Las fechas estivales son el mejor momento para descubrir toda la riqueza paisajística de la provincia de Zamora, distribuida en sus más bellas comarcas, como Sanabria, con su icónico lago; la cercana sierra de Culebras (hábitat del lobo, en la imagen), los Arribes (con sus espectaculares cañones y congostos sobre el Duero), los valles de Benavente, de gran riqueza cinegética y fluvial, o la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila.
Texto: Armando Desantes. Fotos: Diputación de Zamora
Y si queda tiempo complementar la ruta con las joyas románicas zamoranas como la Catedral y la iglesia de Santa María Magdalena en la capital de la provincia, la Colegiata de Toro, el Monasterio Cisterciense de Santa María de Moreruela o el Monasterio de Santa Marta de Tera. Pero, como la climatología acompaña, mejor vámonos al campo por el que además abundan productos alimentarios de calidad, capaces de justificar por sí mismos cualquier ruta de verano.
ALISTE, TÁBARA Y ALBA
Comencemos el viaje por Aliste, Tábara y Alba, poderosas comarcas agrarias del noroeste de la provincia de Zamora, delimitadas por la Sierra de la Culebra, el río Duero, Portugal y el embalse del Esla. En el paisaje compartido conviven las llanuras con los valles y pequeñas formaciones montañosas. Son abundantes los cursos de agua, destacando los ríos Aliste y sus afluentes, Manzanas, Esla, y también el Duero, que crea aquí unos escarpados Arribes. Es éste un auténtico museo al aire libre de construcciones tradicionales que, durante siglos, han servido a sus gentes para vivir en armonía con el medio que les rodea entre puentes de piedra, molinos, palomares, cortinas de pizarra y balconadas. La carne de Ternera de Aliste, de limitada producción, es una de las más deliciosas y sanas de nuestro país, envidiablemente tierna incluso en piezas asadas de gran grosor, y dotada de un sabor y textura inolvidables. Su origen y calidad están protegidos por una Indicación Geográfica Protegida. Junto a ella, otro emblema alimentario local procede de la panadería. Única por su concepción es la Bolla Alistana. Como en el resto de la provincia, dos productos son de calidad extraordinaria: el queso y el chorizo. El Queso Zamorano con DOP es graso de pasta prensada elaborado con leche de oveja. Y el Chorizo Zamorano con Marca de Garantía acoge un embutido de larga tradición por estas tierras y por toda la provincia, donde también perviven excelentes dulces conventuales. Hoy en día la caza sigue siendo el polo principal de atracción en la Reserva Regional de Caza de la Sierra de la Culebra, donde la captura de los mayores ciervos de la Península y del lobo está regulada por subastas. Más de un centenar de cotos permiten la caza de la perdiz, el conejo, el jabalí y el corzo. Carbajales de Alba es tierra de pan y bordados y en Moveros sobresale la alfarería. Y la pesca en los embalses y ríos ofrece la oportunidad de llevar al cesto truchas, gobios, barbos, bogas, carpas, tencas o lucios.
TIERRA DEL VINO Y GUAREÑA
En las comarcas de Tierra del Vino y La Guareña, al sur de la provincia, en el Duero bajo, se pueden emprender apasionantes rutas turísticas bajo una diversidad de argumentos, como el histórico, el cultural y, por supuesto, el agroalimentario y enológico. Por ellas transcurre la Vía de la Plata y rutas enológicas, además de recorridos históricos y patrimoniales. Más satisfactorio es todavía situar en el epicentro del viaje productos como los garbanzos y espárragos de Fuentesaúco, los quesos Zamoranos o los embutidos, encabezados por el Chorizo Zamorano. Todas las rutas dan idea del importante patrimonio cultural existente, a veces escondido en iglesias, ermitas y restos de arquitectura civil o religiosa, al que sumar la incipiente gestión ecológica del espacio rural, con zonas cinegéticas, amplias posibilidades de senderismo, áreas de recogida de setas, actividades ecuestres y galgueras, sobre todo en La Guareña, e intensa actividad taurina, encierros incluidos, en poblaciones como Fuentesaúco.
