Existe una relación directa entre la parte psicológica -conducta, pensamientos, sentimientos y emociones- y nuestro aparato digestivo. Cuando no gestionamos bien una, la otra se ve afectada y viceversa. ¿Cómo sucede esto? El intestino tiene su propio sistema nervioso -sistema nervioso entérico-, conocido popularmente como nuestro “segundo cerebro”.
“Es mejor que permanezcas en el centro de tu ser, ya que cuanto más te alejes de él, menos aprenderás.”
Tao Te King (Lao Tse)
Se calcula que hay más de 100 millones de neuronas y terminaciones nerviosas en él, más que las que contiene la médula espinal. Con este sistema nervioso, el intestino es capaz de autorregular sus funciones.
Tantién: Reserva de energía vital
Por debajo del ombligo, en el punto denominado tantién, que coincide con el centro de gravedad corporal, se halla la gran reserva de energía vital del organismo. Mediante determinadas técnicas podemos cultivarla y movilizarla para incrementar el bienestar. Tantién, que también se transcribe tan tien o dan tian, significa literalmente “campo de cinabrio”, el mineral del que se obtiene el mercurio, que a su vez se emplea en la elaboración alquímica del elixir de la inmortalidad. Hoy la medicina occidental, llama al tan tien, el segundo cerebro.
La medicina china sabe desde hace milenios la estrecha relación que existe entre la alimentación, los órganos y las emociones. Por este motivo, me gustaría profundizar en los principios taoístas, pues conocerlos nos puede ser de gran utilidad para tener una mente-cuerpo sana.
Según los antiguos orientales (taoístas) los procesos naturales no ocurren al azar, sino de una forma ordenada y evolutiva, siguiendo unas fases o estadios energéticos, los cinco sabores básicos que corresponden con un elemento de la naturaleza: dulce (tierra), picante (metal), salado (agua), agrio (madera) y amargo (fuego). Los alimentos que ingiramos deben seguir ese orden. Además, cada vez que comemos, podemos provocar cuatro energías en nuestro organismo: frescor, frío, tibieza y calor. Hay alimentos que estimulan nuestro Yin (los de frescor y frío) y tienen un poder calmante y refrescante. Otros activarán nuestro Yang (tibios y calientes) y nos proporcionarán calor corporal y estimularán nuestros órganos vitales.
Clima y estación
Otro elemento muy importante es observar en qué época del año estamos y en qué clima. Si consumimos alimentos de acuerdo a estos dos parámetros evitaremos problemas digestivos. Así:
– En verano se recomienda comer frutas, verduras y cereales. Apuesta por los alimentos fáciles de asimilar y reduce el consumo de carnes. Y aunque te parezca increíble, en esta época no deberías abusar de las bebidas frías.
– En invierno debes eliminar los alimentos ricos en Yin (ya sabes, los fríos). Pásate a los alimentos tonificantes como carnes rojas, picantes, cereales y legumbres.
– En otoño imperan los alimentos tibios. Mejor carnes y pescados que frutas y verduras crudas.
– En primavera, los reyes de tu mesa deben ser alimentos fáciles de digerir: vegetales verdes, sabores dulces… evita los ácidos.
El equilibrio entre el Yin y el Yang, uno de los principales preceptos de la antigua filosofía china, también puede aplicarse para tener una alimentación sana.
La comida y la bebida son necesarias para nutrir la vida, pero si se ignora que las diversas sustancias pueden ser opuestas entre sí, y se consumen juntas indiscriminadamente los órganos vitales pierden su armonía y no tardan en presentarse desastrosas consecuencias. Una de las grandes ventajas de aprender como alimentarnos correctamente consiste en que los principios básicos de esta teoría son aplicables a todo.
Sabores y órganos
El sabor dulce influye el páncreas/ estomago; el amargo se mueve hacia el corazón / intestino delgado; el agrio tiene afinidad con el higado/ vesicula biliar; el picante afecta a pulmones/ intestino grueso y el salado se asocia con riñones / vejiga.
Cada elemento se estimula y equilibra con un sabor, un color y un tipo de energía. Los alimentos propios de cada elemento equilibran y estimulan al órgano y a la víscera correspondiente, pero un exceso o una mala calidad lo desequilibran todo. Por ejemplo, un poco de sal activa los riñones, pero mucha sal los bloquea; un poco de zumo de limón estimula al hígado y vesícula, pero mucho los desequilibra; un poco de aceite crudo de buena calidad equilibra y estimula al hígado y a la vesícula, pero la misma cantidad de aceite frito los altera; los carbohidratos estimulan el bazo-páncreas, pero sí son refinados lo bloquean. Los picantes suaves como el jengibre estimulan el intestino grueso (metal) y las secreciones digestivas, pero un picante fuerte como la guindilla resulta irritante.
También la absorción y el metabolismo de los nutrientes se relaciona con cada uno de los cinco elementos. Asi, para absorber y metabolizar correctamente las grasas, el elemento madera (hígado y vesícula) debe tener la energía correcta; para la sal y la sales minerales son los riñones (agua); para las vitaminas, el intestino delgado (fuego); para los carbohidratos, el bazo páncreas (tierra); y para las proteínas, los pulmones y el intestino grueso (metal). Los órganos y las emociones se nutren y pueden constituir un sistema saludable. Los alimentos si se consumen con moderación y bajo un enfoque de estabilización (5 elementos), pueden ayudar a que el cuerpo sane. Destacar que el uso de los colores a la hora de presentar un plato también influye en nuestro sabor.
Desde ORIGEN te invitamos a reflexionar ¿qué elemento crees que predomina en ti? ¿Por qué?
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