Quince años después de que los hermanos Francisco y Rosa Vañó abandonaran sus espléndidas carreras en multinacionales para volver a los orígenes de una familia vinculada desde siempre con el olivar jienense, Castillo de Canena reafirma su condición de empresa innovadora, volcada en la calidad y siempre dispuesta a dar que hablar en el complejo universo oleícola nacional e internacional.
Texto: Luis Ramírez
Por eso, ejercen como el espejo en el que se miran, desde hace años, buena parte de sus competidores, siempre expectantes ante las sorpresas que proceden, en primer lugar, de las extensas fincas de Jaén (más de 1.500 hectáreas solo de olivar y al menos otras 300 de montes, sotos y vegas), en segundo lugar de sus dos almazaras y, finalmente, de un diseño y un packaging de los productos que llama la atención en los lineales de las tiendas gourmets y en los restaurantes de alta cocina, con muchos de los cuales los hermanos Vañó han establecido una colaboración estrecha. La última muestra, el sorprendente aceite procedente de variedades árabes olvidadas que ofrece el restaurante cordobés Noor, de Paco Morales, mientras también anuncian el próximo lanzamiento de un aceite con plancton para Ángel León de Aponiente y otras colaboraciones con Ramon Freixa o Paco Roncero.
Las prioridades de Castillo de Canena (que ya ha iniciado, de forma incipiente, el tránsito generacional, aunque el patriarca, Luis Vañó, también sigue estando muy presente en el día a día) continúan siendo la obsesión por la calidad, por la mejora del producto, por la sostenibilidad, la trazabilidad y la biodiversidad y por aportar constantes novedades a un sector que es el pilar sobre el que se sostiene la economía provincial. Su compromiso con Jaén ha sido siempre muy estrecho.
Todo ello implica inversión, no solo es el reconocido y espectacular “packaging” que diferencia a los productos de Castillo de Canena sino también y sobre todo en maquinaria de última generación o en sofisticadas tecnologías del frío, además de las que se destinan al campo, incluyendo las que facilitan la recolección nocturna o sofisticados medidores de turgencia de las hojas. Tienen también obsesión por un más razonable uso de los recursos hídricos, todo un tesoro en la comarca. Funcionan con casi una treintena de parámetros de calidad diferentes.
Primer Día de Cosecha con Eslava Galán
Fueron los primeros en adelantar la fecha de la campaña, pero en busca de la calidad no por capricho. Su botella icónica, la de Primer Día de Cosecha, en las variedades Picual y Arbequina, es ya todo un clásico del sector, pues cada año lleva la firma de un personaje poderoso. El que acaba de salir, la del escritor jienense Juan Eslava Galán, para Rosa Vañó, “un hombre cultísimo, un remanso de paz, que ha sabido recorrer toda la historia de Jaén y la Bética. Y en la etiqueta homenajeamos a Trajano, el emperador español romano al que más admiro”.
Su pasión por la calidad les ha permitido conseguir todos los galardones en los certámenes más prestigiosos de repercusión mundial. Por ejemplo, han sido considerados “Mejor compañía oleícola del mundo” en diferentes ediciones de los acreditados Premios Flos Olei, los “Oscar” del aceite de oliva Virgen Extra, incluyendo la última. Como dice Rosa, “a veces conviene dar un golpe en la mesa para recordar que, aunque no siempre las cosas han sido fáciles, en calidad e innovación seguimos siendo los primeros, porque están en nuestro ADN”.
La revolución del siglo XXI
Recuerda que “el 80 por 100 del aceite de la cuenca mediterránea es español y que los productores están haciendo las cosas cada vez mejor. Estoy convencida de que, como lo fue el vino en el siglo XX, la gran revolución del siglo XXI es la del aceite de oliva Virgen Extra”. Hoy tienen gran presencia en países como Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Japón, China, India o Corea del Sur, pero aseguran que su mayor satisfacción es seguir siendo el referente en el mercado nacional del Aove. “Hoy ya mucha gente sabe que el Virgen Extra es el aceite de la gastronomía, porque es cultura y aúna placer, salud y sorpresa. Por eso, tenemos ese vínculo tan especial con los cocineros. Nuestro campo experimental nos permite hacer pequeñas producciones por encargo de los propios chefs. Por eso, hemos plantado cuatro variedades nuevas”.
Con el PREMIO 100 POR 100 ORIGEN, queremos reconocer la trayectoria de una empresa inquieta e innovadora como pocas pero que ejerce, sobre todo, como la esencia de un paisaje, de un territorio, de una cultura agrícola y de una familia enamorada de su tierra con pasión.