“Creo que las gentes de este valle son luchadoras, fuertes, resistentes, dignos herederos de los celtíberos que lo habitaron”.
Texto: Patricia Magaña. Fotos: Origen
Quien habla es Ana, que forma parte del equipo de guías turísticos de Contrebia Leucade, impresionante yacimiento arqueológico de origen celtíbero situado en Aguilar del Río Alhama (La Rioja). Allí, en una colina de formas redondeadas y barrancos escarpados, decidió el bravo pueblo celtíbero establecer su hogar hace miles de años, una fascinante ciudad de 12 hectáreas (la más grande descubierta) bañada por el Río Alhama, por aquel entonces navegable.
Este breve río, afluente del Ebro de apenas 100 kilómetros, da nombre a una de las zonas más desconocidas de La Rioja, el Valle del Alhama, que comprende pueblos de gran singularidad, como Cervera del Río Alhama o el propio Aguilar, enclavados estratégicamente entre Logroño, Soria y Pamplona.
Se trata de pueblos recónditos, a los que hay que llegar ‘ex professo’, lo que ha dado lugar a un ‘habla’ propia, cargada de palabras llenas de musicalidad que designan la flora y la fauna de la zona, como regoletas (renacuajos), ardachos (lagartos), zarandillas (lagartijas), cardelinas (jilgueros), pichentes (petirrojos) o la yasa (que designa la crecida del río).
En la Vega del Alhama los golosos son golmajos, a los callejeros se les denomina pastrijeros, las patatas no se aplastan, se escachan, y cualquiera te puede preguntar en la calle: “¿Dónde vas, amante?”.
También el diccionario gastronómico recoge sus particularidades, como los gamoncillos (tripas de cordero), el patorrillo (guiso de manitas de cordero), las cabrillas (caracoles bañados en una deliciosa salsa) o el calderete (que no caldereta).
La comarca
Cervera del Río Alhama es el pueblo cabecera de la comarca que ostenta el mismo nombre y aglutina a los municipios de Aguilar, Cornago, Grávalos, Igea, Navajún y Valdemadera. Además, Cervera está compuesta por cinco pedanías (comúnmente denominadas barrios): Valverde, Cabretón, Rincón de Olivedo, Valdegutur y Las Ventas.
Próspera y muy poblada, la comarca de Cervera llegó a albergar a más de 14.000 almas en los años 40 y 50, pasando hoy en día a ser la residencia de tan sólo 3.892 personas, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2020.
Las Ventas o Ventas del Baño es la entrada natural al valle del Alhama desde Navarra. De hecho, un minúsculo puente deja a un lado los Baños de Fitero (Navarra) para dar comienzo, al otro lado, a La Rioja, concretamente a la comarca tradicionalmente denominada Rioja Baja y ahora más conocida como Rioja Oriental.
En este cruce de caminos, varios restaurantes dan de comer y beber al viajero, en posadas y casas de comidas como Casa Royo o La Parra, fundada en 1880 por Justa, bisabuela de Yolanda y Josean Bermejo, quienes actualmente regentan el negocio. “Llevamos aquí toda la vida, después de mi bisabuela, vino mi abuela Escola, después mi madre Pepita con mi padre Antonio y tras ellos mi hermano y yo -explica Yolanda-. Tenemos de todo, menú de sidrería, carta, menú de fin de semana, menú del día, raciones y acude un público muy amplio, clientes de la zona que nos conocen de toda la vida y gentes del balneario de Fitero”.
Un valle fértil
Desde Las Ventas ya se atisban las peculiaridades del paisaje en esta zona de La Rioja, una vega verde, jalonada de ‘casillas’, higueras, almendros y huertas sembradas con todo tipo de vegetales, desde sabrosas alubias verdes hasta tomates, pasando por ajos, cebollas, coliflores, lechugas, berzas, acelgas, guisantes y cualquier producto hortícola imaginable.
Este verdor da nombre a uno de los grandes atractivos turísticos de la zona, la Vía Verde, que transcurre desde los Baños de La Albotea, hasta poco antes de Aguilar del Río Alhama, alrededor de 14 kilómetros transitables a pie o en bicicleta. Un camino en el que a buen seguro harán su aparición, surcando el cielo, los buitres leonados que anidan en los recovecos de los montes de la comarca.