SAYAGO-ARRIBES
La comarca de Sayago, al suroeste de la provincia, se extiende por más de una veintena de municipios y la delimitan la margen izquierda del río Duero y el Tormes. El sector más occidental de la comarca se halla en el Parque Natural de los Arribes del Duero, espacio natural protegido y situado a orillas del río Duero y que en buena parte establece la frontera entre España y Portugal. Gracias a la calidad ambiental del territorio se conserva una de las comunidades biológicas más características de la región mediterránea. Acaso la gran joya etnográfica y también gastronómica de la comarca sea la carne de vacuno, porque recibe el nombre de Sayaguesa una de las razas más antiguas de Europa, descendiente directa del “Uro” Bos Taurus Primigenius, ancestro de todos los bóvidos europeos. Y, junto al vacuno, la apoteosis cárnica procede también de la oveja churra sayaguesa, el cordero o la cabra. Los vinos de la Denominación de Origen Arribes son quizá la otra gran riqueza enogastronómica de Sayago. En Arribes del Duero se dan unas condiciones ecológicas especialmente favorables para el cultivo de la viña, que han marcado a la variedad dominante, la Juan García o Malvasía Negra. Sus quesos de oveja son también magníficos, algunos adscritos a la DO Queso Zamorano, al igual que los panes, en especial los que se elaboran con Harina Tradicional Zamorana como Marca de Garantía. Sayago es tierra de piedra y granito, es singular por su paisaje de paredes de piedra que separan las fincas de cultivo, en su arquitectura tradicional con viviendas en piedra y numerosas ermitas, iglesias, fuentes, casetos, cruces, chozos de pastoreo, chiviteros y palomares que se pueden encontrar en los cascos urbanos de sus poblaciones o diseminados por el campo. En Pereruela sobresale la actividad alfarera.
TORO
La Colegiata de Toro es sin duda imponente y uno de los más bellos templos de Castilla y León, pero convive con otro tesoro acaso más humilde pero igualmente representativo de la personalidad de la comarca toresana, la Tinta de Toro, una uva con cierta fama histórica de áspera que ha devenido en material de primera calidad. Porque Toro y su comarca son, en primer lugar, arquitectura y vino, como se puede comprobar, sin ir más lejos, siguiendo las indicaciones de la Ruta del Vino de Toro, donde descubrir que, igual que ocurre en otros muchos pueblos y ciudades de nuestro país, el subsuelo está completamente horadado, repleto de cuevas, de bodegas. La DOP Toro se enclava en una zona de tradición vitícola antiquísima con un importante porcentaje de viñedos centenarios. Su seña de identidad principal es la citada variedad autóctona, aunque también elaboran con otras, como la Malvasía, la Garnacha o la Verdejo. Los vinos se complementan con los otros tesoros alimentarios que se distribuyen por la comarca, como el queso Zamorano, cuyos orígenes en Toro se remontan hasta el siglo XI, el Garbanzo de Fuentesaúco y el Lechazo de Castilla y León con IGP, además de una importante cabaña porcina, fuente de excelentes embutidos.
TIERRA DEL PAN Y TIERRA DE CAMPOS
En la zona central de la provincia, al norte del Duero, se localiza la comarca natural de Tierra del Pan, donde, junto a la vecina Tierra de Campos, la vista se pierde en el horizonte infinito, puesto que el cielo y la tierra se funden en impresionantes perspectivas surcadas por las suaves pinceladas del vuelo de las aves. Un lugar de tierra y adobe en el que robustos muros dan paso a acogedoras estancias cargadas de hospitalidad para el viajero que por allí pasa. El trigo era el cultivo primordial de los vacceos antes de la llegada de los romanos y sigue siéndolo, junto con el de otros cereales, hasta nuestros días, contando desde 2002 con la Marca de Garantía Harina Tradicional Zamorana que facilita la fabricación de panes de los más diversos tipos, además de una variada repostería. De los paisajes verdes de trigos recién espigados a la blancura marfileña de la harina va un largo camino que han sabido recorrer las empresas harineras zamoranas. Como ocurre en el resto de la provincia, los rebaños de ovejas recorren los caminos, aprovechan sus pastos hasta la última brizna de hierba y producen después la leche con que se elaboran el queso Zamorano con DO. Vino, caza menor y leguminosas tampoco faltan en esta comarca zamorana de cuya imagen forman parte los palomares, protagonistas del paisaje. Y, al lado de tan poderosa gastronomía, entre molinos, palomares y humedales, Tierra del Pan exhibe, junto a su contigua Tierra de Campos, una de las mayores concentraciones de arte románico de toda España.
