Por Roberto Quiñones
En estos días extraños y un poco inquietantes que vivimos, parece un ejercicio sano poner todo de nuestro lado por elevar la frecuencia en el contacto (aunque sea virtual) y la comunicación con los nuestros. Y una forma de hacerlo bastante original podría ser -¿por qué no?- comernos el turrón juntos a través de videollamada. No en vano, el turrón es algo muy, muy nuestro. Y por eso, pienso que podría ser una excelente excusa para mantener vivo el espíritu de la Navidad en nuestros hogares en estos tiempos de adversidad y pandemia.
Hace dos o tres años, durante un viaje de visitas comerciales a Xixona, tras varias entrevistas con productores de turrón de la zona, tuve la ocasión de conocer de primera mano la situación en los mercados de este dulce típico navideño. Me contaban que el consumo de turrón en España ha ido cayendo en los últimos años, pero que esta pérdida de ventas en el mercado nacional se veía compensada por las exportaciones (principalmente a países latinoamericanos). El turrón es un dulce de origen árabe, pero con una gran tradición de consumo en países de religión cristiana.
Pero “vayamos al turrón” de una vez y hablemos de packaging. Pues bien, sorprende bastante cómo ha ido mejorando la presentación de estos dulces a lo largo de los últimos años. Se ha pasado de dar un tratamiento gráfico muy básico y “old fashioned” (de commodity en muchos casos) a una imagen de producto gourmet. Y para demostrarlo traigo, como siempre, algunos ejemplos que lo evidencian. Espero que les gusten y, por favor, ¡que no decaiga el ánimo, ni el consumo!
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