Precisamente al pie de La Albotea, que cerró a finales del siglo XIX y acaba de reabrir de mano de la cadena RelaisTermal, se encuentra uno de los jóvenes productores más prometedores de la zona, Víctor López, originario de Rincón de Olivedo. Hace nueve años, este antiguo mecánico de bicicletas decidió hacerse cargo de los campos de su abuelo, de almendro, olivo y viña. Sin embargo, para percibir las ayudas destinadas a jóvenes agricultores, Víctor tenía que incrementar las tierras de cultivo y cogió una finca de regadío para plantar tomates. “Empecé con los tomates por obligación, y ahora es mi pasión”, explica.
El primer año los tomates salieron espectaculares: “Como dicen en el pueblo, agricultor tonto, patata gorda”, ríe. A partir de ese año, y gracias a unas semillas heredadas de su abuelo paterno, cultivó, injertó y fue seleccionando otra variedad de tomate hasta conseguir el Rosa Izanoa, que debe su nombre a dos de sus hijos, Izan y Noa. Este tomate resultó ganador del Premio al mejor productor de España en la Feria de Tomate Antiguo de Santa Cruz de Bezana, en Cantabria. Años más tarde, el Cojón de Arón, nombre que responde al más pequeño de sus hijos, resultó ganador del Premio a la mejor variedad internacional en la quinta edición de la misma feria. “Ahora quiero sacar un tomate de color vino, porque estamos en La Rioja”.
Según Víctor, el secreto de su éxito es que “no hay intermediarios, yo recojo el tomate y tú te lo llevas, sin pasar por ninguna cámara…, y el agua podrida, claro, que eso es ‘crema’”. Por agua podrida este joven agricultor se refiere a las aguas sulfurosas de la zona, que son las mismas que atraen a los visitantes de La Albotea, ya que son ideales para afecciones respiratorias, reumatológicas y dermatológicas.
Pueblo alpargatero
Cada viernes Víctor ‘sube’ los tres kilómetros que separan su huerta de Cervera y vende sus productos en el mercadillo. Y cada viernes salen los cerveranos a revolver entre la ropa que ofrecen los vendedores ambulantes, a comprar fruta, latas de conservas, dulces o algún capricho. Después, ‘se presta’ tomarse el aperitivo (si es con pincho, mejor) en el Bolos, el Cucho, el Murphy, el Saxo o cualquiera de los bares del pueblo.
Bastará una mirada al suelo, a los pies de los parroquianos, para comprobar que Cervera del Río Alhama es la gran cuna de la alpargata. Elaboradas a mano desde hace generaciones, este calzado es, al igual que la gaita (su baile popular), una de las señas de identidad del pueblo. Ramón Mateo regenta Ramoncinas, un negocio fundado por su familia en 1992. “Mi padre era transportista y repartía producto de distintos alpargateros del pueblo; con los años fundó una cooperativa con seis socios hasta que decidió ponerse por su cuenta -explica-. Ahí nos cayó la lotería, porque el hecho de que trabajara para sí mismo, nos hizo crecer y desarrollarnos”.
Ahora, Ramoncinas fabrica alrededor de 70.000 pares de alpargatas para España y para todo el mundo (especialmente Canadá, México, Costa Rica, Francia y Alemania), cuidadosamente cosidas a mano. “Esta es la principal diferencia de la alpargata cerverana, el cosido a mano le proporciona elasticidad, flexibilidad y que el calzado sea mucho más cómodo y duradero”, explica Ramón.
Tanto Ramoncinas como el resto de las fábricas que dan trabajo en la zona (alrededor de una decena) producen una variedad de modelos “casi infinita”. “En el caso de Ramoncinas podemos estar fabricando alrededor de 100 modelos distintos, con distintas suelas, tejidos, pieles…”. Mucho ha cambiado el negocio alpargatero desde que las mujeres cosían en corrillos y los hombres hacían suelas en bancos, en las calles, y buena parte del proceso ya se ha mecanizado, pero lo cierto es que la alpargata sigue siendo uno de los motores de la economía de la zona.
El sabor del embutido tradicional
Tampoco se quedan atrás los embutidos tradicionales como impulsores económicos de muchos pueblos de la región. Y todavía quedan artesanos como José Cecilio Jiménez, ‘el serrano’, que además de carnicería tiene secadero y sigue elaborando en Cervera chorizos y salchichones como los hacían sus padres. “Mi padre tenía ganado y puso una carnicería para vender sus productos -explica-, yo cogí el negocio y lo sigo haciendo todo de modo tradicional, sin colorantes, ni conservantes y atando a mano el embutido”.