VALLES DE BENAVENTE
La comarca de los Valles de Benavente, está ubicada al noreste de la provincia. Los numerosos vestigios arqueológicos nos hablan de la presencia de antepasados en estas tierras en periodos tan lejanos como el Paleolítico o el Neolítico. Los fogones de la comarca se nutren de los productos de su agricultura y ganadería tradicionales, así como de los frutos procedentes de la caza y la pesca fluvial. Es una comarca definida geográficamente por las vegas de los ríos que la surcan, Órbigo, Eria, Esla y Tera, donde la estrella de la huerta es el Pimiento adscrito a la IGP Fresno-Benavente. pero también son de excelente calidad los tomates, las lechugas, las cebollas, etc. El pimiento adscrito a la IGP es el morrón de color rojo pasión de la variedad local “morro de vaca” (así llamado por su gran tamaño y su forma rectangular), que tiene un ápice muy marcado. Es un pimiento con mucha jugosidad, con un ligero dulzor y nada picante. Su principal área de producción es esta vega zamorana del Tera. En cuanto a las carnes, destacan el cordero y la ternera, sin olvidarnos de productos tradicionales como los pichones o las perdices, codornices, conejos y liebres que campean por los montes de la comarca, dando origen a una poderosa actividad cinegética. La localización y las características climáticas de la zona han constituido un lugar propicio para la realización de la tradicional matanza y de ahí que la elaboración de productos derivados del cerdo tenga importantes raíces históricas y culturales. Y existe una gran tradición repostera, además de vinos de calidad.
SANABRIA Y CARBALLEDA
En el límite noroeste de la provincia, muy cerca de la “raya” portuguesa, existe una comarca cuyos habitantes han sido capaces de conservar un territorio salvaje, pintado de verde, cerrado por las montañas de Peña Trevinca, Segundera, Cabrera, Culebra y Carpurias, y bañado por las aguas más puras de ríos, lagunas y embalses. En efecto, la comarca de Sanabria y Carballeda conserva todo su esplendor natural de vegetación milenaria de robles, castaños, alisos, chopos, fresnos, abedules, tejos, acebos y frutos de todo tipo, y vive apegada a su cultura y a su ganadería en medio de lobos, corzos, ciervos y jabalíes, a los que no estorban el zorro, el tejón, el gato montés, la nutria, la jineta y la garduña. En su arquitectura, sobresale el uso de la piedra, que resalta de la madera de las puertas y ventanas y de la pizarra que recubre los edificios. La piedra también está en el suelo de las calles sanabresas, salpicadas de espectaculares rincones en los que se suceden molinos de agua, iglesias y ermitas. Existen en Sanabria y Carballeda una serie de lugares privilegiados por la naturaleza cuya belleza y valor ecológico les hacen merecedores de una protección especial. Es el caso de la Sierra de la Culebra, el espectacular entorno del Lago de Sanabria o la ribera del Río Negro, verdaderos paraísos naturales situados en estos territorios zamoranos. Dentro de la gastronomía merece una mención especial la ternera sanabresa, procedente de ganado autóctono, adscrita a la Marca de Garantía Ternera de Aliste, de excelente calidad y fama reconocida. Y del cerdo provienen chorizos y siso o picadillo, ingrediente de un plato muy popular, los sisos con cachelos. Tras la comida, lo mejor es dejarse llevar en un paseo relajante por los espectaculares bosques de este paraíso zamorano, con el rumor del agua y el viento entre los árboles.
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