Reportajes

PRODUCTO: Cerezas de la Montaña de Alicante

Un fruto de producción familiar y poderoso sabor introducido en la Comunidad Valenciana por romanos y árabes.

Fotos: IGP Cerezas de la Montaña de Alicante, Gloria Castro, Rafel Ruiz y Casa Llombai

La cereza está considerada como un excelente antioxidante y contiene ácido elágico, una sustancia que inhibe la reproducción de las células cancerígenas. Si, además, tiene un sabor excepcionalmente dulce, contribuye a la cohesión del entorno rural y se produce en tierras de la Comunidad Valenciana es que estamos hablando de la Cereza de la Montaña de Alicante. 

Cuentan los historiadores que la cereza fue introducida en la Comunidad Valenciana por los romanos, pero no sería hasta la época musulmana cuando este cultivo se desarrolló hasta quedar profundamente arraigado en la zona.

Desde entonces, los cerezos salpican, junto con olivos y almendros, las montañas del norte de Alicante y del sur de Valencia, y la recolección de sus frutos se ha convertido en una tradición familiar, una labor agraria que se hereda de padres a hijos y forma parte del acervo cultural de municipios alicantinos como Vall de Gallinera, Planes, Benimarfull, Vall d’Alcalá, Almudaina, Vall d’Ebo, Ibi, Alcoy, Jijona, Muro de Alcoy, Villena, Ontinyent y Bocairent.

 

Hoy en día hay fincas de cerezos de grandes dimensiones tanto en Alicante como en Valencia, pero lo cierto es que, históricamente, no ha sido un cultivo que pudiera dar rentabilidad suficiente para la subsistencia familiar y desde siempre se ha compaginado con otras plantaciones.

Una actividad que impregna la vida familiar de la zona

 

Hilario Calabuig es el presidente de la Indicación Geográfica Protegida Cerezas de la Montaña de Alicante, y una de las personas que mejor conoce este fruto. “La cereza en esta zona nunca ha sido un cultivo principal, los más importantes eran la vid y el olivo, y los cerezos se plantaban en los ribazos, aprovechando los desniveles del terreno o para hacer sombra a otras plantaciones”, señala a ORIGEN. “Por eso -añade-, se trata de una actividad secundaria, más familiar y social que puramente económica, y que sirve para que los agricultores saquen el máximo partido a sus tierras -explica Calabuig-. Pero lo cierto es que cuando llega la época de la cereza, toda la familia se reúne en el campo, desde los mayores ya jubilados hasta los niños al salir del colegio, es un tradición que forma p

arte de la vida familiar de la zona”.

 

Un sabor concentrado y una producción precoz

Este toque tradicional de las Cerezas de la Montaña de Alicante, cultivada en pequeñas parcelas de relieve montañoso, donde la mecanización es muy baja, impacta directamente en el fruto, que presenta un color rojo rubí, una textura carnosa y un sabor muy dulce, ya que al tratarse de un cultivo de secano, la concentración de azúcares es mucho mayor que en los frutos de las zonas de regadío. “Estas circunstancias, unidas a las características del suelo, hacen que no gocemos de cerezas de gran calibre, pero sí de un sabor excepcional”, explica el presidente de la IGP.

Otra de las características diferenciales de estas cerezas es su precocidad, que hacen de él un producto altamente diferenciado y muy atractivo para su exportación a países donde los cerezos presentan una floración más tardía.

“Somos la zona donde la cereza llega antes, ya que tenemos árboles a 200 metros sobre el nivel del mar, con frutos muy precoces debido a las temperaturas cálidas, y otros a 1.000 metros; por eso, nuestra cereza se presenta desde finales de abril hasta mediados o finales de julio”, explica Calabuig.

La Burlat, la variedad más precoz

La variedad más precoz amparada por el Consejo Regulador es la Burlat, pero también forman parte de las Cerezas de la Montaña de Alicante la Stark Hardy Geant como variedad de mediana estación, la Picota, la Picota ambrunesa, la Early Lory, Prime Giant, Brooks y Sweet Heart.

Una vez recolectadas, los agricultores se reservan parte de la producción para consumo propio y llevan el resto a las cooperativas, desde donde las trasladan a plantas de envasado asociadas al Consejo Regulador en las que se llevan a cabo minuciosos controles de calidad.

La producción media anual de Cereza de la Montaña de Alicante oscila entre 1,5 y 4 kgs., de la que se exporta entre un 50 y un 60%. Los países que más compran son los centroeuropeos como Francia, Italia, Inglaterra, Alemania, Holanda y Polonia. “Ellos tienen su propia cereza, pero como es más tardía, compran la nuestra hasta que entran en producción”, explica el presidente de la IGP.

         La Campaña de Cereza de la Montaña de Alicante de 2018 dio comienzo el pasado 30 de abril, con una producción estimada de 3,5 kgs, lo que supone el 90% de la cosecha. Este año ha sido especialmente favorable, con el frío necesario durante en invierno y buen tiempo durante la floración y la recolección, lo que hace que estemos disfrutando en nuestras mesas de unas Cerezas de la Montaña de Alicante de una calidad extraordinaria.

Cereza, el fruto del pruno

Hasta el siglo I Antes de Cristo, la cereza se encontraba originariamente en la zona comprendida entre el Mar Negro y el Mar Caspio, extendiéndose posteriormente hacia Europ

a y Asia gracias a las migraciones humanas y también a las aves. Se produce en diversos escenarios de todo el planeta, encabezados por Rusia, Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia y España. Las variedades más conocidas en Europa se dividen en cerezas dulces (prunus avium) y cerezas agrias (prunus cerasus).

Rica en hidratos de carbono, sobre todo fructosa, se trata de un fruto que reduce el nivel de ácido úrico en la sangre, por lo que es beneficiosa para prevenir la gota, y se ha utilizado en tratamientos de reumatismo y en la desinfección de intestinos, también gracias a su aportación en fibra. Es considerada una buena fuente de vitamina C y bioflavonoides, lo que la convierte en un excelente antioxidante. También aporta cantidades importantes de potasio y menos de magnesio o calcio. Pero lo que realmente la distingue como un alimento protector contra el cáncer es su contenido de ácido elágico, una sustancia que inhibe la reproducción de la células cancerígenas.

Patricia Magaña Mena

Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, Patricia Magaña desde siempre fue una enamorada de la gastronomía, aunque sus derroteros profesionales la llevaron por otros caminos en medios nacionales, regionales y corporativos. Hasta que un buen día se topó con ORIGEN, la revista del sabor rural, donde es redactora asidua. Además, coordina la revista Mundo Ganadero y habla de innovación agroalimentaria en el portal Innovagri.

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