Salchichón y panceta “curada con pimentón, ajo y un poquito de vinagre”, costillas, lomo, chistorra, salchichas, “todo artesano”, son algunos de los productos que despacha en la carnicería que próximamente heredará su hijo, aunque sin duda el producto estrella es el chorizo. “Cogemos canales de cerdo y las deshuesamos en el obrador, picamos, adobamos, embutimos, atamos y dejamos secar en el secadero alrededor de tres semanas”.
Antiguamente en Cervera había doce carnicerías, trece con la de ‘El Sanda’, por aquel entonces un joven de Aguilar del Río Alhama que hizo de la carne y el Chorizo Riojano un próspero negocio. “Tuve cuatro carnicerías, dos en Castejón (Navarra), una en Aguilar y otra en Cervera; también una sala de despiece que proveía a muchos hoteles de la zona -recuerda-. Entonces, vendía 20 cajas de pollo a la semana, y ahora vendo tres. Las grandes superficies se nos han comido”.
El Sanda, ahora jubilado, ha depositado en su hijo Abel la gerencia del restaurante El Sanda, que junto a La Rubia, La Magdalena o el Diabel forman cuatro de las mejores opciones del valle para comer. También Abel, junto a su mujer Zahara, acaba de inaugurar un alojamiento, el Hotel-boutique by Gonzalo Sesma, que se suma al Hotel Cervaria, de Gustavo Gauthier y su mujer Ana, y a la Casa Rural Pieralén para dar reposo a los visitantes.
Visitando ‘los barrios’
Descanso más que necesario después de ver algunos de los puntos turísticos de interés de la zona: la Iglesia de la Asunción, la Ermita de Santa María la Antigua o el Castillo de siglo XII en Aguilar; la Basílica de Nuestra Señora del Monte, la Iglesia de Santa Ana, la Iglesia de San Gil, el castillo de la época musulmana o la curiosa nevera del siglo XVII en Cervera; la Ermita del siglo X en Valdegutur; la Parroquia de Santa María la Antigua en Rincón de Olivedo; la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario en Valverde o la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y el convento Mansión de Paz del siglo XIX en Cabretón.
Precisamente en Cabretón se encuentra la Almazara Valle de Añamaza, cooperativa de 16 miembros presidida por Javier Alfaro. “Los olivos de esta zona son centenarios, de la variedad Empeltre”, -explica caminando entre los árboles heredados de su abuelo-;, sería mucho más rentable poner un cultivo súper intensivo, pero no queremos, lo que queremos es que esta forma de producción se valore”.
“Controlamos todo, recogemos la aceituna a mano en el momento óptimo y la llevamos a la almazara a las horas; se trata de un proceso totalmente artesanal”. Este control exhaustivo da como resultado un producto extraordinario amparado por los sellos de la Denominación de Origen Protegida Aceite de La Rioja, Agricultura Ecológica y Reserva de la Biosfera.
Con vino, por favor
También ostenta el sello de Reserva de la Biosfera y Denominación de Origen Calificada Rioja otro de los grandes productores de la zona, Bodegas Forcada, que dirige David, enólogo y tercera generación de la familia. “Mis abuelos vendían vino en cántaras y en garrafones, pero fue en 2001 cuando mi padre y yo pusimos la nueva bodega en marcha para embotellar nuestro vino”, explica.
Desde entonces, este joven viticultor no ha dejado de cosechar éxitos en concursos internacionales como Decanter, Sommelier Wine Awards, The Drinks Business, etc; destacando entre todos ellos el premio que el International Wine Challenge otorgó a Alma de Forcada Cepas Viejas como la Mejor Garnacha del Mundo en 2019.
Desde sus impresionantes instalaciones en Rincón de Olivedo, con capacidad para un millón de kilos y 800 barricas de roble francés y americano, exportan sus vinos a 35 países, desde Australia a China pasando por Japón, Reino Unido, EEUU, México, República Dominicana, etc.
Del mismo modo que David Forcada ha logrado producir el mejor vino del mundo de la tierra pedregosa de la Sierra de Alcarama o Víctor López cosecha excelentes tomates regados con aguas sulfurosas, se defendieron los celtíberos en la bella Contrebia Leucade, dejando para siempre un gen de lucha y superación que corre por las venas de todos los habitantes de la Vega del Alhama.
*Este reportaje no hubiera sido posible sin la inestimable ayuda de muchos cerveranos de nacimiento y de corazón, como José Luis Magaña, Patro Mena, Susana González, Rosi González y Gustavo Gauthier, entre otros. Pero, desde luego, no habría visto la luz sin el apoyo incondicional y la información de Ana Berdonces».
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