Texto: Luis Ramírez. Fotos: Arturo Sánchez y Origen
El proyecto se llama Tapería Jamón Jamón (Sánchez Barbero, 11. Salamanca. Tfno. 923 176 962. www.taperiajamonjamon.es) y es un tributo a esta pasión por el ibérico, sus chacinas y sus carnes en el que están también muy comprometidos sus hijos Ricardo y Arturo, quienes consideran a este restaurante, del que niegan que vayan a hacer ninguna réplica en otros lugares, como “una evolución natural en la actividad de nuestra familia”.
Ganaderías seleccionadas en la Sierra Norte de Sevilla
Los cerdos ibéricos con los que trabaja Arturo Sánchez proceden, en su mayor parte, de ganaderías exclusivas seleccionadas durante años en la Sierra Norte de Sevilla y el resto de la provincia de Badajoz.
Pero el menú propiamente dicho, del que ORIGEN tuvo la oportunidad de disfrutar recientemente, incluye cardo con papada ibérica y caldo de jamón, lasaña ibérica, castañuelas ibéricas con gambas y caldo de carabineros, selección de carnes ibéricas a la parrilla (en Arturo Sánchez despiezan hasta una veintena de ellas) y, de postre, flan de queso de cabra y helado de vino. Para beber, se proponen sucesivamente Fino Romate, Amontillado Viña AB, Oloroso Río Viejo, Palo Cortado Leonor 12 Años y Cream East India Solera.
Nose to tail
Una armonía que demuestra nuevamente
Ricardo Sánchez, principal impulsor del concepto, asegura que han creado “el templo del cerdo en todas sus versiones, bajo la filosofía nose to tail, del morro al rabo”. El establecimiento presenta una barra más informal para tapear y un comedor agradable en la línea de las casas de comidas de siempre. Las tablas de embutido ibérico de bellota son un valor seguro, pero también los cortes como presa o secreto, sin olvidar sartenes o cazuelitas variadas. Hay hasta un apartado de Mar y Montanera para aliar al cerdo con productos marinos, como las manitas rellenas de calamar o las albóndigas de choco y rabitos ibéricos.
Una verdadera inmersión en el mundo
La artesanía en la cultura del Ibérico
Aprovechando la visita a su restaurante temático salmantino, recorrimos también las instalaciones de Arturo Sánchez en Guijuelo para comprobar las condiciones artesanales de la elaboración, como el loncheado a cuchillo (“Envasamos de inmediato y no damos tiempo a que el producto se oxide. Es lo más parecido al consumo durante el corte, aunque esa magia no sea replicable. El loncheado a máquina para nosotros es residual ”, nos dice Ricardo), el ahumado de los embutidos, el recurso a las cuerdas y las escaleras o la apertura y cierre de ventanas en el secadero natural “para que el aire de procedencia gallega aporte la necesaria humedad”.
Un recorrido que acabó en “la sacristía”, donde duermen verdaderas “joyas de colección”, como Arturo 100, de “tres montaneras”, la serie creada para el todavía muy reciente centenario de esta empresa salmantina que, sin renunciar al plus que genera la exportación, sigue considerando que el mercado nacional es el realmente importante para los líderes del Ibérico.
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