Enfrentamos unas navidades que, probablemente, sean las más extrañas de nuestras vidas… Y es que, en este país estamos acostumbrados a disfrutar de estas fechas en compañía de nuestros seres queridos (o no tanto) y a celebrarlas en familia y entre amigos. Lo hacemos en comidas, cenas, encuentros y reuniones en los que tradicionalmente el turrón y demás dulces navideños han sido los protagonistas indiscutibles de postres y picoteos de entre horas. En la imagen, productos de Torrons Vicens en asociación con Albert Adrià-
Por Roberto Quiñones
En estos días extraños y un poco inquietantes que vivimos, parece un ejercicio sano poner todo de nuestro lado por elevar la frecuencia en el contacto (aunque sea virtual) y la comunicación con los nuestros. Y una forma de hacerlo bastante original podría ser -¿por qué no?- comernos el turrón juntos a través de videollamada. No en vano, el turrón es algo muy, muy nuestro. Y por eso, pienso que podría ser una excelente excusa para mantener vivo el espíritu de la Navidad en nuestros hogares en estos tiempos de adversidad y pandemia.
Hace dos o tres años, durante un viaje de visitas comerciales a Xixona, tras varias entrevistas con productores de turrón de la zona, tuve la ocasión de conocer de primera mano la situación en los mercados de este dulce típico navideño. Me contaban que el consumo de turrón en España ha ido cayendo en los últimos años, pero que esta pérdida de ventas en el mercado nacional se veía compensada por las exportaciones (principalmente a países latinoamericanos). El turrón es un dulce de origen árabe, pero con una gran tradición de consumo en países de religión cristiana.
Pero “vayamos al turrón” de una vez y hablemos de packaging. Pues bien, sorprende bastante cómo ha ido mejorando la presentación de estos dulces a lo largo de los últimos años. Se ha pasado de dar un tratamiento gráfico muy básico y “old fashioned” (de commodity en muchos casos) a una imagen de producto gourmet. Y para demostrarlo traigo, como siempre, algunos ejemplos que lo evidencian. Espero que les gusten y, por favor, ¡que no decaiga el ánimo, ni el consumo!
- 1880; ya saben, el turrón más caro del mundo. Traigo este primer ejemplo porque me ha llamado poderosamente la atención el giro que han dado a la imagen con esta colección, en la que se ha reducido completamente la fastuosidad de la que antaño hacía gala esta marca. Supongo que responde a una estrategia de transmitir más cercanía y eliminar barreras en estos tiempos. Yo no lo veo.
- El Lobo. Otro clásico de los turrones. Lanza esta gama “All Natural” para capitalizar valores como sostenibilidad, producto saludable, ecología… Con una imagen que deambula entre lo dietético y lo vintage, en mi opinión, se posiciona como un revival de otra época que funciona bastante bien.
- Torrons Vicens. Me gusta el formato de corte del producto; diferente, más elegante. También me parece acertado dejar ver el turrón (bien presentado) que transmite honestidad y elaboración tradicional. La gráfica es sencilla, bien estructurada y diferenciada la gama.
- Alcaraz Sirvent. Diseño sencillo y efectivo. Con la combinación de un bonito pattern floral, descriptor y marca y permitiendo la visibilidad del producto, consiguen un packaging atractivo, delicado y moderno.
- Sabadí. Por último, como en otros artículos, traigo un ejemplo de packaging de fuera (italiano) muy chulo. El estudio happycentro.it ha creado este packaging coleccionable que configurado conjuntamente crea un maravilloso escenario panorámico que bien podría ser un Belén. Una genialidad para deleitarse.