ha designado con el apellido del escritor, quien en su día, accedió a prologar el libro “La Tonelería Tradicional y los Vinos de Canarias”, con motivo del 225 aniversario de la bodega.
Además de traducirlo, Pilar del Río entregó el prólogo original, en portugués, que ahora está en el Museo del Vino de la bodega a la vista del visitante. Desde la bodega aseguran que “es un vino perfecto para acompañar una apacible lectura”.
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