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Madera: Alquimia para el vino

En el mundo del vino, los términos “barrica”, “tonel”, “cuba” y otros similares se refieren a recipientes de madera utilizados para la fermentación, maduración y almacenamiento. Cada uno tiene características distintas que influyen en el proceso de envejecimiento del vino y en sus cualidades finales. En la imagen, barricas en la Bodega Murua, del Grupo Masaveu. 

Por Efa Rimoldi

La madera, como material natural, está impregnada de compuestos orgánicos. Cuando el vino envejece en barricas de madera, estos compuestos, con el tiempo, se transmiten al vino. ¿El resultado? Una bebida que no es sólo zumo de uva fermentado, sino que tiene sabores mejorados y un carácter más profundo.

Es fascinante cómo la innovación y la adaptación han jugado un papel crucial en la historia del transporte y almacenamiento del vino. Los celtas, conocidos por su habilidad en la carpintería, ciertamente utilizaron barriles para transportar mercancías, lo que representó una mejora significativa en comparación con las ánforas de arcilla de los romanos. La transición a duelas más delgadas y el uso de aros para mantenerlas unidas fue un avance que permitió la creación de barriles más ligeros y resistentes, facilitando así su transporte.

En busca de la calidad, el objetivo es siempre respetar la esencia de la uva y expresar la filosofía, visión y arte del viticultor

Con el paso de los años los romanos se dieron cuenta de que el vino se transportaba con mayor facilidad que en los recipientes de arcilla y al momento de llegar a destino tenía mejores cualidades que antes de entrar en el barril y de aquí surgió la idea de usar la madera.

La adopción de esta tecnología por parte de los romanos y su posterior difusión a través de su imperio es un testimonio de la importancia del barril en la antigüedad. Además, el término “tonelaje”, que originalmente se refería al número de toneles que un barco podía llevar, muestra cómo estas prácticas antiguas han influenciado incluso la terminología marítima moderna. Es un ejemplo perfecto de cómo las soluciones prácticas pueden trascender culturas y épocas, adaptándose y mejorando con el tiempo.

Tras la vinificación, el vino requiere un periodo de maduración. Esta etapa asegura la suavización de cualquier desequilibrio, especialmente moderando su acidez. El proceso de maduración, cuando se realiza en barricas de madera, infunde al vino los sabores de la madera, lo que le confiere una complejidad aromática distintiva.

La madera, especialmente el roble, es esencial en el proceso de envejecimiento del vino por varias razones:

Oxidación controlada: La madera permite una lenta transmisión de oxígeno, lo que suaviza los taninos y mejora la textura del vino.

Las técnicas modernas de envejecimiento han evolucionado para maximizar estos beneficios. Por ejemplo, el control de la temperatura y la humedad en las bodegas modernas asegura un envejecimiento más uniforme.

La selección de barricas con diferentes grados de tostado y orígenes (roble francés, americano, etc) permite a los viticultores personalizar aún más el perfil de sus vinos.

La creación de un buen vino es, sin duda, una combinación de arte y ciencia. Por un lado, la alquimia se refiere a la transformación mágica que sufre el vino, desde la uva hasta la copa, un proceso que implica tradición, intuición y experiencia. Por otro lado, la ciencia aporta conocimientos técnicos y precisión, permitiendo entender y controlar las variables del proceso vinícola para asegurar la calidad y consistencia del producto final.

Los matices son los detalles sutiles y complejos que diferencian un vino ordinario de uno extraordinario. Estos pueden incluir:

  • Terroir: La influencia única del clima, suelo y topografía donde se cultivan las uvas.
  • Variedad de Uva: Cada cepa aporta características distintas al vino.
  • Fermentación y Envejecimiento: Las técnicas y condiciones bajo las cuales se fermenta y envejece el vino.
  • Manejo de la Barrica: El tipo de madera, tostado y tiempo en barrica influyen en el sabor y la textura del vino.

En resumen, para producir un vino de calidad se requiere un equilibrio entre seguir los métodos tradicionales y aplicar los avances científicos, siempre con el objetivo de respetar la esencia de la uva y expresar la filosofia, visión y arte del vinicultor.

 

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